Luego de su visita al Papa en 2014, se realizaron cambios en el código que respondían a pedidos directos de la Iglesia. El oficialismo entonces votó en soledad esa reforma, plasmada en la Ley 26.994.
Miércoles 15 de agosto de 2018 00:00
Mientras en las calles el pasado 8 de agosto millones legitimaban la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito con expresiones de todo tipo, puertas adentro de la Cámara de Senadores salían a la luz la verdadera cara de esta casta privilegiada y su alianza con la Iglesia Católica, determinante para la negativa de conceder lo que en las calles las mujeres exigimos a gritos por meses, y especialmente con la marea verde que cubrió nuevamente las calles en distintos puntos del país ese día.
El movimiento alrededor de este derecho viene desenmascarando el carácter profundamente reaccionario de la mayoría de los sectores políticos que son parte del gobierno y de la oposición, particularmente en el Senado, pero también en diputados.
Todo tipo de tretas fueron utilizadas para que la votación de la ley tuviera un resultado negativo. Estas seguían los lineamientos dados por el Santo Pontífice desde lejos, pero muy atento a la situación que en Argentina que dio el puntapié para debatir el derecho al aborto a nivel internacional. Bergoglio tomó cartas en el asunto e impulsó, junto a la Iglesia Evangélica, la militancia activa por el aborto clandestino bajo el lema de “Salvemos las dos vidas”.
El discurso de CFK fue muy esperado, ya que su supuesto cambio de opinión frente a esta demanda generó expectativas de todo tipo. Pero Cristina votó a favor del aborto legal casi sin hablar… sobre el aborto; en su discurso además se encargó de lavarle la cara a la Iglesia, pidiendo a las mujeres que no nos enojáramos con esa institución ni con los curas. En su voto a favor de la ley se huele la proximidad de las elecciones de 2019, y un análisis oportunista de lo que implica el movimiento de mujeres y su poderosa fuerza.
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La reforma del Código Civil de 2014
Pero no hay que dejarse engañar. Durante más de una década el proyecto de legalización del aborto fue cajoneado mientras gobernaban los Kirchner, aun teniendo el oficialismo mayoría en ambas cámaras. Pero este poder sí fue utilizado para una medida que iba en sentido contrario: en 2013 el oficialismo preparó una reforma del Código Civil, que en su formato definitivo incluyó que se considera persona al embrión a partir de la concepción.
Esta modificación, que bien podría haberla escrito el propio Francisco, fue acatada por todo el arco oficialista del momento. Esto ayudó a mantener una traba enorme al derecho a decidir, que ya venía reclamando el movimiento de mujeres desde el año 2003, y antes aun. En el año 2014 el oficialismo vuelve a la carga e intenta aprobar la modificación del Código Civil de manera express, luego de que obtuviera media sanción por parte del Senado el 28 de noviembre de 2013. Todo culminó con el dictado de la ley nº 26.994 que reformó gran parte del Código Civil, y cuyo artículo nº 19 habla de vida humana desde la concepción.
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La izquierda fue la única voz unitaria y clara de rechazo de este Código Civil y Comercial reaccionario, que vino a bloquear la posibilidad de conquistar el derecho al aborto. Se expresaron en contra en aquel entonces tanto el diputado Nicolás del Caño como Néstor Pitrola.
Finalmente, en agosto de 2015 entra en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial que entre otros cambios, establece que la existencia de la persona comienza desde la concepción. El proyecto impulsado por el Frente para la Victoria demuestra que ya desde entonces estaban dispuestas a ceder ante la Iglesia, y que a la vez fueron funcionales para que este derecho tenga más y más trabas a la hora de conseguirse.
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Mientras tanto, el movimiento de mujeres avanza sobre lo que podría ser un tablero de ajedrez, y se van poniendo de manifiesto a sus enemigos -no sólo los de las mujeres, sino los de las clases populares-, mientras van sumando experiencia en cada batalla y volviéndose más fuertes.