×
×
Red Internacional
lid bot

Historia. Cuando Fidel Castro se declaró marxista-leninista

El 2 de diciembre de 1961, cinco años después de que el Granma llegara a costas cubanas con su cargamento de guerrilleros, Fidel Castro se declaraba marxista-leninista.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Miércoles 2 de diciembre de 2020

El 2 de diciembre de 1956, el yate Granma llegaba a Cuba habiendo partido de Tuxpan, Veracruz, lleno de un grupo de casi 100 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio (M26) con el propósito de derrocar al dictador Fulgencio Batista.

Inspirados en la lucha armada de José Martí, los integrantes del M26 retomaban su accionar e incluso su propuesta de comenzar sus acciones en la Sierra Maestra contra el régimen batistiano, el cual había conseguido el poder desde 1952 y que, luego de su mandato como presidente en 1940-44, tenía en su gabinete a miembros del Partido Socialista Popular, que era el nombre con el cual se identificaba el Partido Comunista de Cuba.

Al inicio, el PSP apoyaba a Batista por la vieja estrategia adoptada en 1937 del "Frente Popular", la cual pregonaba que la tarea de los comunistas era la de una alianza con sectores "antifascistas", incluyendo a los capitalistas, misma que en América Latina se traducía en apoyos a las burguesías "democráticas". Eso tenía congruencia con las tesis del estalinismo, las cuales planteaban que la revolución rusa de 1917 había sido una excepción histórica y que el resto de los países atrasados, sumidos en relaciones "feudales", [1] debían terminar su etapa mediante alianzas con los capitalistas nacionales antes de pasar a una etapa de condiciones maduras para la revolución socialista. Frente a eso, el PSP apoyó la candidatura de Batista en 1940, situación que años más tarde el propio Fidel Castro denunciaría en las páginas de la revista Bohemia:

"¿Qué moral tiene, en cambio, el señor Batista para hablar de comunismo si fue candidato presidencial del Partido Comunista en las elecciones de 1940, si sus pasquines electorales se cobijaron bajo la hoz y el martillo, si por ahí andan las fotos junto a Blas Roca y Lázaro Peña, si media docena de sus actuales ministros y colaboradores de confianza fueron miembros destacados del Partido Comunista?"

Pero en el transcurso de la Revolución Cubana, el PSP pasaría de decir que el M26 cometía "ultraizquierdismo aventurerista" a darle apoyo a sus fuerzas, adheiriendo al Pacto de Caracas, firmado por los sectores anti-batistianos el 20 de julio de 1958. Por su parte, Fidel Castro originalmente provenía de las filas del Partido Ortodoxo, cuyo lema era "vegüenza contra dinero".

Ante el avance de las fuerzas revolucionarias y el resquebrajamiento del ejército de Batista, el dictador fue obligado a abandonar la isla la nochevieja de 1958. Con eso, la revolución cubana triunfaba, comprobando además lo errado de las tesis estalinistas de la revolución por etapas en América Latina; la revolución cubana demostró que era posible una revolución de carácter socialista sin necesidad de una "etapa" de alianzas previas con los capitalistas nacionales.

La revolución a "contragolpe"

El término de "revolución de contragolpe" fue acuñado por el Che Guevara para describir cómo la revolución cubana fue avanzando ante los ataques de los capitalistas. Como describimos en otro artículo:

"Trabajadores de la industria eléctrica, petroleros y de la industria azucarera declararon la huelga en sus respectivos gremios exigiendo condiciones dignas de trabajo y aumento salarial, pero EE.UU. declaró un embargo de azúcar para presionar, políticamente, al gobierno castrista de mantener la relación de dependencia de la isla. En agosto se decretó la expropiación de todas las compañías petroleras, telefónicas, de la industria azucarera y eléctrica; dos meses más tarde, la banca fue nacionalizada en su totalidad, incluyendo las reservas de casi 400 empresas (centrales azucareras, fábricas, ferrocarriles).

También se decretó la Ley de Reforma Urbana que otorgaba vivienda a miles de cubanos. Cuba se retiró a fines de ese año del Banco Mundial no sin que los propios empresarios cubanos realizaran un boicot de inversiones. Continuaron las expropiaciones; EE.UU. impuso un embargo petrolero y, más tarde, el infame bloqueo económico que persiste hasta nuestros días." [2]

Esta situación enfurecía cada vez más al gobierno estadounidense, en aquel entonces encabezado por John F. Kennedy, el cual envió a agentes de la CIA, mercenarios y excombatientes del ejército batistiano que habían sido exiliados por la revolución a intentar encabezar una acción militar en la Bahía de Cochinos, misma que fue repelida por las masas que salieron en defensa de su revolución.

Por todo ello es que en un discurso ante miles y televisado en Cuba, Fidel Castro declaró: “lo digo aquí con entera satisfacción y con entera confianza. Soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida”. Sin embargo, su conversión al marxismo era en realidad síntoma del acercamiento cada vez más fuerte entre Cuba y la URSS en medio de la Guerra Fría.

Con ello, el régimen castrista se alzaba como un bonapartismo sui géneris todavía más particular. Como señala nuestro compañero Facundo Aguirre, "decimos entonces que es un tipo específico de bonapartismo sui generis, por expresar esta tendencia más general común a todos los gobiernos de jugar un rol de árbitro en los países semicoloniales entre el imperialismo y el proletariado y las clases explotadas. Ausente la burguesía nacional, queda recostado exclusivamente en las clases populares que vienen conquistando posiciones". [3]

El castrismo era una especie de árbitro en el tablero geopolítico, fungiendo como asesor de diversas organizaciones guerrilleras en algunos casos, en otros mostrando sus simpatías por procesos de carácter de Frente Popular —como lo fue el gobierno de Salvador Allende que se rehusó a armar a los trabajadores insistiendo en el carácter presuntamente pacífico de la "vía chilena al socialismo"—, y en otros, como en nuestro país, directamente rehusándose a dar apoyo a movimientos guerrilleros como el de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Uno de los procesos más emblemáticos fue el de la Revolución Nicaragüense, donde Fidel directamente declaró que "Nicaragua no será una nueva Cuba" y asesorando al sandinismo para que no expropiara a los capitalistas de Nicaragua.

Esto, lejos de ir en auxilio de la revolución cubana, que sigue padeciendo el criminal bloqueo de Estados Unidos, la mantiene aislada y ha permitido que la burocracia castrista esté dando pasos en la restauración del capitalismo en la isla mediante la aprobación de sectores cuentapropistas y una fuerte inversión extranjera en el Puerto Mariel. Una revolución en América Latina, para verdaderamente triunfar, tendría que tomar las medidas que el castrismo no quiso que se tomaran por fuera de su país, así como barrer a la casta que gobierna hoy la isla, eliminando su régimen de partido único y estableciendo uno pluripartidista, democrático y que defienda las conquistas de la Revolución de 1959.


[1Por ejemplo, en México sostenían que dichos elementos se veían en las haciendas del porfiriato, sosteniendo que la revolución de 1910 había tenido un carácter "anti-feudal".

[2Extracto tomado de nuestro artículo publicado en la revista Ideas de Izquierda México N°2, "Del asalto al Moncada a la ’Revolución a contragolpe’", p.71, mismo que recomendamos al lector para una profundización de diversas aristas que, por cuestiones de espacio, no podemos abordar aquí, como lo es, por ejemplo, el carácter del M26.

[3Aguirre, F. y Dunga, G. "La Revolución Permanente en Cuba" https://www.ft-ci.org/La-revolucion-permanente-en-Cuba

Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

X