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Red Internacional
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OPINIÓN. Cuando comer una hamburguesa se convierte en un privilegio

Durante la noche del martes se llevó a cabo el "Stacker Day" en la cadena de hamburguesas Burger King. Las largas filas, para obtener una hamburguesa "Stacker" rebajada al 50% de su precio, fueron las protagonistas de la noche.

Lucien Kerplunk @LuK3rplunk - Alerta Roja

Jueves 7 de julio de 2016 08:16

El día martes 5 de julio, de 20 a 24 h, se desarrolló el “Stacker Day” en la cadena de comida rápida Burger King. La oferta consistía en una rebaja del 50% en el precio a los combos “Stacker”, y fue promocionada con una amplia campaña de marketing que devino en las largas cuadras de fila que se vieron en los locales de Burger King de la ciudad. El combo Stacker más caro tiene un valor de $150, y con el descuento costaba $75. Si uno piensa en la cantidad de personas que asistieron a la noche del Stacker, rápidamente puede hacerse una idea de las cifras millonarias que recaudó la cadena de comida rápida, a costa de vender comida chatarra y mantener con salarios de miseria a sus trabajadores, como hace su cadena competidora, McDonald’s, con el plan “primera precarización”, auspiciado por el Gobierno Nacional.

Hubo una polémica en las redes a partir de la viralización de un video subido por un usuario de Facebook, en el que se ve la inmensa cantidad de gente que hacía fila en el patio de comidas del shopping Factory Parque Brown, más conocido como “Jumbo”, de Villa Lugano. En él se puede oír cómo el autor trata de “ratas” a quienes se encontraban hace horas esperando su turno para ahorrar 75 pesos, que para él es poco dinero, y define la situación como una “maratón de pelotudos”.

Al escuchar semejantes declaraciones, no podía evitar pensar en aquellos que fueron afectados por los tarifazos en los servicios y el transporte, la inflación, las paritarias a la baja, los salarios de precarización y los despidos. Estoy segura de que el autor del video y quienes lo compartieron, se indignarían si un millonario los llamara “ratas” despectivamente por no tener gastos privilegiados, como comer caviar o tomar champagne de primera línea. Quizás esta persona pueda darse el lujo de gastar 75 pesos de más y decidir no esperar tres horas por una hamburguesa, pero no es el caso de quienes están siendo afectados por la crisis que repercute en la economía en nuestro país y en los bolsillos de los trabajadores. Peor aún es el caso de las familias. Una familia tipo conformada por cuatro personas tendría que gastar 600 pesos en una cena en Burger King. Con el descuento se ahorrarían la mitad.

Para amplios sectores no se trata sólo de una hamburguesa, sino de uno de los pocos momentos de ocio y esparcimiento que pueden disfrutar con sus familias y/o amigos. Vivimos en una sociedad capitalista en la que nos introducen hasta por los poros la lógica del consumismo, que cobra más relevancia en los sectores más vulnerables y plebeyos, que ven que no pueden acceder a lo que el mercado les impone. Sin embargo, algo que puede parecer tan banal como comer una hamburguesa es para algunos un privilegio, y para muchos otros una cuestión de suerte, dependiendo de que haya una promoción que rebaje el precio de uno de sus combos a la mitad.

En el barrio de Villa Lugano, y a sus alrededores, viven cientos de miles de familias obreras, con jóvenes precarizados. Hay villas en las que sus vecinos luchan hace años por la urbanización. Lo criticable del video es que no tiene en cuenta esta situación socio-económica. Se puede realizar una crítica a la sociedad de consumo y a lo poco nutritivas que son las hamburguesas de estos locales de comida rápida; sin embargo, la realidad es que para amplios sectores no existe información sobre hábitos alimenticios saludables, y es altamente costoso llevar a cabo una alimentación saludable propiamente dicha (considerando el precio de los productos orgánicos, diet, etc.). Además del tiempo que conlleva elaborar ese tipo de comidas, tiempo que un trabajador, cuya jornada laboral es de 12 hs, no tiene. Es correcto criticar a la sociedad de consumo, pero no podemos dejar de tener en cuenta que para miles de personas, hacer colas excesivamente largas es la única posibilidad que tienen de compartir una salida y de acceder a comer “afuera”, de disfrutar una cena diferente, en el medio de la crisis, en un barrio donde al igual que en el resto del país, las promesas de la “Revolución de la Alegria” no llegaron.