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Red Internacional
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Un día como hoy. Cuando el "Black Power" alzó el puño en Ciudad Universitaria

El miércoles 16 de octubre, pero de 1968, los atletas estadounidenses de origen afroamericano, Tommie Smith y John Carlos, acompañados del australiano Peter Norman, alzaron el puño del "poder negro" en el podio del estadio de la UNAM durante los Juegos Olímpicos de México.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Miércoles 16 de octubre

Noche del miércoles 16 de octubre. El año no es éste, transcurre el revolucionario año de 1968. Dos semanas antes, los estudiantes y trabajadores mexicanos habían sido masacrados por el ejército y el Batallón Olimpia en la Plaza de las Tres Culturas.

La noche cae en el Estadio Olímpico Universitario. El coloso había sido testigo de una multitudinaria marcha dos meses antes, cuando el rector Barros Sierra, a pocos metros y del otro lado de la Av. Insurgentes, encabezó una manifestación exigiendo respeto a la autonomía universitaria tras la ocupación de diversos planteles por parte del ejército y la policía. Ahora, tras dos meses y 10 días de protestas, el recinto deportivo está ataviado para recibir la justa olímpica que se inauguró apenas cuatro días antes.

Esta vez, en medio de una tarde fresca de otoño, agotados y sudorosos, tres jóvenes atletas se encaminan al podio a recibir sus medallas. Se trata de los ganadores de la prueba de los 200 metros planos. Instantes previos a subir, un momento histórico trascendió en los vestidores.

Tommie Smith es el ganador de la contienda, esperado en el puesto más alto del podio para recibir su medalla de oro; lo acompaña su amigo y compañero John Carlos en el tercer lugar. Ambos, afroamericanos y vestidos con el uniforme azul fuerte de la delegación estadounidense, han sido partícipes, junto con otros atletas, de diversas protestas simbólicas en los meses que precedieron la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos.

La población estadounidense, y en particular los afroamericanos, han estado por años luchando por eliminar la segregación racial en los estados del sur del país, en los que antes conformaban la Confederación durante la Guerra Civil Estadounidense y que instauraron un sistema esclavista. Aunque formalmente abolido, se mantuvo con las infames leyes de "Jim Crow" que segregaban a los blancos de los negros. Apenas seis meses antes había sido asesinado el principal y más reconocido dirigente de la lucha afroamericana: Martin Luther King Jr.

En medio de la Guerra de Vietnam y de revueltas furibundas como respuesta al asesinato de King, los atletas afroamericanos amenazaron con boicotear la justa olímpica. Finalmente decidieron no hacerlo, pero era claro que era necesaria una acción ante las cámaras del mundo.

Antes de poder ejecutarla, empero, a ambos muchachos se les acerca, emocionado, su compañero deportista. Se trata del australiano Peter Norman, quien ganó el segundo lugar. Según recuerda el propio Smith: "yo le había pedido a mi esposa que me trajera unos guantes negros, pero no sabía qué iba a hacer con ellos", pero ante la pregunta de Norman, Smith se quedó extrañado.

Norman se le acercó y dijo: "chicos, yo creo en lo que ustedes creen y también quiero ayudar". Smith, en cambio, le respondió negativamente: «en mi cabeza solamente pensaba "amigo, eres australiano; ve y toma tu medalla"».

Por su parte, Paul Hoffman, de equipo de canotaje, recuerda que: «en los vestidores se percibía que algo iba a pasar. Se les veía con sus guantes y calcetines negros. De pronto se me acerca Peter y me pregunta: "oye, amigo, ¿tienes otra de ésas?"». Se trataba de los botones del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, una iniciativa independiente en la que varios atletas estadounidenses, en su mayoría afroamericanos, pretendían subrayar la defensa de los derechos humanos en Estados Unidos más allá de solamente la lucha afroamericana.

Hoffman, también blanco como Norman, traía uno de dichos botones. Hoffman declararía décadas después: "aquí está este australiano blanco con dos negros estadounidenses a punto de ingresar a la ceremonia de premiación y quiere usar uno de los botones del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos. Estaría loco en ser yo quien le diga que no". Así que Hoffman se quitó su botón y se lo dio a Norman.

La ceremonia comenzó: Smith y Carlos ascendieron descalzos y sosteniendo sus tenis para simbolizar la pobreza de los afroamericanos, los guantes representaban a la población afrodescendiente, los collares de cuentas —apenas visibles en las fotografías— representaban los linchamientos a los que habían sido sujetos los negros a lo largo de la historia, la chamarra de John Carlos estaba desabrochada —rompiendo el protocolo olímpico— como símbolo de la clase obrera. Al lado de ellos, Peter Norman con su botón, apenas también perceptible, pues se confunde con su uniforme; fue él quien sugirió a los estadounidenses que, dado que solamente había un par de guantes, cada quien usara uno en cada mano.

Al sonar el himno estadounidense, Smith y Carlos alzaron sus puños enguantados. Ambos han declarado que no se trató de un símbolo solamente del "black power" (a pesar de que así ha pasado a la historia su protesta), sino como un símbolo de libertad y justicia en Estados Unidos.

Una vez concluida, comenzó el escándalo mediático. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, un conocido racista, exigió que fuesen expulsados de la Villa Olímpica. A esto se sumó el Comité Olímpico Estadounidense; a pesar de ello, en la Villa Olímpica y en varios canales de televisión estadounidenses se respiró un aire de apoyo a Smith y Carlos, incluso con varios deportistas exhibiendo mantas en las ventanas de sus habitaciones con la leyenda "Fuera Brundage".

Sin embargo, Smith y Carlos tuvieron que regresar a su país y fueron vetados de los subsecuentes eventos deportivos. Lo mismo Peter Norman, quien fue lanzado al ostracismo en el mundo deportivo de su natal Australia. Ninguno de ellos claudicó: ni regresaron sus medallas ni aceptaron hacer ningún tipo de disculpa pública. Valientemente se mantuvieron firmes en saber que su protesta era justa. Incluso a pesar de los deseos del racista Brundage, que exigió que el saludo afroamericano no apareciera en la película oficial de México 68, el director Alberto Isaac se rehusó a eliminar tan emotivo momento. Fernando Macotela, el guionista de la película, describió la actitud de Brundage como "terrible, repugnante, insultante" y "un chantaje".

La contracara de ello, lamentablemente, es que el circo mediático fue aprovechado por el COI y el gobierno mexicano como cortina de humo. El saludo del "black power" sirvió para ocultar ante el mundo que dos semanas antes de la icónica foto, decenas de personas habían sido asesinadas por el gobierno en Tlatelolco. Dicha operación fue exitosa durante décadas; por mucho tiempo el mundo ignoró que en la Plaza de las Tres Culturas había sido derramada sangre para detener las protestas antipoliciales de la juventud mexicana.

Hoy en la Universidad de San José, junto a la torre de la universidad, hay una escultura de fibra de vidrio recubierta de mosaicos retratando el momento histórico. Lejos de un borrado, como se podría inicialmente pensar, el segundo lugar está vacío a propósito. El propio Peter Norman pidió que no hubiera una estatua suya porque quería expresar que lo que hizo lo puede hacer "cualquiera" sin importar su origen étnico o racial. Peter Norman falleció en 2006, dejado en el anonimato por el gobierno australiano que seis años antes había festejado sus propios juegos olímpicos; a su funeral asistieron Tommie Smith y John Carlos, sus grandes amigos, quienes cargaron su féretro. Matt Norman, sobrino de Peter, realizó un documental de este histórico suceso.

Pero el uso que los medios le dieron al saludo del "black power" no debe detenernos en fomentar la división entre las luchas. Las protestas del movimiento del 68 eran justas, como también la protesta en el podio de Ciudad Universitaria. Que ambas se suscitaran en suelo universitario, en el corazón del movimiento del 68, es aún más simbólico y debe ser para recordarnos que, a pesar de la distancia, la lucha de los de abajo por la justicia y la igualdad, trasciende las fronteras.


Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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