En la tercera audiencia del juicio a Carlos Castillo y Juan José Pomares, criminales de la Concentración Nacional Universitaria, más testigos relataron el accionar de la banda de la derecha peronista.
Jueves 25 de mayo de 2017
Fotos Mario Frías Casado
El lunes 22 fue la tercer audiencia en el juicio contra dos miembros de la Concentración Nacional Universitaria, “Pipi” Pomares y “el Indio” Castillo. A lo largo de seis horas se escucharon cuatro declaraciones testimoniales. La próxima audiencia será el día lunes 29 de Mayo.
La primera testigo fue una mujer con identidad reservada,hermana de un militante asesinado junto a su novia por las patotas de la CNU. Expuso los hechos, entre los cuales hubieron simulacros de fusilamiento y torturas, de los que los testigos presenciales reconocieron a los dos imputados como responsables. Manifestó además que fue muy difícil la vida familiar después del asesinato de su hermano: “Mi papá esperando que su hijo vuelva con el título de médico y lo trajo catorce horas en un furgón muerto hasta Bahía Blanca. Además el silencio, el no hablar, el no poder comentar con nadie. Desistí de estudiar odontología en La Plata. Traté de contener a mis padres y que no pensaran que me iba a pasar algo. A mi mamá se le vino el mundo abajo”.
Acerca de las expectativas que le genera este juicio, la testigo de identidad reservada expresó que nadie le va a devolver la vida a los chicos pero espera que los culpables paguen por lo que han hecho. Durante su declaración no estaba permitido el ingreso de la prensa.
Sin orden de allanamiento ni placas
Los otros testigos fueron Walter Fabián Martini, Alicia Gershanik y Mario Osvaldo Urrera. Walter Fabián Martini es hermano de Graciela Martini, una de las víctimas de los hechos contemplados en este juicio.
El hombre manifestó que “la noche de sábado en la que ella y su novio son asesinados, irrumpen cinco personas de entre 50 y 55 años con pañuelos que les tapaban los rostros. Daban la impresión de que eran de fuerzas de seguridad, pero no mostraron orden de allanamiento, ni placa ni nada”.
Él tenía diez años, y lo forcejearon junto a su mamá. Le gatillaron el arma en la cabeza cuando él quería acercarse a su mamá. Le preguntaban por armas y panfletos. Él explicaba que no había. Antes de irse, luego de pasar varias horas en la casa, quemando libros de poesía entre otros y fotos, robando anillos, cadenitas, rosarios y otras pertenencias, y levantando el parqué de los pisos con un hacha, la misma que habían introducido en la puerta al grito de “abran o la tiramos abajo”, los dejaron encerrados en un depósito.
En otro tramo de la declaración, Martini expresó que su padre estaba preocupado por lo que podría sucederle a su hija. Decía que no quería encontrarla tirada muerta en un zanjón tal cual ocurrió. En el certificado de defunción figura “muerte cardiorespiratoria” y no figura la ráfaga de tiros en su estómago. Su mamá el primer año estaba llorando en todos los rincones y estaba como ausente.
En una instancia anterior de este proceso Martini reconoció en fotos, entre cien rostros diferentes, a tres personas que entraron a su casa, pero no sabe los nombres.En su declaración manifestó que se trataba de grupos paramilitares, que manejaban autos Falcon y se comunicaban con handys.
Luego del operativo llamaron a su casa de la comisaria, le hicieron ver unas pertenencias robadas y el comisario le dijo que le convenía no reconocer nada, firmar el papel que le mostraba ya que sabían dónde estudiadaban él y su hermano.
Pomares (a la izquierda) y Castillo (a la derecha)
Se sabía cuándo alguien era víctima de la CNU
El testimonio de Alicia Gershanik también fue escalofriante. Es la hermana de Mario Alberto Gershanik, quien fue según sus propias palabras “asesinado por un acto del terrorismo de Estado el 10 de abril de 1975”.
Mario era médico y un militante sindical muy activo. Tenía un consultorio privado en la casa de sus padres, donde ocurrió el crimen. También la patota propinó golpes de hacha en la puerta de madera, también la rompieron y entraron para asesinarlo.
Mario sabía que formaba parte de las listas negras. El clima de terror ya se estaba implantando en La Plata, se conocían zonas liberadas y aparecían cuerpos. Se fue expandiendo y generando el terror que se propusieron. Alicia cuenta que la vida de su familia cambió. “Mis padres dejaron todo y se radicaron con nosotros en México”, recordó.
Gershanik agregó que “en las facultades se fue desarrollando la ideología de esta banda por el profesor Carlos Disandro. Cuando había cuerpos abandonados se sabía que eran víctimas de la CNU. Eran muchos más integrantes, además de Carlos Castillo y José Pomares.
Pánico escénico
La defensa de Castillo y Pomares pidió que no se transmitiera la audiencia en una pantalla ubicada en el hall lindante a la sala con el argumento de que constituye una acto agraviante, y plantearon con total cinismo que los testigos no deben comunicarse entre sí. La fiscalía y las querellas se opusieron a tal petición. El tribunal no le dio lugar considerando que la publicidad del juicio a 40 años y la comunicación entre testigos no constituye un agravio.
María Luz Santos Morón, abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH) y miembro del espacio Justicia Ya! y de la querella de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, adhiriendo al planteo de improcedencia que hizo la fiscalía sostuvo que “tenemos que recordar que estos hechos aquí juzgados ocurrieron hace más de 40 años, con lo cual es evidente que los familiares y las víctimas han intentado reconstruir la historia acompañándose en todos estos años. Resulta inadmisible el planteo de la defensa. Y en segundo lugar sumar al planteo de la fiscalía que estamos frente a un juicio oral y público, que tengamos en cuenta que esta sala es notoriamente reducida y que poder transmitir los testimonios de las víctimas, de familiares y de testigos hace que se amplifique este aspecto de oralidad de un juicio y lo que implica históricamente para nuestro país el juzgamiento de los delitos de lesa humanidad”.
“Este juicio tiene un aspecto reparador. Por eso, y por la enorme trascendencia que tienen para el conjunto de la sociedad los juicios de lesa humanidad, consideramos que debe respetarse su difusión y su visibilidad para garantizar su carácter de orales y públicos”, argumentó Santos Morón. Y sobre la comunicación entre testigos manifestó que, dado que estos hechos ocurrieron hace 40 años, “los testigos tuvieron muchas oportunidades de comunicarse en ese tiempo”.
El lunes 29, a las 10 de la mañana, continuarán las audiencias de este juicio histórico. Será en los Tribunales Federales de La Plata, de calle 8 entre 50 y 51 de la capital bonaerense.