Salimos de la prepa 8 a eso de las 4:20 después de esperar a que llegaran todos los contingentes, los cuales eran recibidos con goyas y consignas:
“No les vamos a ceder ni un pedacito de calle, aquí están los estudiantes junto a Marco Antonio, no lo dude nadie”
Viernes 9 de febrero de 2018
Llegó prepa 5, CCH Naucalpan, CCH sur, prepa 4, prepa 9, prepa 2, CCH Vallejo, CCH Oriente, así como compañeros de diferentes facultades como Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y otros más del Politécnico, para sumarse a la prepa de Plateros, quienes desde el día anterior habían entrado en paro total.
Hace años que no veía a tantos chicos de bachillerato organizándose para inundar las calles y ahora llevando la batuta de un movimiento que es parte de la lucha contra la militarización del país.
Desde el inicio de la movilización vimos un montón de helicópteros volando sobre nuestras cabezas. Después de una media hora de comenzada la marcha nos informaron que los policías de Mancera ya estaban esperándonos en Insurgentes a la altura de la avenida Revolución, justo por donde íbamos a pasar, evidentemente no para protegernos ni resguardarnos, por más que nos digan que son “cuerpos de seguridad” sabemos que en realidad les pagan para reprimirnos, golpearnos y detenernos arbitrariamente, además son ellos los que se llevaron a Marco Antonio.
Decidimos cambiar la ruta y entrar directamente por CU. Seguíamos gritando a todo pulmón: ¡Ni con tanques, ni metrallas, la juve no se calla!, contando hasta 43 y exigiendo ¡Justicia!
A la hora de cruzar Insurgentes, por el paso a desnivel, vimos que esta avenida efectivamente estaba cerrada. No es la primera vez que lo hacen, cuando hay asambleas en las islas o movilizaciones en Ciudad Universitaria, Mancera se encarga de cerrar la avenida desde Villa Olímpica hasta Doctor Gálvez y los medios vendidos dicen que somos nosotros y nosotras quienes estamos bloqueando e impidiendo el tránsito. Así pretenden poner a todos los trabajadores que tienen que tomar el metrobús para volver a sus casas en contra nuestra, a toda la gente que escucha “jóvenes bloquean avenida y vandalizan las calles”.
Seguimos marchando, entramos a CU y dimos una vuelta a las islas, estábamos ya cansados, pero la felicidad de ser miles codo a codo, saltando, cantando, haciendo ochos y ver que somos miles los que estamos hartos de ver cómo nos siguen desapareciendo y asesinando por organizarnos o simplemente por ser jóvenes o mujeres, esa sensación que te dan las marchas de que cueste lo que cueste, lo vamos a lograr, puede contra todo cansancio.
Cuando pasábamos por las facultades cerraban las puertas de éstas, para que los demás estudiantes, maestros y trabajadores no vieran la potente movilización que llenó una vez más el campus de rabia y descontento, aun así muchos se sumaron. Nos acercábamos cada vez más a rectoría gritando “Ya vamos llegando, rectoría está temblando” y efectivamente, al llegar al mitin, Graue nos cerró sus puertas.
En el mitin habían muchos padres y madres de víctimas de femicidios, desapariciones forzadas, asesinatos comandados por el Estado y las autoridades universitarias, como fue el caso de Carlos Sinuhé, estudiante y activista quien fue hostigado durante meses por vigilancia UNAM para después recibir 16 impactos de bala el 26 de octubre de 2011. Su mamá Lourdes Mejía ha sido un gran ejemplo de lucha, han pasado 7 años y sigue exigiendo justicia por su hijo, denunciando a Rectoría y su coalición con este estado asesino.
Estaba también Araceli Osorio, mamá de Lesvy, quien fue víctima de feminicidio dentro de CU hace ya medio año. Habló la mamá de Marco Antonio exigiendo justicia por su hijo. Graue no sólo nos cerró las puertas a los estudiantes, también a las familias de nuestros compañeros, por quienes jamás han dado la cara, cuyos casos han entorpecido y oscurecido al punto de desaparecer evidencias.
La misma Rectoría que nos dejó a oscuras durante el mitin, que paró el tránsito de puma buses para dificultar que varios compañeros pudieran moverse de vuelta a sus casas; y que cerró varias salidas de CU creando un clima de caos, es la misma Rectoría que, en total alianza con el gobierno de la CDMX, se encargan de hacer hasta lo imposible para criminalizarnos y deslegitimarnos.
Es también la misma que replica la política de militarización del país implementando cámaras de vigilancia, patrullas y cuatrimotos para tratarnos como criminales, que nos vigila sistemáticamente y que durante años tuvo una cámara oculta para grabar las asambleas de la facultad de filosofía y letras, la misma que pone rejas alrededor de los espacios de recreación con la excusa de que está combatiendo el narcomenudeo. Todo esto para desmovilizarnos y permitir que pasen sin ninguna traba los planes de privatización y elitización de la educación, pero también para que no se vuelva encender esa chispa que en el 2012 le dijo al país entero que nuestros sueños no caben en sus urnas y que en el 2014 se sumó a la denuncia de que #FueElEstado el que desapareció a 43 normalistas.
Pero que te quede claro Graue: ni tus cámaras, ni tu vigilancia ni tus amenazas nos van a parar, podrán querernos aislar diciéndole al mundo que somos criminales, pero nuestra lucha será mucho más grande que sus mentiras, queremos acabar con un sistema de muerte, que nos desaparece, que nos asesina, que nos orilla a las peores condiciones de existencia y que nos quiere arrebatar los derechos más básicos.
Porque una vez más decidimos tomar la historia en nuestras manos, “ya no tenemos miedo, caminaremos sin parar, porque en esta cuenca ya no caben más balas”.