La presencia de Angela Davis en Uruguay nos enseñó, nos dejó pensando y también abrió varios debates. Aquí la cobertura de su visita y algunas reflexiones.
Miércoles 27 de marzo de 2019
La Activista afro, feminista, comunista y filósofa Angela Davis visitó este fin de semana Montevideo y dio una Conferencia magistral en el Teatro Solís llamada “Sin racismo, mejor democracia”. A su vez, en la Explanada de la Universidad se realizó un acto donde fue declarada Doctora Honoris Causa de la Universidad de la República.
Con 75 años, ha luchado toda su vida contra el racismo, la opresión de género y las injusticias que genera el capitalismo.
De esclavos negros y charrúas
Davis reivindicó la lucha de la comunidad afrodescendiente en Uruguay, así como la de los pueblos originarios de América en su lucha contra la esclavitud y el colonialismo. “Recordemos a los charrúas del presente y del pasado” y a todos los pueblos indígenas que “fueron víctimas del genocidio, del colonialismo y de un genocidio sistémico prevalente que es su invisibilización”, dijo.
A lo largo de toda su historia, Davis ha logrado hacer un entrecruzamiento entre la opresión racial, el género y la clase a partir de incorporar elementos de la teoría marxista, lo que le ha permitido analizar las múltiples formas en que se expresa la discriminación racial o sexual en los marcos del sistema de explotación capitalista.
Contra Trump, Bolsonaro y Netanyahu y con Venezuela y Marielle Franco
Su disertación estuvo motivada por remarcar el avance de la derecha en varios puntos del globo, desde los Estados Unidos hasta Brasil. Llamó a defender la democracia y frenar el avance de la derecha. Habló de los populismos (de derecha) que se basan en “chivos expiatorios”, “explicaciones basadas en información falsa” y “temas de racismo y xenofobia”.
Basándose en los derechos conquistados en las democracias de nuestros países, Angela llamó a fortalecer la lucha social. Y que para abolir el racismo no es suficiente con cuestionarlo, sino que hay que “transformar las estructuras mismas de la sociedad”.
Davis recordó a Marielle Franco como ejemplo de mujer negra y feminista, así como también destacó a la activista colombiana Francia Márquez. Davis sabe qué significa que las mujeres de las etnias oprimidas y de los pueblos originarios comiencen a destacarse en la lucha de clases. Y remató
“Cuando los más oprimidos empiezan a levantarse, cuando las mujeres negras empiezan a levantarse, el mundo se subleva con nosotras”
.
Asimismo, se manifestó a favor del pueblo de Venezuela.
Sistema carcelario, Vivir sin Miedo y Palestina
Criticó las cárceles, denunciando la alta tasa de población afrodescendiente recluida.
“Si quieren saber a quiénes se excluye, a quiénes se les niegan derechos y libertades en cualquier sociedad, visiten una cárcel”
También pareció apuntar contra Larrañaga (aunque sin nombrarlo) y su Campaña Vivir sin Miedo. Dijo “Sé que en Uruguay hay algunas personas que han intentado aumentar la llama del miedo, por ejemplo, llamando a la militarización de la Policía”.
Por su parte, dedicó un buen rato para denunciar la situación en Palestina y la política segregacionista y represiva del Estado de Israel, una postura que sostiene hace tiempo y que le ha valido el rechazo de la comunidad judía en partes del mundo.
Sin ir más lejos, recientemente el Instituto de Derechos Civiles de Birmingham iba a otorgarle un premio de derechos humanos pero cambió de parecer tras la presión de grupos sionistas contra Davis por sus declaraciones acusatorias al Estado de Israel y sensible a la causa palestina y al BDS (Movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones, que visibiliza la represión sistemática en territorio palestino, la política de colonización de los territorios ocupados, a la vez que defiende a la comunidad árabe residente en Israel). Este insultante hecho fue repudiado por importantes sectores de la comunidad judía viviendo en los Estados Unidos, lo que causó la alegría de Davis, que se manifestó así: “Es bastante emocionante ver que el tema de la justicia palestina, la justicia para Palestina, emerge como un tema de discurso popular.
Hemos intentado durante tanto tiempo fomentar una conversación como esta. No sé si disfruto estar en el centro de la controversia, creo que he tenido mi parte de controversias en mi vida. Pero me complace que ayude en el proceso de alentar una mayor discusión sobre el racismo, el antisemitismo y la justicia para Palestina”.
Según Angela,
“Gaza es la cárcel más grande del mundo”.
También se solidarizó con las y los migrantes que a nivel mundial se trasladan escapando de los feminicidios, las guerras o el hambre y llamó a “darles la bienvenida”.
La historia de Angela
Para la lucha de las mujeres en el Siglo XX, Angela es una de las “pesos pesados”. Desde sus primeros años de vida en el Estado de Alabama, Estados Unidos, Angela vivió la segregación racial como toda su comunidad. Ha relatado varias veces cómo escuchaba los estallidos de las bombas en su barrio arrojadas por personas racistas y que terminaban matando a sus seres queridos.
Durante su juventud, se afilió al Partido Comunista norteamericano y simpatizó con las Panteras Negras. En un viaje a la Cuba revolucionaria, terminó de comprobar que la lucha contra el racismo y la lucha obrera no pueden estar más que unidas.
Se la acusó de homicidio en una trama de crímenes raciales en el caso de los hermanos Soledad y se la detuvo, lo que provocó una campaña llamada “Free Angela”, que tuvo características internacionales. Finalmente, luego de 16 meses detenida, la justicia la libera declarándola inocente.
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Su libro “Mujeres, raza y clase” publicado por primera vez en 1981 constituye un clásico, donde reafirma una vez más el potencial revolucionario que tienen las mujeres negras en la lucha social, tanto en la opresión de género como en la lucha contra el capitalismo y la emancipación de la humanidad.
Reflexiones que nos deja Angela
Angela nos deja su pasión y sabiduría por continuar la lucha, pero a la vez varios interrogantes: ¿Cómo enfrentar el avance de la derecha a nivel continental? ¿Se puede combatir al capitalismo sosteniendo a los gobiernos y a las democracias tal cual son? ¿Cómo conquistar la abolición de toda opresión – racial, sexual o de género – y cómo ligar esta lucha a la de la clase obrera mundial?
En la nota de opinión de Martín Delgado Cultelli que publicamos aquí, se esboza una posible salida: la de profundizar y radicalizar la democracia en la perspectiva de una reforma estructural. Esta idea de que las democracias – o la “democratización” de las democracias - pueden llevarnos al camino del socialismo corre el riesgo de ser un argumento utilizado para adormecer la lucha anti capitalista, a la vez que pone a las fuerzas motoras del cambio – los trabajadores, las mujeres y la juventud – detrás de proyectos de conciliación de clases, como por ejemplo el Frente Amplio en Uruguay.
No es que podamos enfrentar a la derecha de la mano del Frente Amplio ni de ninguna de las variantes progresistas – pero claramente no anticapitalistas – porque para enfrentar a la derecha y avanzar a un gobierno que represente la lucha de las y los explotados, es necesario constituirse en una fuerza política que pelee por un programa que de una salida a la crisis capitalista desde los trabajadores, que suba los salarios, que impida los despidos y cierres de fábrica y que las ponga a producir bajo gestión de sus trabajadores, que abandone la política de tercerizaciones en las empresas del Estado, que deje de exonerar a las zonas francas, a las multinacionales y a la banca, que invierta en salud, educación, trabajo y vivienda. Para esto será necesario romper con el imperialismo, algo que el FA ya demostró que no está dispuesto a hacer. Por eso hace falta construir un partido obrero anticapitalista y socialista.