Son las y los trabajadores de las comunas periféricas, quienes más tiempo pasan viajando en metros y micros. Según datos de la Fundación Vivienda, elaborados por el geógrafo Juan Correa en 2018, para lograr llegar a las 8:00 am al lugar de trabajo –tomando como referencia el metro Tobalaba y considerando una hora de labores domésticas antes de salir de casa-, una persona de Puente Alto, Maipú o Quilicura, necesita levantarse a las 5:30 o a las 6:00 am, para llegar con puntualidad a trabajar, mientras que una de Providencia, puede levantarse a las 6:30 o 6:45 am. Es decir, si eres de Puente Alto o Quilicura, pasarás más tiempo expuesto a aglomeraciones:
La referencia en Metro Tobalaba que propone Juan Correa en sus mapas, tiene sustento, pues la mayoría de los puestos de trabajo de la ciudad de Santiago, se concentran en la zona centro y la zona oriente, en comunas como Santiago Centro, Providencia, la parte sur de Huechuraba y Las Condes. Así lo muestra el siguiente mapa:
Esto nos permite concluir que mayoritariamente, trabajadoras y trabajadores se desplazan cada día a los puestos de trabajo ubicados en esos lugares. ¿Qué tipo de labores se concentran en ese espacio? Comercio, oficinas y servicios. Las labores industriales y de bodegaje –que otorgan menor cantidad de puestos de trabajo- se concentran más bien en un “anillo periférico” que atraviesa a comunas como San Bernardo, Maipú, Cerrillos, Pudahuel, Renca y Quilicura. Este mapa, también de la Fundación Vivienda, nos da una idea de la distribución laboral en la ciudad de Santiago de acuerdo al tipo de trabajo que se realiza:
Algunos días atrás, el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín declaró que “las comunas del sector oriente y en especial, Las Condes, Vitacura y La Reina, representamos prácticamente el 50% de los casos diagnosticados de coronavirus de toda la región Metropolitana y es donde se está desarrollando la máxima expansión de contagio”.
Señaló que “si es necesario cerrar la zona oriente, si la autoridad de salud así lo dispone, prohibiendo el ingreso y salida de personas en este sector” los alcaldes de esas comunas estaban dispuestos a hacerlo. Pero sólo tres días después, cientos de miles de trabajadores de distintos rubros se dirigieron al sector oriente o central ya sea para trabajar como obreros de la construcción, en el comercio o en los servicios que se condensan en la zona.
¿Cuántos habrán regresado a sus casas contagiados? No tenemos como saberlo ¿Acaso todas esas funciones que se realizaron eran esenciales para enfrentar la pandemia? No. Si un obrero de la construcción se desplazó desde Puente Alto a Las Condes para trabajar en un proyecto inmobiliario, si una mujer trabajadora del aseo tomó micro y metro para viajar desde Maipú a trabajar a un local comercial u oficina de Las Condes, fue solamente porque los patrones no pierden ocasión para exprimir nuestra fuerza de trabajo y porque no les importan nuestras vidas.
Es cierto que hay trabajos que son esenciales para enfrentar la pandemia y que de suspenderse podrían agravar la crisis sanitaria y social: el área de salud, o áreas logísticas como la industria portuaria de la que dependen en buena medida las “cadenas de abastecimiento”. Pero también hay trabajos que podrían dejar de realizarse sin que eso traiga consecuencias sanitarias. Esas labores podrían suspenderse, pagándose licencias laborales masivas para las y los trabajadores que las realizan. Por ejemplo ¿qué utilidad para enfrentar la pandemia puede tener que a un ejecutivo que vive en el barrio alto le limpien su oficina cada día si el mismo podría hacerlo? ¿Qué utilidad puede tener para enfrentar la pandemia, que el proyecto inmobiliario se concluya en los tiempos estipulados, cuando todo el mundo prevé una recesión? Si esas funciones no esenciales se suspendieran, garantizándose a cada trabajador una licencia laboral pagada, disminuiría enormemente las aglomeraciones en el transporte público y los riesgos de contagio.
A los empresarios y al gobierno, tampoco les importan las condiciones de salud de las y los trabajadores de los trabajos esenciales. Por esa razón, seguir trabajando en hospitales, supermercados o puertos, en la “primera línea” de lucha contra la pandemia, también debe ir de la mano de batallar por comisiones de higiene y seguridad de los propios trabajadores, y por el control obrero de los procesos de trabajo. A su vez, el problema de las aglomeraciones en el transporte público, no se corregirá con las medidas de la CPC y el ministerio de Transporte. Necesitamos batallar para que sean los propios trabajadores con los usuarios quienes planifiquen con criterios racionales el funcionamiento del transporte y la ciudad, para que vivir en Santiago y viajar al trabajo no sea a costa de nuestras vidas.
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