Demian Paredes @demian_paredes
Martes 23 de diciembre de 2014
Cuba se mueve… aunque hay que discutir hacia dónde. El restablecimiento de relaciones entre la Isla y su archirrival Estados Unidos tiene el sentido de dejar atrás la oposición acérrima… para restablecer vínculos diplomáticos (y económicos –que igualmente ya existían, y en buena medida: más de 350 millones de dólares exportó el año pasado EE.UU. a Cuba sólo en bienes–). Ningún Estado surgido de una revolución obrera puede sobrevivir en soledad y siempre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con un Estado “enemigo” plantea la cuestión de cuál es la dirección de este “compromiso”.
Lenin utilizó una metáfora para convencer a sus camaradas de la necesidad de restablecer relaciones diplomáticas del Estado soviético con su “enemigo”. Decía Lenin que si el auto en el que uno se encontraba era asaltado por “bandidos” imperialistas y para salvar la vida los ocupantes entregaba la billetera y el auto, nadie podría acusar que dicho “compromiso” era “inadmisible”. A partir de este “compromiso” extremo se abría todo una serie de posibilidades –un compromiso ofensivo o de retaguardia, voluntario u obligado–, pero el “compromiso” era legítimo si lo que se quería era “salvar la vida” del Estado surgido de la revolución, cuestión que no es el caso de la burocracia cubana que solo pretende salvarse a sí misma como casta dominante. Es el caso de este “paso” que han dado los “bandidos” norteamericanos con Cuba, y hay que profundizar por ello que responden a distintos objetivos.
Desde el punto de vista del imperialismo norteamericano atestigua un reconocimiento implícito de su debilidad “geopolítica” en América latina; pero ojo, todo Estado capitalista puede transformar su debilidad en fortaleza y hacia allí apuntan Obama y los demócratas. Si de toda crisis siempre se dice que es, también, “una oportunidad”, el imperialismo yanqui ha adoptado (desde el poder Ejecutivo, desde el Partido Demócrata) “una nueva vía” para intentar “integrar” a Cuba (esa “economía que no funciona” –Obama dixit–) a la economía mundial, aprovechando las debilidades de la burocracia castrista (la Isla crecerá este año apenas un 1%, sufriendo por la caída del precio del petróleo y las ayudas que le vino proporcionando Venezuela los últimos años). El visto bueno de ciertos sectores del empresariado imperialista hacia este “gesto” obamista, deja en claro los objetivos a los que apunta la distención diplomática. Una nota de David Brooks señala que “Thomas Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, quien visitó la isla este año, declaró que la comunidad empresarial estadunidense da la bienvenida al anuncio” de Obama. Y agrega: “Julia Sweig, directora de Estudios Latinoamericanos del Consejo sobre Relaciones Exteriores, y una de las analistas más prominentes del país acerca de la relación bilateral con Cuba […] Indicó que entre los factores claves para permitir este giro están el hecho de que la comunidad cubanoestadunidense en Miami ya no es monolítica; que el envío de aproximadamente 2 mil millones de dólares en remesas a Cuba por la diáspora está creando nuevas relaciones económicas, junto con el cambio en la opinión pública nacional, y el impulso de sectores empresariales por abrir el comercio, entre otros, hacen que ahora sea el tiempo indicado para esto.” En el mismo sentido, una nota de Wall Street Journal, publicada por La Nación, señala que “Desde la automotriz General Motors Co. hasta el gigante de la agroindustria Cargill Inc. y el minorista de muebles para el hogar Ethan Allen Inc. aplaudieron el anuncio de la Casa Blanca. […] “Cuba necesita todo lo que producimos en EE.UU.”, dice Bill Lane, director global de asuntos gubernamentales para Caterpillar Inc., quien señaló que la compañía espera abrir pronto un concesionario en Cuba que venda equipos para la agricultura, la minería y la construcción. “Hemos estado pidiendo una nueva política hacia Cuba desde hace 15 años”. Líneas aéreas y consorcios también quieren ser de la partida…
Lejos estamos entonces del cuentito progresista –tipo Luis Bruchstein en Página12 hoy– de que esto sería un avance “latinoamericanista” en un mundo “multipolar” contra el imperialismo yanqui, atrasado “política y culturalmente”. Marcelo Cantelmi, de Clarin, comienza señalando la “exageración y levedad escolar [con que] se ha descripto en algunos rincones de la región como la constatación de que La Habana le dobló el brazo a Washington. Más prudentes, los cubanos omitieron repetir ese relato”. Por su parte, escueta y muy unilateralmente, el Partido Obrero festeja en su última prensa el cambio de postura del imperialismo yanqui como una “victoria de todos los pueblos del mundo que defendieron la independencia de Cuba durante más de medio siglo”. Con una visión facilista (“luchera”), considera que ahora el pueblo cubano puede enfrentar y reclamar, sindical y políticamente, a la burocracia restauracionista. Desde el punto de vista de los objetivos de la burocracia cubana, ésta viene llevando adelante el proceso denominado “actualización del modelo económico” y “aperturista”, lo que ha implicado la liquidación de conquistas importantes de la revolución, como la estabilidad laboral, y la apertura de nichos de negocios para los capitales imperialistas y a otros, como a los de China y Brasil. (Europa ya viene asentando sus inversiones en la Isla, especialmente desde los ‘90 cuando implosionó la URSS).
Aunque algunos hablen facilistamente de “lucha”, la realidad es que el heroico pueblo cubano –el auténtico protagonista de la resistencia de más de 50 años de bloqueo, resistencia que ha llevado adelante sin democracia obrera, sin consejos obreros y campesinos– se enfrenta a una situación difícil; un tándem que integran el imperialismo yanqui y el Estado Vaticano intentan avanzar, en el mismo momento donde la burocracia (tal como ya lo anticipara Trotsky en La revolución traicionada, refiriéndose a la URSS estalinizada y a los posibles destinos de la burocracia) mantiene proa hacia sus planes de reconversión del país hacia al capitalismo.
Pero la burocracia castrista debe llevar adelante sus planes y a la vez mantener el control político de la isla, algo que en otras experiencias llevó al colapso o la caída de las burocracias de los Estados obreros, como en el Este europeo y la URSS. El modelo de “transición” à la China, no está garantizado para una burocracia tan débil como la cubana. El apoyo de los Estados “progres” latinoamericanos es una apuesta a que la transición hacia una “economía mixta” sea continuada por el funcionariado castrista.
La crisis de hegemonía yanqui, su desgaste geopolítico (con sus últimos grandes fracasos en Medio Oriente), se busca resolver –al menos en parte– “volviendo” a América Latina (una región que había quedado bastante “abandonada”, aunque no hay que olvidar los intentos de golpe en Venezuela contra Chávez, el golpe de Honduras, la caída del presidente en Paraguay, entre otras acciones norteamericanas) por la vía económica, y con este cambio respecto a Cuba.
La situación es complicada, y a mediano plazo está llena de peligros para el pueblo cubano.
Publicada originalmente el 20/12/2014 en "El diablo se llama Trotsky"