El escándalo presidencial: muestra de impunidad y doble discurso en la cima del poder cuando corría el momento más duro de la cuarentena estricta. La hipocresía de la derecha que quiere aprovechar la crisis. Transformar la bronca contra la casta en un camino de lucha y un programa contra el régimen de conjunto, como plantea el Frente de Izquierda.
Viernes 13 de agosto de 2021 18:00
La foto que muestra a 12 personas compartiendo un cumpleaños en la Quinta de Olivos en julio de 2020 ya desató un verdadero escándalo político, cuyo desarrollo y alcance habrá que seguir en los próximos días. No es para menos: entre los protagonistas de la foto están el presidente Alberto Fernández y Fabiola Yáñez, su pareja, lo cual despierta la legítima indignación de millones que, lejos de vivir con privilegios, vienen padeciendo una de las crisis más graves de la historia.
El festejo, un símbolo de impunidad en la cima del poder, tuvo lugar en uno de los momentos más álgidos de la pandemia por el covid-19, cuando regía una cuarentena estricta, el virus acababa con miles de vidas y la economía se derrumbaba disparando los índices de pobreza. La celebración ocurrió mientras millones de trabajadores y trabajadoras esenciales se jugaban la vida desempeñando sus funciones laborales en la primera línea y mientras los precarios y los que viven de changas estaban impedidos para salir a conseguir su sustento. Mientras las escuelas estaban cerradas. Ocurrió también mientras se empoderaba a las fuerzas represivas para que fueran garantes de las medidas que disponía el Gobierno. Entre las dramáticas consecuencias de eso hay que lamentar casos como la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro, caso emblemático entre muchos otros de violencia institucional.
El Gobierno nacional ha respondido a los cuestionamientos por medio de Santiago Cafiero. Con un cinismo de hierro, el funcionario ha hablado de “un error”, queriendo disimular lo que es un evidente caso de privilegios, doble moral y doble discurso, al cual ya había antecedido el escándalo de las “Vacunas VIP”.
Desde la oposición de derecha, oliendo la crisis en curso y con un claro oportunismo electoral a pocas semanas de las PASO, se ha desatado una fuerte ofensiva que incluye la presentación de un pedido de juicio político al presidente. Macristas y radicales intentan aprovechar el escándalo para debilitar al Gobierno, hablando en nombre de supuestos valores “republicanos” o “morales”, como si hubieran quedado en el olvido los escándalos de sus propios gobiernos. Lo mismo hacen los derechistas libertarios como Milei, que lejos de la “libertad” llevan en sus listas candidatos que reivindican la dictadura.
De forma análoga a lo que ha sucedido en otros países, esta derecha quiere concentrar estos ataques en el Gobierno actual, para su propio provecho político, como si esos partidos políticos no fueran parte del mismo régimen y la misma casta. Pero la denuncia que hacemos desde la izquierda de ninguna manera se mezcla con la de ellos, no hacemos ninguna bandera común: esas fuerzas de la oposición de derecha son parte de un régimen donde los privilegios son moneda común, y que involucra a todas las fuerzas políticas que son responsables de la decadencia nacional que se arrastra desde hace décadas y que hunde las condiciones de vida de las mayorías. Lo ocurrido en la Quinta de Olivos solo desnuda la impunidad de una casta política de funcionarios, jueces y legisladores, que tiene ingresos altísimos, goza de innumerables prebendas y se perpetúa a lo largo de las décadas en los mismos partidos o saltando de un lado al otro.
Una casta que vive de manera lujosa que se acerca a veces a la de los capitalistas. Que construye todo tipo de relaciones y vínculos con esos grandes empresarios que hunden a millones en la pobreza mientras piden pagar menos salario, imponer más flexibilización laboral o poder despedir sin costo alguno.
La legítima bronca que sienten millones de personas contra esta casta política que vive en su mundo de privilegios para gobernar al servicio de los capitalistas hay que transformarla en un camino y un programa de lucha como propone el Frente de Izquierda, para dar vuelta esta situación de raíz.
Ese programa solo se puede imponer con la lucha y la organización de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, y para eso también es necesario apoyar a todos los sectores que están en lucha, como los despedidos de Edesur, que este viernes cortaron el Puente Pueyrredón. Desde ese lugar, un trabajador mostró hoy su indignación diciendo que "nosotros no hicimos ninguna fiesta en medio de la pandemia, somos trabajadores esenciales que arriesgamos nuestra vida y así nos pagan". Es la indignación de las grandes mayorías frente a los privilegios del poder.
En ese camino, también hay que pelear por sacar a los sindicatos y todas las organizaciones de masas de su pasividad cómplice con la cual dejaron pasar primero los ajustes de Macri y ahora los del Gobierno actual. Ahí está la fuerza para enfrentar al régimen.
Un programa contra la casta política y sus privilegios
En el marco del escándalo actual, es necesario dirigirse a millones para plantear una salida a esa bronca contra los políticos del régimen capitalista.
Por eso el Frente de Izquierda plantea a velas desplegadas que es necesario terminar con los privilegios, peleando porque todo funcionario o legislador cobre lo mismo que una maestra o un trabajador, terminando con las dietas o sueldos exorbitantes que nada tienen que ver con la vida de un trabajador. Al mismo tiempo hay que imponer la posibilidad de revocar todos los cargos sin obstáculos o maniobras como los que existen actualmente.
Cualquier cuestionamiento serio al régimen actual también tiene que atacar los privilegios de la casta de jueces y fiscales millonarios. Una casta que, junto a los servicios de Inteligencia, opera contra las mayorías populares, los luchadores y también como parte de las internas políticas patronales. Hay que pelear por imponer la elección por sufragio universal de esos funcionarios al tiempo que se termina con todas sus prebendas materiales. Es necesario pelear por imponer el juicio por jurado popular en todas las áreas de la administración de justicia. Que los casos de corrupción sean también juzgados por tribunales populares y no usados demagógicamente al servicio del avance de la derecha o el imperialismo, como sucedió en Brasil con el golpe institucional a Dilma Rousseff.
Hay que pelear por una cámara única de representantes que unifique las funciones legislativas y ejecutivas, sin ese verdadero poder contramayoritario que es el Senado y sin la institución presidencial, con poderes casi de monarca para una sola persona, cuya finalidad esencial es garantizarse el rol de un árbitro sobre la vida nacional.
Un programa de este tipo no puede ser impuesto sin la lucha más activa por parte de la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y las grandes mayorías populares. Implica poner en discusión el conjunto del régimen político. Por eso, si la crisis se profundiza, estará a la orden del día plantear la pelea por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que abra el debate sobre estas cuestiones y plantee la pelea por una democracia mucho más amplia y generosa que la actual. Esa Constituyente también debe plantear las medidas fundamentales para acabar con la decadencia nacional y dar respuestas a las demandas de las grandes mayorías empobrecidas: romper con el FMI y dejar de pagar la deuda a los especuladores; nacionalizar la banca y el comercio exterior; expropiar a los grandes terratenientes; o repartir la horas de trabajo entre todas las manos disponibles, ya que la tecnología actual permitiría que todos trabajemos 6 horas, sin precarización ni desocupación, con un salario que como mínimo sea igual a la canasta familiar.
Los socialistas revolucionarios luchamos por un Gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre. Un régimen político y social que, terminando con el poder económico de los grandes capitalistas, instaure una democracia basada en organismos de autoorganización de las propias masas trabajadoras. Sin embargo, en ese camino y mientras millones aún no comparten esta perspectiva de fondo, planteamos una pelea activa como la que señalamos antes, que permitirá desarrollar un camino de lucha y una experiencia política.