Las declaraciones realizadas por Del Sel sobre la educación, aparecidas en las últimas semanas, abren la oportunidad para debatir sobre política educativa en el marco de un año electoral. En este artículo se pretenden abordar diferencias, similitudes y continuidades entre los proyectos del PS y del FpV, planteando como horizonte una real alternativa, que es la propuesta por el FIT.
Miércoles 13 de mayo de 2015
La semana pasada aparecieron declaraciones del candidato del PRO Miguel del Sel brindando definiciones sobre su proyecto educativo, incorporaba una novedad extraída de la historia de la pedagogía: utilizar la violencia como recurso, los “cintazos”. Estas declaraciones, propias de toda una concepción del mundo, no fue el único elemento que el candidato a gobernador macrista utilizó para precisar su propuesta: la reaparición del pejotista, reutemista y ajustador noventista Mercier, la idea de que los docentes cobren en razón de su capacitación y la aparición de un conjunto de asesores que provienen de la educación privada.
Todos estos factores permiten perfilar una concepción sobre la educación, una clara definición política que genera una profunda marca en la memoria de los trabajadores de la educación y en toda la comunidad sobre un proyecto educativo. Elementos que permiten resumirse en la frase de un funcionario macrista en Capital: "¿Y si asumimos que la educación pública está muerta y con esa plata pagamos a los chicos una escuela privada?".
Esta irrupción ha generado temor –y/o terror– en los docentes. La difusión de estas situaciones se corresponde con el deseo del gobierno provincial del PS de polarizar con el PRO apelando al terror, pero lo que realmente oculta es la continuidad y similitud de un proyecto de política educativa que incluye al gobierno nacional del FpV, veamos…
Palos, amenazas y gendarmes: el proyecto del PS
El “socialismo” se escandalizó de inmediato con los cintazos, pero mientras no terminaba de salir de su asombro reprimió a jóvenes en la ciudad de Rosario en el marco del desalojo de un predio deportivo. O sea, la juventud pobre en Santa Fe sabe que la política hacia ellos es a “palazos”. Este hecho no es aislado y representa una consideración política profunda: el año pasado mientras el gobierno provincial –con apoyo del Gobierno nacional– militarizaba los barrios pobres con gendarmes, pretendió hacer un fuerte recorte en la formación docente, tanto en el aspecto cuantitativo como en el aspecto cualitativo. Si bien esta reforma logró ser parada mediante la movilización de docentes y estudiantes, se desnudó cuál es el proyecto del PS para la juventud: más represión y menos educación.
Pero no solo de reformas que atacaron brutalmente la calidad se ha hecho el proyecto educativo del gobierno provincial. La vinculación con sectores de la educación privada se ha expresado en varias instancias: hace dos años el ministerio de educación avaló un curso sobre educación sexual –brindado por pastores cristianos– donde se consideraba a la homosexualidad como una enfermedad, este año celebró haber aportado 2,5 millones de pesos a la escuela del Padre Ignacio mientras las escuelas públicas se caen a pedazos, más muestras que expresan similitudes.
Otras instancias a considerar son las que hacen a la relación entre el gobierno y los trabajadores de la educación. Este año el Gobierno amenazó descontar los días de paro en el marco de la paritaria a trabajadores que ganan apenas la mitad de la canasta familiar, y casi diez veces menos que la ministra de educación, que en un acto provocativo ahora nos pide el voto. A esto debemos sumar el decreto 3029 que empuja en forma equivalente a los compañeros con más tiempo en el sistema a la sobre explotación trabajando dos cargos –o hasta tres– y precarizando aún más a los reemplazantes. Cerrando esta ecuación podemos ver: represión más explotación más precarización más la Iglesia es igual a peor educación.
El proyecto “nacional y popular” ha reprobado (y con tres meses de vacaciones)
El proyecto de política educativa del FpV no difiere en nada de todas estas consideraciones, no solo se puede decir que Perotti es tan reutemista con Mercier, sino que se pueden y deben sumar otros elementos. Si sobre condiciones laborales de los docentes hablamos, debemos recordar la intención del gobierno nacional de volver a incluir el noventista presentismo en la paritaria del año pasado, así como pactar un salario mínimo de $ 5600, una cifra lejanamente inferior a la mitad de la canasta familiar. Pero en este camino el Gobierno no proyecta solo, toda esta política es posible por sus aliados de la burocracia sindical yaskista de La Celeste, con Sonia Alesso a la cabeza, que avalan paritarias que cierran a la baja y firman los decretos que hacen a las condiciones laborales de los trabajadores sin discusión, mientras consideran que los docentes que pagan impuesto a la ganancia son parte de una elite, como buenos peronistas: burocracia y gobierno unidos triunfarán, mientras pierden los trabajadores.
Aunque este aspecto expresa elementos importantes de la política educativa del FpV no son los únicos a remarcar: la “revolucionaria” Ley de Educación Nacional (LEN) marca una continuidad de los 90 mezclada con retórica progresista. El año pasado cuando salíamos a las calles contra la reforma de los profesorados veíamos que detrás del recorte provincial está –también– el gobierno nacional, la reforma se hacía en el marco de la vigente Ley de Educación Superior que desde 1995 viene privatizando el nivel superior, al servicio del INFD –una especie de CONEAU– que está compuesto por representantes de la educación privada, lo que se dice, una educación al servicio de la Iglesia y los empresarios.
Pero este no es el único elemento de la LEN que expresa continuidad, podemos marcar –entre otros– la privatización encubierta del nivel inicial, ya que mientras el Estado forma docentes –sea por vía directa o mediante subsidios a privadas– para poder trabajar con chicos desde los 45 días, solo reconoce el derecho a la educación desde los 4 años –y recién desde el año pasado–, esta ecuación es fácil: el Estado forma mano de obra que será explotada por privados en jardines maternales, que serán subsidiados con los salarios de los trabajadores que deben trabajar doble turno para sobrevivir generando a la par profundas desigualdades con aquellos chicos que no tengan acceso a esta educación.
Estos son solo aspectos parciales de una política educativa extensa como se puede ver en la pretensión de privatizar la secundaria para adultos mediante la aprobación de espacios curriculares por parte de empresas u ONG, la precarización laboral de tutores académicos y de docentes del Plan Fines, etc. Nuevamente la misma ecuación: privatización, precarización, sobreexplotación, etc, es igual a mala educación.
La voz de los trabajadores y otro proyecto educativo
Las similitudes entre el PRO, FpV y PS permiten apreciar que los cintazos de Del Sel son parte de una concepción amplia de proyecto(s) educativo(s) que tiene grandes ausentes: los sectores trabajadores y los estudiantes. La concepción represiva y privatista pretende poner a la educación al servicio de los intereses de los que se la “llevan en pala”, dejando una educación mercantilizada para quien la pueda pagar y represiva para quien no lo pueda hacer, con trabajadores ultra precarizados.
En contra de esta concepción existe otro proyecto educativo: el del FIT, que plantea una propuesta de política educativa donde el eje sean los trabajadores y trabajadoras, y los y las estudiantes. Un sistema educativo discutido por los trabajadores docentes y no docentes, estudiantes y la comunidad va a poner el eje en las necesidades de estos sectores, poniendo el eje en los aspectos de calidad suprimiendo los negocios que mercantilizan la educación, generando mejores condiciones laborales, que un docente pueda dedicar el tiempo que merece su función y no generar un sistema de sobre-explotación que debilite la formación. Un sistema absolutamente público para democratizar el acceso a los bienes culturales sin injerencia de la Iglesia y los empresarios, terminando con la existencia de educación para ricos y una para pobres. Un proyecto que no se refiere solo a lo que se hace en los ministerios y legislaturas, sino que se sostiene desde los lugares de trabajo, en las calles, mediante la movilización, un proyecto que permita que los trabajadores y estudiantes seamos sujetos políticos.
Por eso, este proyecto de política educativa no es una mera enunciación. Mientras el PRO, el PS y el PJ atacaban el paro docente, mientras GIROS se enorgullecía de “carnerear” el paro, los candidatos del FIT salían a la calle con los docentes, como fueron los casos de Octavio Crivaro y Virginia Grisolía, candidatos a gobernador y concejal del PTS en el FIT, quienes acompañaron la lucha docente en Santa Fe y en Rosario, respondiendo a los ataques de la fuerzas políticas patronales. Este proyecto ha sido apoyado en las legislaturas como por ejemplo con la presentación de un proyecto de jardines maternales públicos bajo gestión de los y las trabajadoras presentado por Christian Castillo en la legislatura bonaerense.
Esta concepción profunda también se ha defendido mediante los proyectos de ley para que los diputados, legisladores y funcionarios políticos cobren como docentes, tal como lo hace Nicolás Del Caño y tal como proponen los candidatos del FIT en caso de ser elegidos. Está es la verdadera diferencia de proyectos contra los “cintazos” del PRO, lo otro es similitud y continuidad. La verdadera dicotomía es una educación al servicio de unos pocos o una educación de los trabajadores y estudiantes al servicio del pueblo.
En el marco de la elecciones este debate debe estar puesto sobre la mesa, pero se defiende en las calles, ya que mientras los grandes partidos patronales cuentan con grandes fortunas para mostrar sus pequeñas fisuras como grandes diferencias, a las opciones de los trabajadores las sostenemos con nuestros cuerpos, por ello las listas del FIT están integradas con numerosos compañeros y compañeras que luchamos por este proyecto educativo, como María Elena Molina, Daniela Vergara, Muni Finkelstein, Franco Casasola, Marina Martinez, Guillermo de los Hoyos, entre otros, y por eso es importante sumarse a la campaña por una alternativa real de los trabajadores.