Breve lectura de “Recursos urbanos”, el último libro del escritor cordobés David Voloj.

Luis Bel @tumbacarnero
Miércoles 11 de julio de 2018
En Recursos Urbanos (Comunicarte, 2018), el quinto libro de relatos del escritor y docente David Voloj, el autor crea un crisol de personajes casi kafkianos, y agrego el “casi”, porque muchos de los personajes de los cinco cuentos que lo componen (al libro, diría David), han cruzado el umbral, y ya metamorfoseados, se han convertido en voraces insectos.
Voloj se ha nutrido de la “fauna” urbana que compone la capital cordobesa, interpelando a la realidad económico-social que la hace posible.
De esta manera, se hace presente la Córdoba de las multinacionales automotrices a través de un empleado jerárquico ávido de un rápido y frágil ascenso social, el cual (como sucede con el país), está sustentado en el endeudamiento constante y en las apariencias.
“Squash” es una especie de “American beauty” autóctono adonde el “sueño cordobés” arranca en Disneyworld y termina en el Super Park.
Tiene lugar, además, en el “paraíso en la tierra” de la clase media aspiracional argentina, materializado espacialmente en dos de los relatos, ya sea como realidad, ya como anhelo: el “country” o barrio cerrado.
En “Recursos”, el country aparece representado como ese topos edénico adonde refugiarse de la inseguridad de un afuera amenazante. Otra vez aquí, el escritor toma porciones de la escena local (como lo son la burbuja y la especulación inmobiliaria) y las densifica, no tanto por el peso de la narración, sino porque logra condensar en una historia cotidiana, casi costumbrista, las contradicciones de un sistema económico que, como un castillo de naipes, apenas logra sostenerse.
Así, un gerente de recursos humanos descubrirá que no hay seguridad privada, ni sistema de alarmas que puedan aislarlo de lo que se encuentra más allá del alambrado. Y que a la vez, ese afuera visto de cerca, ya no emerge como amenazador, sino que también puede salvarlo.
La academia y la intelectualidad también forman parte de este micro universo. Así, en “Inevitable”, un psicólogo con problemas éticos por el costo de su sesión, intenta encontrar respuestas más allá de la lógica científica, buscando escapar de un destino, que al igual que en las tragedias griegas, aparece inexpugnable.
“Plan” es una especie de policial sin crimen. En donde una joven pareja que a duras penas llega a fin de mes y vive en un monambiente, planea estafar a un miembro de la decadente “aristocracia” mediterránea, el cual, en apariencia, se encuentra solo y vulnerable. Pero rápidamente se darán cuenta que detrás de lo aparente hay una clase depredadora que, ha amasado su fortuna viviendo en un estado de delito permanente.
Otra pareja es la protagonista de “Inseguridad”, un relato breve donde se narra la paranoia en la que ha sido sumida la sociedad y el rol que han cumplido en esto los medios de comunicación, señalados como al pasar, en el detalle de una pantalla encendida.
Entre esa pantalla y el crujir de otra, queda la sensación de que a los cuatro personajes, solo el amor los salvará de las fieras.
La voz narradora, siempre omnisciente, deja saber lo justo y necesario para que el lector y la imaginación hagan lo suyo. A la voz del autor (desde un punto de vista bajtiniano), se la puede escuchar susurrando encerrada entre dos paréntesis, en la mención a Lenin en uno de los cuentos, y en lo metatextual: en las citas de Ionesco y Trotsky, que en cierto modo hacen las veces de prólogo, abren, y (si se quiere) funcionan como una especie de guía para la lectura.