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Debate sobre mayo del 37: lecciones de la revolución española y su actualidad

Redacción Contrapunto

Debate sobre mayo del 37: lecciones de la revolución española y su actualidad

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Agustín Guillamón y Santiago Lupe conversan y debaten sobre el significado de la insurrección de mayo del 37, sus principales lecciones y la actualidad de las mismas para las revoluciones del siglo XXI.

El pasado martes 31 de mayo, en la Biblioteca Gótic Andreu Nin de Barcelona, se celebró una charla debate con motivo del 85 aniversario de los Hechos de mayo de 1937 organizada por Esquerra Diari. El acto estuvo moderado por Verónica Landa, miembro del su comité de redacción, y tomaron la palabra los historiadores Agustín Guillamón y Santiago Lupe.

El emplazamiento no podía ser mejor. La actual biblioteca se encuentra en el antiguo Hotel Falcon, sede de los internacionalistas del POUM situada en la plaza del Teatro, uno de los espacios que se poblaron de barricadas obreras en aquellas jornadas en las que los trabajadores y trabajadoras de Barcelona se levantaron en armas para defender la revolución social.

Guillamón es un historiador militante, experto en la revolución social del 36 y el movimiento libertario. Destacan sus trabajos sobre los comités de defensa de la CNT y su papel en la derrota del golpe y la reorganización de la economía y la sociedad revolucionaria de las semanas y meses posteriores. También el rescate que ha hecho de las historias de vida y militancia de muchos revolucionarios, y en especial del ala izquierda del movimiento libertario y la agrupación Amigos de Durruti, que se destacaron en su lucha por una alternativa a la colaboración de la dirección de la CNT con el gobierno de la Generalitat y la República.

Lupe es historiador, director de Izquierda Diario y militante de la CRT. Es un estudioso e investigador a la guerra civil, el Franquismo y la Transición, en particular de las corrientes de la extrema izquierda, desde el POUM de los años 30 a los grupos trotskistas, consejistas o maoístas de los 60 y 70. Participó en la compilación y el prólogo de La Victoria era Posible, parte de la colección de Obras Escogidas de león Trotsky editada por Ediciones IPS, en cuyo apéndice se recogen también otros textos de Nin, Rebull o los Amigos de Durruti.

El debate se desarrolló en tres bloques introducidos por varias preguntas. La primera de ellas interrogaba cómo se había llegado al golpe republicano-estalinista de mayo del 37, en una ciudad en la que apenas 11 meses antes la clase trabajadora era la dueña absoluta de las fábricas, la calle.

Guillamón y Lupe abordaron los antecedentes que explican la potente respuesta del proletariado ibérico contra el golpe militar, en especial en ciudades como Barcelona, la capacidad creativa demostrada por la clase obrera con la puesta en marcha de la revolución del 36 y cómo las direcciones obreras, junto al gobierno republicano, trabajaron desde el primer momento para “primero acabar con la revolución, y después ya se vería que pasaba con la guerra”.

En el segundo bloque, Guillamón hizo un detallado recorrido sobre las jornadas previas y los mismos Hechos de Mayo, dando cuenta de la sostenida y persistente resistencia del proletariado catalán a los intentos gubernamentales de acabar con las conquistas revolucionarias de julio con la complicidad de sus propias direcciones. Lupe planteó la hipótesis de qué hubiera pasado si las direcciones del POUM y la CNT, o un sector de esta, en vez de oponerse al levantamiento, se hubieran decidido a establecer un gobierno de trabajadores en Barcelona, y el posible efecto de contagio revolucionario que en su defensa se podría haber extendido por el resto de la península y más allá de los Pirineos.

Por último, se abrió el debate sobre las principales lecciones que dejó planteada la revolución española y su derrota. Ambos ponentes coincidían en que la enorme fuerza social de la clase trabajadora para acabar con el orden capitalista y poner los cimientos de una nueva sociedad quedaron más que constatados. De la misma manera que la resistencia de la burguesía y las corrientes a su servicio en el movimiento obrero - tanto los dirigentes socialdemócratas y estalinistas como la dirección de la CNT- se mostró como una barrera que, o se vencía o la revolución acababa desactivada o aplastada.

En este turno se abrió un intenso intercambio y debate sobre la actualidad de estas lecciones, y en particular sobre la necesidad de construir una dirección revolucionaria alternativa a las conciliadoras de clase, en la forma de partido.

Guillamón defendió la no necesidad de este tipo de organización y que hubiera bastado con el desarrollo y coordinación de los comités revolucionarios y milicias, centralizándose en una Junta revolucionaria, tal y como sostuvieron grupos como Los Amigos de Durruti, para lograr destruir por completo el Estado republicano.

Lupe, por el contrario, consideraba que la revolución española demuestra que para que haya revoluciones no es necesario la existencia de partidos revolucionarios. Sin embargo, para que en estas revoluciones puedan desarrollarse y coordinarse los organismos de autoorganización, como fueron los comités del 36 o los soviets en la Rusia del 17, era imprescindible la existencia previa de partidos que, como el bolchevique, pelearan conscientemente por ello en contra de las direcciones conciliadoras que trabajaban en un sentido opuesto.

Este ha sido el único acto celebrado en Barcelona en este 85 aniversario. Además de como un merecido homenaje a aquella potente insurrección obrera, Verónica Landa lo presentó y cerró como un ejercicio de recuperación de las lecciones de aquella gran revolución, y su propia derrota.

La historia de nuestra clase es un arma cargada de futuro para quienes estamos convencidos de que el capitalismo nada tiene que ofrecer a la humanidad y que en el combate contra él no podemos partir de cero. Este sistema no solo promete traernos nuevas crisis, guerras y otras catástrofes, como las que hoy llenan las portadas de los diarios, sino también nuevas oportunidades revolucionarias para las que no basta una espera pasiva, sino que nos tenemos que preparar conscientemente para que, esta vez sí, la victoria sea posible.


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