El pasado fin de semana se realizó el primer Encuentro Nacional de Trabajadores, que contó con casi 500 trabajadores inscritos de distintos gremios y estados del país. Aquí abordamos las principales discusiones y conclusiones de este importante encuentro.
El pasado 1 y 2 de agosto se realizó en primer Encuentro impulsado por el Movimiento Nacional Contra la Precarización y los Despidos. La iniciativa tuvo una gran respuesta con casi 500 trabajadores inscritos de diversos gremios y estados.
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En las mesas de discusión del primer día, cientos de trabajadores, mujeres y jóvenes discutimos cómo proponer una salida favorable a los trabajadores, frente a una crisis económica y social de proporciones históricas, producto de la pandemia por Covid-19.
En las mesas, los trabajadores expresamos las principales problemáticas que enfrentamos en nuestros centros de trabajo, como son los despidos, recortes salariales, prestaciones e insumos básicos, así como un aumento alarmante de la precarización laboral.
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Las centrales sindicales frente a la crisis económica
La crisis económica y el plan de las principales patronales nacionales y multinacionales nos llevó a profundizar en discusiones sobre cómo debemos posicionarnos ante a las distintas direcciones sindicales existentes, qué hacer frente a la burocratización de los sindicatos y qué posición tener ante al gobierno de la Cuarta Transformación. Todas ellas, discusiones fundamentales para definir las acciones que llevaremos adelante y el carácter de las mismas.
En un ambiente fraterno, se abrió el debate sobre las principales centrales sindicales donde el conjunto de los asistentes coincidimos en el rol canalla y traidor de la burocracia de la Confederación de Trabajadores de México, quienes vienen avalando los despidos masivos y los recortes salariales, fieles a la patronal.
Por otro lado, discutimos sobre la convocatoria a una Convención Nacional de las organizaciones sociales y civiles realizado por aquellas centrales que se reclamen democráticas como la Unión Nacional de Trabajadores, la Confederación Internacional de Trabajadores y la Nueva Central de Trabajadores. Desde ahí, estas centrales pretenden convocar a un Diálogo Nacional desde el cual arrancar un acuerdo con el gobierno y el empresariado.
En esta discusión inicial que se dio en las mesas de trabajo, se planteó que el programa de la convocatoria a la Convención Nacional –con propuestas como reformas constitucionales– es erróneo, ya que parte de una política que imponen las direcciones sindicales sobre el rol que debemos jugar los trabajadores bajo la Cuarta Trasformación, donde que pareciera que sólo debemos abocarnos a presionar y acompañar “críticamente” al gobierno obradorista.
Además, la convocatoria llama a “fortalecer la democracia”, cosa que no concuerda con el sentir de los amplios sectores populares que cuestionan las medidas autoritarias de la 4T como la militarización, los miles de despidos de trabajadores estatales y la imposición de los megaproyectos.
Consideramos que es fundamental la unidad en las calles de las principales centrales que se reclaman democráticas; sin embargo, criticamos que dicha convención excluya a las bases de los sindicatos que se agrupan en estas centrales, ya que, a la fecha, no hay convocatoria a asambleas departamentales ni generales, para discutir qué medidas y propuestas consideran fundamentales los trabajadores de base para llevar adelante frente a la crisis.
No puede existir un diálogo nacional sin la participación activa de la base trabajadora, ésta es –junto a la discusión de qué programa y salida debemos impulsar la clase obrera– una de nuestras principales diferencias con el carácter de la convocatoria. A lo que apunta la misma es a forjar una “unidad por arriba”, entre empresarios, el gobierno y las direcciones sindicales; un acuerdo cupular que corre el riesgo de asentar, de manera antidemocrática, una posición política que no discutió la base trabajadora.
Es decir, según el programa de esta convocatoria, los trabajadores debemos presionar cuando sea necesario, o aconsejar al gobierno de Morena, que es amigo de los empresarios. El objetivo que proponen estas direcciones sería buscar una serie de reformas constitucionales, con la ilusión de aminorar así el impacto de las principales decisiones que los empresarios han tomado, dejando a 15.7 millones de trabajadores en la calle, y reduciéndole el salario a 15.2 millones de trabajadores. Esto, mientras el gobierno, en aras de no tensar la relación con algunos sectores empresariales, ha decidido aplicar recortes presupuestales a todas las dependencias de gobierno, educación cultura e, incluso, salud.
Venimos de una crisis económica mundial en 2008, dónde los principales gobiernos intervinieron, decididamente, para rescatar a los bancos y las empresas a costa de dejar a millones de trabajadores sin salario y hasta sin hogar.
Esta situación muestra, claramente, que los trabajadores debemos profundizar esta discusión: o levantamos la perspectiva que proponen estas direcciones sindicales –de reforma del capital– para construirle un rostro más amable al actual sistema capitalista, subordinando al movimiento obrero al gobierno, o nos organizamos de manera independiente para levantar las demandas más sentidas por los trabajadores y el pueblo pobre –como son el problema de la tierra, la cuestión ambiental, la salud, la educación entre otras–. Donde, además, luchemos por una salida que ponga en cuestión a un régimen que se mantiene en los estrechos márgenes de no tocar los intereses de los grandes capitales y profundizar el cuestionamiento a la explotación, la opresión y la depredación.
Partiendo de esta discusión inicial, los participantes coincidimos, y por eso fue uno de los principales resolutivos del Encuentro, en la necesidad de llamar a las principales centrales que se reclaman democráticas –en consulta a sus bases– a ponerse al frente de un verdadero plan de lucha contra los despidos y la precarización laboral, así como la exigencia de que pasen de las palabras a los hechos mediante la solidaridad activa con los principales conflictos en curso, como la huelga de Chapingo y Notimex y la lucha de los profesores precarizados de la UACM.
¿Qué hacer en los sindicatos?
Otra discusión, surgida en este contexto –y a raíz de la caracterización de las principales direcciones sindicales– se refirió a si lo planteado es apostar a la construcción de nuevos sindicatos que surjan con estatutos más democráticos y agrupen solo a sectores combativos, o debemos pelear por la recuperación de los sindicatos hoy en manos de la burocracia sindical, como organismos de lucha. Una discusión inicial que es fundamental seguir profundizando.
Consideramos que es legítimo, que los trabajadores decidan organizarse como mejor les parezca y que, allí donde no exista un sindicato o se trate de un sindicato blanco, es una posibilidad constituir sindicatos independientes.
Sin embargo, el contexto en que se realiza esta discusión –y el mismo Encuentro– es que la clase obrera viene de duros golpes que han logrado imponerle los empresarios de la mano de los viejos gobiernos panistas y priistas: como la subcontratación y el outsourcing, cuestión que dejó intacta la reforma laboral del gobierno del Morena, y que agudiza la situación de precarización laboral dónde menos del 10 % de los asalariados se encuentran sindicalizados.
Los empresarios apuestan a precarizar, de conjunto, a los trabajadores y mantener un férreo control entre los sectores estratégicos como los electricistas, la minería, la industria automotriz y autopartista. En ese sentido, levantar sindicatos independientes como perspectiva estratégica y regla de acción desde los sectores combativos, corre el riesgo de que la vanguardia se quede al margen de la base trabajadora, que sea incapaz de influirla y se atomice en un sindicato que no tenga verdadera influencia entre los trabajadores de base.
Los sindicatos no son de los burócratas, son de los asalariados; por lo que es fundamental apostarnos a recuperarlos como herramientas de lucha que respondan a los intereses de la base trabajadora, pero que también se apuesten a defender a los sectores más precarizados para lograr la más amplia unidad del movimiento obrero. Por ello, deben poner sus fuerzas al servicio de toda lucha de los trabajadores como las huelgas de Chapingo, UACM y Notimex, y que frente a la crisis levanten una política combativa e independiente al gobierno de Morena.
Para impulsar esto, se vuelve fundamental la construcción de corrientes clasistas, combativas y democráticas, que se propongan agrupar a los mejores elementos de la clase obrera para plantear un programa nacional de lucha que se apueste a romper la tregua con los empresarios y a mantener la independencia política.
Este debate es fundamental, por lo que es clave seguir profundizando en él, más allá de las principales resoluciones del encuentro.
Los trabajadores frente al Morena
La cuarta transformación sigue teniendo el apoyo de millones de trabajadores, el cisma que implicó la profunda derrota de los partidos del Pacto por México en el terreno electoral, sigue estando capitalizado, en gran medida, por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Figuras del mismo gabinete como Víctor Toledo expresan que el gobierno federal está plagado de contradicciones que, a la luz de la crisis económica, se hacen aún más evidentes. La política de gobierno para ricos y pobres comienza a pesar más contra los pobres que para los ricos, como explicamos arriba.
El gobierno de Morena mantiene, en aspectos centrales, políticas neoliberales mientras sostiene una retórica progresista acompañada de algunas medidas puntuales, como los programas sociales, que son absolutamente insuficientes para responder a las enormes aspiraciones populares.
Por eso, el gobierno de la Cuarta Transformación se apuesta a darle continuidad a los planes del imperialismo mediante la aprobación del T MEC, principal razón del reciente viaje de AMLO a los Estados Unidos, lo que refrenda una subordinación política y económica a los intereses de la Casa Blanca, razón por la cual nada bueno puede emanar de un acuerdo que implica un redoble en la precarización laboral. Lo que echa abajo su discurso de “antineoliberal”.
Frente a esta situación, los trabajadores que asistimos al Encuentro discutimos la necesidad de que el movimiento, así como el Encuentro Nacional, mantuvieran plena independencia política del gobierno a partir de levantar una política combativa que llame a los trabajadores a movilizarse para frenar los despidos, las rebajas salariales y los recortes presupuestales.
Unidad de los trabajadores
Una de las principales conclusiones del encuentro fue que, en medio de luchas puntuales que se han dado en la industria maquiladora, algunas minas, sectores estatales y el sector salud, el descontento generalizado no se ha podido expresar por responsabilidad de las direcciones sindicales, quienes se niegan a romper la tregua con los empresarios y actuar de manera independiente al gobierno y el régimen político.
Pero el temor a los contagios en las fábricas y a los despidos también retrasó una dinámica de resistencia más generalizada. En ese marco, las luchas que se han dado, pueden ser síntomas de una posible emergencia de una resistencia mayor de la clase trabajadora.
Las principales resoluciones del Encuentro apuntan a que los cientos de trabajadores inscritos y decenas de organizaciones sindicales, políticas y sociales que se dieron cita en este primer encuentro, forjemos un polo combativo de vanguardia que plantee la necesidad de la unidad en la acción de la clase trabajadora, para frenar los despidos y la precarización laboral.
El Encuentro resolvió hacer un llamado a las principales direcciones sindicales que se reclaman democráticas como la UNT, la CIT, la NCT y la CNTE, a pasar de las palabras a los hechos y se pongan a la cabeza de un llamado a un verdadero plan de lucha contra la precarización y los despidos y la solidaridad incondicional con las luchas en curso, proponiendo a sus bases ser el motor de esta tarea.
Por otro lado, en Encuentro aprobó la necesidad de levantar un programa de lucha con plena independencia política de la derecha y los empresarios, pero también del gobierno de la Cuarta Transformación, mediante el llamado a nutrir las movilizaciones de diversos sectores asistentes al encuentro y la resolución de los conflictos como las huelgas de Chapingo, Notimex, la UACM entre otras.
Desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas consideramos que este reagrupamiento de un polo combativo debe plantearse la necesidad de luchar por el frente único obrero, mediante el llamado a las direcciones sindicales de masas para luchar porque la crisis la paguen los capitalistas.
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