La campaña se hizo viral en esta semana. Las redes sociales se llenaron de fotos y videos de trabajadoras y trabajadores de la salud. Pero también se multiplicaron los debates en los grupos de whatsapp. El silencio no es salud.
Sábado 21 de marzo de 2020 19:51
A pesar de las distintas opiniones hay una certeza común para todo aquel que trabaje en salud. Si la pandemia avanza sobre el sistema de salud ya colapsado, este no resiste. Ronda el recuerdo de que el 10 % de los muertos en la epidemia del H1N1 en el 2009 fueron trabajadoras de salud. Con algunos casos trágicos de compañeras que cedieron sus barbijos.
“Nos mandan a la guerra sin armas. Pero estamos acá resistiendo”. En todos los grupos se reproducen los videos de las profesionales de España o Italia desesperadas y con la cara destruida. “Por favor #Quedateencasa” es la conclusión y el llamado desesperado.
Ante algunas de las detenciones por incumplir la cuarentena están quienes dicen “¿Qué hacían en la calle, inconscientes? No son vacaciones. Por favor #Quedateencasa”. Pero llega la noticia del pibe pintor demorado porque no es trabajador esencial, si no pinta en casa no hay comida. “Por qué se agolpan en los supermercados?, ¡ignorancia!, dice resuelta la cronista de TN”. Y una de las señoras explica que el jueves se recibió la tarjeta alimentaria y ese “es el super más barato, no nos queda otra”. Los grupos se silencian por un rato. No hay ninguna medida concreta del gobierno sobre la situación de los sectores más vulnerables.
“Hasta que no haya test, hay que mantener el aislamiento, ¡Por favor!”. Pero los testeos no están en el plan. En un Malbrán desfinanciado hay capacidad de realizar 180- 220 test por día. Ningún funcionario informa cuantos se hacen y si solo se realizan a casos severos o sospechas por síntomas. En los medios se anunció que hay 50 mil tests pero no se indica ni cómo se distribuirán ni como se comenzarán a hacer. Estamos muy lejos de los 250 mil que se necesitan para llegar a los parámetros de Corea del Sur. Frente a esto, estudiantes de medicina reclaman la apertura de los 34 laboratorios de la UBA para ponerlos a disposición de garantizar los testeos.
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Y siguen los relatos:
• “Mirá acá somos 4 enfermeras con 14 pacientes, 5 grados 3 (complejidad) y una grado 5. Nos dan barbijos contados, tenemos aislamientos respiratorios, también lo usamos para trabajar con los catéteres y demás...en cuanto a la pandemia nadie nos dio una charla, un protocolo y menos que menos un kit de protección. Nuestro CIM no es un CIM de baja complejidad. Nuestros chicos son lábiles… Hay habitaciones que no funcionan los lavados ni en el estar de enfermería... básico: lavado de manos”
• “Si, bronca, impotencia, te replanteas un montón de cosas...igual creo que es una cuestión de desprecio por la profesión en el italiano pasa lo mismo... los barbijos se piden a supervisión, te dan uno por guardia… sacaron el alcohol en gel de los dispensadores y los frascos de las mesadas… nos exigen desinfectar equipos y cables entre paciente y paciente pero no suspenden una cirugía...viejos de 98 años operando se las cataratas...la sociedad es una mierda también”.
• “Acá sola...mi compa fue a cubrir cq. Nos dieron un alcohol en gel,barbijos comunes y un barbijo 3M. Nada más”.
Entonces, ¿qué medidas necesitamos?
No pocos comentarios expresan que “estamos en guerra”, que “nos mandan a los soldados al muere”, que de esta salimos todos juntos y no hay que discutir. Prima la desesperación de saber que no hay ni infraestructura ni insumos necesarios. Ante esta situación que nuevamente desnuda la crisis del sistema de salud la medida de la cuarentena se ve como la única salida.
Pero no es una guerra, es una pandemia. Y hay muchas cosas que se pueden preveer, afectando las ganancias de los empresarios. Ni aun así nos tendríamos que resignar que el gobierno tome medidas como monarca, reprima en las calles a quienes no tienen el privilegio de poder quedarse en casa, ni nos “mande al muere” a las trabajadoras de la salud sin las medidas de protección necesarias.
Teniendo en cuenta otros factores para evaluar la mortalidad (densidad y edad poblacional, índice de pobreza, condiciones del sistema de salud, etc), en los países en que se realizaron test masivos junto a medidas de aislamiento social la reducción de la mortalidad fue significativa. Pero por sobre todas las cosas, es la única forma de planificar la atención y las prioridades. Por eso el eje central es la ralentización del contagio, el diagnóstico precoz y el aislamiento efectivo. Con test a todo caso sospechoso o de contacto, grupos de riesgo o exceptuados de la cuarentena y las medidas de aislamiento efectivo. No es lo que está sucediendo con la cuarentena masiva y sin plan dictaminada por el gobierno.
Para atender la salud en forma integral es necesaria la asistencia y aumento de subsidios para quienes viven del trabajo informal, en la calle o desocupados. Así como la suspensión de los despidos e imposición a las patronales de licencias pagas. Repudiamos la militarización y represión.
Una medida básica de emergencia es unificar ya el sistema de salud, que está descentralizado en subsectores privado, público y obras sociales. La provisión inmediata de los insumos básicos, como alcohol en gel, barbijos y camisolines que cumplan las normativas establecidas por la OMS. Es necesario confiscar a toda empresa que los produzca y comenzar la producción nacional reconvirtiendo las industrias necesarias bajo control de los trabajadores. Así como para cubrir los respiradores, equipamiento de salas y construcción inmediata de hospitales para alcanzar las camas mínimas necesarias.
Por presupuesto inmediato para llevar adelante un plan integral a la altura de la crisis sanitaria, en base al no pago de la deuda externa y el impuesto a las grandes fortunas.
De la impotencia salimos con la organización
Tenemos que rechazar toda categoría de héroes de guerra, las muertes de trabajadoras y trabajadores de la salud por desidia estatal se pueden evitar si se actúa ya. En cada sala o aprovechando las redes sociales necesitamos un relevamiento real de la situación de la Salud Pública poniendo en pie comités de higiene y seguridad por hospital, con delegados por sector para que quienes realmente sostenemos los hospitales públicos podamos decidir lo que necesitamos para enfrentar la pandemia.