Alrededor de 10 mil personas están en tránsito desde el sur de México. Huyen de la miseria y la violencia de sus países de origen. Buscan llegar a Estados Unidos, mientras el xenófobo Trump sigue vociferando amenazas, y los gobiernos centroamericanos y mexicanos deportan y reprimen a los migrantes. Tendamos la mano a nuestros hermanos migrantes.
Martes 23 de octubre de 2018
Trump recortará las “ayudas” que entrega Estados Unidos a los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador. “Ayudas” que en realidad para lo único que sirven es para financiar a las fuerzas represivas y aumentar las fortunas de los gobernantes y los empresarios; todos al servicio de la “seguridad interior” de los Estados Unidos.
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Según se dio a conocer, hasta el 20 de octubre se registraron 7.233 personas para acceder a las instancias de atención a migrantes del gobierno de México. A su vez, se estima que de 2 mil a 3 mil personas cruzaron el río Suchiate, frontera mexicana-guatemalteca.
Mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos son parte de esta nueva ola migratoria. Los empuja la desesperación. Ya no pueden vivir en sus países, sin oportunidades de trabajo y a merced de la violencia que despliegan el crimen organizado y las fuerzas represivas, muchas veces asociados. Han sorteado la brutal represión de la policía federal mexicana en la frontera y siguen su marcha. En el camino, se extienden las manos solidarias del pueblo mexicano, que los apoya con palabras de aliento, donaciones de ropa y calzado, y de alimentos.
Está en curso una crisis humanitaria provocada por la criminalización y la represión que los gobiernos serviles de Guatemala, Honduras y México despliegan contra los migrantes. Le hacen el trabajo sucio al xenófobo y racista Donald Trump, quien edificó su fortuna sobre la base de la superexplotación de trabajadores migrantes en la industria de la construcción y de la hotelería en Estados Unidos.
El gobierno de Trump es la continuidad de una larga historia de agresión imperialista contra la región centroamericana, al punto que para casi todos los efectos Centroamérica es el "patio trasero del imperialismo". En este sentido en la región se sufren todas las desgracias del capitalismo estadounidense. La crisis económica del 2008 tuvo un impacto profundo en la región, generando desempleo, gobiernos represivos, acrecentamiento de las barbaridades capitalistas y también de la migración. El gobierno de Juan Orlando Hernández en Honduras es un buen ejemplo de lo que es la región después de la crisis del 2008. Es por ello que los principales responsables de la migración son tanto el imperialismo estadounidense con Trump a la cabeza como los gobiernos mexicano y centroamericanos, serviles y sumisos al imperialismo pero brutales contra sus respectivas clases trabajadoras y sectores populares.
La represión de las autoridades mexicanas está elevando la conciencia de un sector de los migrantes que denuncia la subordinación de Peña Nieto al imperialista Trump.
México: uno de los países más peligrosos para los migrantes
Año tras año los migrantes han emprendido una de las travesías más peligrosas del mundo para atravesar México y llegar a suelo estadounidense con la esperanza de una vida mejor. Escapan del crimen organizado de sus países de origen, vinculados a los partidos de los empresarios, y de la miseria en la que han sumido esos partidos a los países centroamericanos.
En suelo mexicano los migrantes se enfrentan a la brutalidad de los agentes migratorios, la policía, el Ejército y la Marina, además de las inclemencias del tiempo. No podemos olvidar casos como las masacres de San Fernando, Tamaulipas, cuando la policía entregó a cientos de migrantes a los cárteles, y los ejecutaron. Sus sueños, sus esperanzas, se desvanecieron en la bruma terrible de la militarización y el florecimiento del crimen organizado.
Esta caravana ha reunido miles que intentan entrar a México y atravesar el país para cruzar el Río Bravo, una riesgosa aventura que cotidianamente enfrentan miles de mexicanos. Sin recursos, sin dinero, casi sin maletas.
Son trabajadoras, trabajadores, campesinos pobres, y sus hijos, desplazados por la voracidad y la rapiña capitalista, sobrevivientes de la militarización. Son hermanas y hermanos de la clase trabajadora, las comunidades, los pueblos originarios, las mujeres y los jóvenes de México, que enfrentan desplazamientos en las zonas rurales, por el narcotráfico y los megaproyectos, que también viven la superexplotación en las trasnacionales que operan en México y han vivido en carne propia las nefastas consecuencias de la “narcoguerra” y la militarización.
En 2017, otros migrantes centroamericanos, que estaban de paso, detuvieron su camino para apoyar en las labores de rescate tras los sismos de septiembre. Eso, el gobierno y los sectores reaccionarios de México lo olvidan. Luchemos contra el muro de Peña y la xenofobia que promueve el gobierno en medios masivos de comunicación y redes sociales.
Solidaridad obrera y popular con los hermanos centroamericanos
Hoy, necesitan del apoyo de los trabajadores y el pueblo mexicanos. Seamos miles en las calles, para movilizarnos por plenos derechos sociales y políticos para todos los migrantes, por el libre tránsito de personas en los países de la región. ¡Ningún ser humano es ilegal!
Despleguemos la solidaridad efectiva con nuestros hermanos migrantes; los sindicatos y organizaciones populares y de izquierda debemos ponernos al frente de eso. Hagamos acopios de víveres, ropa y materiales de primeros auxilios en cada centro de trabajo, en cada centro de estudio, en cada colonia. Que se organicen albergues dignos en los sindicatos, las escuelas y los terrenos de vivienda, que controlan las organizaciones del movimiento urbano popular. Que en esos lugares se proteja a los migrantes de las deportaciones. ¡La clase obrera es una y sin fronteras!
Es necesario organizar un Encuentro Nacional de solidaridad con la caravana migrante durante su paso por la Ciudad de México, para crear una red nacional, que organice la recepción a la caravana por los distintos estados.
Pongamos un alto a las bravuconadas de Trump, que separó a miles de niños migrantes de sus familias y los mantiene encarcelados. Estamos hartos de sus insultos y de sus amenazas, de su muro y sus cárceles privadas. Movilicémonos al grito de ¡Abajo el muro y todas las políticas antimigrantes de Trump!
Contra la subordinación servil del gobierno mexicano, que oficia de gendarme de la ofensiva antimigratoria del imperialismo estadounidense, y los gobiernos centroamericanos que también ejecutan sus órdenes, pongamos en pie un movimiento continental contra la injerencia imperialista en la región, por plenos derechos sociales y políticos para todos los migrantes y por el libre tránsito a través de los países de la región.