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Red Internacional
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Del Estallido a la crisis del covid-19

Nos encontramos en momentos de crisis mundial donde los gobiernos proponen soluciones drásticas acorde a los intereses de la clase capitalista que representan. La clase trabajadora tiene la tarea de construir un programa para dar salida a esta crisis, en favor de las grandes mayorías.

Martes 31 de marzo de 2020

La pandemia del Covid-19, que se da en el marco de la crisis económica internacional, provocará no sólo miles de muertos por efecto del virus, sino una intensificación de la recesión, despidos, cierres y otras calamidades que los capitalistas buscarán descargar sobre el pueblo trabajador. Teniendo su epicentro en China, Europa y EEUU, llega a Chile cuando la rebelión iniciada el 18O no había sido derrotada, pese a la represión y los engaños que intentaron.

Como cuando saltamos los torniquetes y acusamos a quienes eran los responsables de estos 30 años, la pandemia pone al desnudo lo que aún se mantiene en pie: la herencia de la dictadura.

Hospitales sin infraestructura, presupuestos de miseria, falta de elementos de higiene. El gobierno, como de costumbre, pensó en una solución para sus amigos: los empresarios.

En primer lugar, obligar a seguir trabajando a millones, viajando hacinados en el Metro, entrando en las minas, fábricas y puertos. Trabajar hasta enfermarse, esa es la política de Piñera. Todo, para que la maquinaria donde ponemos el cuerpo las y los trabajadores no se detenga ni un minuto. Nosotros no podemos más que ir a trabajar para poder vivir, y ponemos en peligro nuestra salud y la de nuestras familias para llenar los bolsillos de los empresarios.

Para completar el cuadro, la Dirección del Trabajo habilitó una resolución donde se establece que las empresas pueden suspender por “problemas de causa mayor” sin pago alguno. Así, millones deben optar entre poner su salud en riesgo “en la pega” o directamente no tener ingresos. Junto a esto, les dio descuentos en impuestos, créditos baratos, y subsidios a las empresas. El toque de queda quedó establecido entre las 22 horas y las 05:00 horas, para asegurar la jornada laboral e intimidar cualquier muestra de protesta.

En lugares como Minera Escondida, siguen trabajando y la empresa expresó al Sindicato que consideraban que iban a enfermarse el 30% de los trabajadores, pero que iban a seguir en faena y pondrían un hospital de campaña para atenderlos.

La salud de mercado dejó a los hospitales sin insumos y sin la cantidad de médicos, enfermeras y trabajadores de aseo necesarios. La infraestructura de la salud pública es deficitaria, se cae a pedazos, como lo vimos en el ejemplo peligroso e inhumano del Hospital Barros Luco, donde doctores tuvieron que terminar una operación alumbrando con la luz de celulares. Esta crisis es expresión del desfinanciamiento que los gobiernos de la derecha, la ex Concertación y la ex Nueva Mayoría han realizado durante 30 años.

Los hospitales que ya no daban abasto en tiempos normales, tendrán que recibir además miles de enfermos. La política de “salud de mercado” resultó ser criminal. El país cuenta con 2,2 camas por cada cada mil habitantes, llegando a las 40.000 (y la minoría de las camas cuenta con ventilador respiratorio). El gobierno habilitó un aumento de presupuesto para aumentarlas a 2,4. Chile está en este ítem en el puesto número 100 a nivel mundial, por detrás de países más pobres como Tonga que tiene 2,6.

En cuanto a los test, el gobierno ocultó deliberadamente los datos. Dicen que ahora se podrían empezar a hacer 3.000 por día, pero no informan la cantidad real que se hace y recién ahora habilitarán algunas clínicas y hospitales para llegar a esa cifra, y poder no solo hacerlos, sino que obtener resultados rápidos. El objetivo es que no se conozcan los verdaderos números de contagiados, para presionar a que todos sigan trabajando. Junto con esto, en los hospitales la “orden” es testear solo a quienes tengan síntomas “moderados o graves”, dejando afuera al 80% de los contagiados que tienen síntomas leves.

Y esto va a empeorar. Si antes del virus las filas y las listas de esperas de los hospitales eran enormes y los abuelos morían esperando ser atendidos, ahora a eso habrá que sumarle los miles que deberán ocupar espacio y atención por el Coronavirus.

Se necesita un programa de emergencia para poder enfrentar esta crisis

Frente a la situación actual es necesario tomar medidas de emergencia. Para ello lo inmediato es dar licencias pagadas 100% para todos aquellos que realizan tareas no esenciales para combatir el virus, con salarios garantizados, sin descuentos. Otorgar un sueldo a quienes viven “al día”. Prohibir los despidos y si hay licencias temporarias, que sean sin reducción salarial. Las empresas y lugares que deben mantenerse en actividad como hospitales y mercados o farmacias, tienen que contar con Comisiones de Seguridad e Higiene para garantizar que esa "Primera Línea" tenga todo lo necesario para no contraer la enfermedad. Los test tienen que ser gratis y masivos, a todos los que tengan síntomas, a las personas cercanas y sectores de riesgo. Además, reconvertir todas las empresas donde sea posible poner la producción al servicio de la pelea contra el virus.

No puede haber millones trabajando, arriesgando su salud, para las ganancias capitalistas, produciendo elementos innecesarios para la situación actual mientras faltan elementos para impedir una tragedia de magnitud

La población debe poder alimentarse correctamente, quitando para ello todos los impuestos a los bienes de consumo básico. Para poder usar todos los recursos disponibles es necesario centralizar el sistema de salud público y privado en uno único, estatal y controlado por los trabajadores, y expropiar a las laboratorios y clínicas privadas que se nieguen a funcionar de inmediato bajo un plan de emergencia centralizado. No puede morir una persona más por no tener atención adecuada.

Los ancianos son un sector de riesgo. Y el riesgo no solo por la edad, sino que se aumenta por las pésimas condiciones de vida que les imponen las pensiones de hambre. >Hay que aumentar el ingreso por pensiones a cargo de las AFP para que ningún abuelo o abuela gane menos de 500.000 pesos, en el camino de poner fin de las AFP, para hacer un sistema estatal bajo gestión de los propios pensionados y los trabajadores, que garantice un ingreso para todos los ancianos igual a la canasta familiar. No puede haber un país donde la vejez signifique tanto sufrimiento. Nuestra generación no puede permitir semejante atrocidad.

Ninguna persona puede no contar con los ingresos suficientes para poder vivir, mucho menos en esta situación. Hay que establecer un salario mínimo de 550 mil pesos, fin de la precarización, del subcontrato y el trabajo informal. Prohibición de despidos.

Por último, la juventud, que está precarizada y desea estudiar, no puede tener que gastar en ello parte de sus ingresos. Debe terminarse no solo toda restricción al ingreso, sino además, garantizar la total gratuidad a la educación.

Para tomar estas medidas se necesita plata. Y Chile no es pobre, sino que sus riquezas están concentradas en un grupo de grandes capitalistas. Hay empresarios como Luksic que tienen una fortuna personal de 15.000 millones de dólares. Las mineras se llevan miles de millones dejando en el país el vuelto con regalías del 5%.

Para obtener dinero para el presupuesto de salud es necesario establecer un impuesto de emergencia a las grandes fortunas y aumentar ya mismo las regalías, en el camino de renacionalizar bajo control obrero los recursos naturales y con ello recuperar los ingresos que hoy se llevan los monopolios.

La CUT y Mesa de Unidad Social, mientras los trabajadores y el pueblo sufre las calamidades de esta crisis, están verdaderamente en cuarentena. No han hecho absolutamente más que declaraciones. Por eso, apoyamos cada lucha donde se exige el fin de esta situación, y a la CUT le exigimos el fin a esta tregua, que convoque a la lucha y al paro en los sectores no esenciales, tomando el ejemplo de la huelga de Italia.

El sistema de conjunto ha mostrado toda su irracionalidad

En esta crisis, el sistema de conjunto ha mostrado toda su irracionalidad. Como decimos se sigue produciendo sin condiciones de higiene productos que no son necesarios para combatir el virus, pero no han cambiado ni un establecimiento, ni una máquina para reconvertir parte de la economía y que no le falte nada al pueblo.

Hay fábricas que podrían producir jabón, alcohol e insumos sanitarios, pero ni el empresario ni el Estado piensan cómo reconvertirla para ello. No es negocio. Y sus negocios valen más que nuestras vidas en el Chile actual. Todo el sistema funciona con la misma "lógica”, la cual hoy solamente se hace más patente y cruel. Productos suntuarios se fabrican cuando falta lo elemental. Se invierte más en casas de lujo donde viven como reyes un puñado de personas y se dejan hacinados a millones en casas precarias y campamentos.

Nosotros, los socialistas, luchamos por otro sistema económico y social. Contra la irracionalidad de un sistema que dirige sus esfuerzos productivos hacia los lugares donde los capitalistas consideran que puede ser mayor su rentabilidad. Nosotros peleamos por una economía que se planifique en función de los intereses de la sociedad, poniendo a producir bajo control obrero a la industria y el funcionamiento de los servicios

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Hoy, el esfuerzo debe dirigirse hacia los lugares prioritarios para combatir el virus. Mañana, que se reorganice la sociedad para producir alimentos nutritivos a bajo costo, viviendas populares, hospitales, escuelas, y lo que el pueblo crea necesario para mejorar su calidad de vida.

Terminar con la lucha que comenzamos en Octubre

La lucha que empezamos el 18 de octubre tenía como motor terminar con este Chile de los grandes empresarios. Despertamos porque esto no daba para más. No+ AFP, no más salud y educación de mercado, no más trabajo precario y dictadura patronal. La respuesta fue la represión. Tenemos ya 40 muertos y 400 compañeras/os con mutilaciones oculares. Miles de presos, torturados y torturadas, violadas por carabineros. Ellos, solo un par de formalizados.

Las FFAA y los carabineros son un instrumento de los capitalistas para mantener su orden. La Justicia es de clase: dureza con los que luchan y los hambrientos; amistad con los represores. La crisis del Covid 19 volvió a mostrar con más crudeza lo que es el Chile de los 30 años y cuál es la política del gobierno y los empresarios, que no hacen más que profundizar “el modelo” que llevan adelante desde la Dictadura, la derecha, la Concertación y la Nueva Mayoría cuando estuvo en el gobierno. Si en ese entonces se mostraba que hacía falta terminar con esos malditos 30 años, hoy esa convicción es más evidente aún.

El peso de la clase trabajadora

Debemos pensar cómo fueron esos meses de lucha abierta y sacar conclusiones para prepararnos para los próximos hechos de la lucha de clases, que seguramente se potenciarán frente al aumento de los sufrimientos que plantea la política del gobierno.

Desde el 18 de octubre estamos dando una lucha inmensa. Hoy, todo está recubierto por la crisis del Coronavirus, pero desde el 18O y más ahora, nada será igual que antes. Los políticos del régimen son odiados, el presidente repudiado por millones, el parlamento sin legitimidad alguna. Nuestra lucha empezó en las calles, pero llegamos al 12 de noviembre donde paralizamos todo el país. Ahí se vio la fuerza de la clase trabajadora, unida a los sectores populares, a las poblaciones y a la juventud combativa. Tembló Chile. ¡Y de qué forma! El pánico se adueñó de La Moneda, del Parlamento y de la sede de los partidos del régimen.

Ellos saben que no es lo mismo cuando actúan las y los trabajadores. Ahí se paran los puertos, se paran las fábricas, las minas. Ahí se paran sus ganancias.

Las corrientes que consideran a la clase trabajadora, a lo sumo, uno más entre todos los sectores en lucha, o incluso los desprecian como a los mineros por no ser en cada momento el sector más decidido en la lucha, no ven que sin esa fuerza es imposible la victoria. Justamente porque intervino la clase trabajadora, la respuesta del gobierno y el régimen fue rápida y desesperada.

Asamblea Constituyente, contra las trampas

El 15 de noviembre firmaron el "Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución" para convencernos que lo mejor que podíamos hacer era votar e irnos de las calles. Pero la invitación estaba envenenada. No se convoca a una Asamblea Constituyente donde podamos definir todo, si no a una “Convención Constitucional”, que salvó al gobierno de Piñera, y que antes de comenzar deja intacto los tratados internacionales que protegen las inversiones privadas. No se pueden tocar las AFP ni ninguna de las empresas que saquean el país. Por si fuera poco, se necesita que el 66% de los Constituyentes voten a favor de alguna norma favorable para que pueda aprobarse. Sencillamente imposible. Nada bueno saldrá de allí.

Los socialistas revolucionarios planteamos, en cambio, que si la mayoría de la población quiere cambiar esto con su voto y “sin soltar la calle”, tenemos que pelear por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana donde voten todos los mayores de 14, con un delegado cada 20 mil electores y revocables, que ninguna institución esté por encima de la Asamblea Constituyente y que sea capaz de discutir y deliberar sobre todos los problemas del país.

Fin de las AFP, de la salud y educación de mercado, nacionalización del cobre y el litio, fin de toda precarización, distribuir las horas de trabajo, trabajar 6 horas y trabajar todos, con un salario igual a la canasta familiar, en base a impuestos progresivos a las grandes fortunas

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Pero, no somos ingenuos, para imponer esto hace falta la lucha más decidida. Los capitalistas no entregan ni un peso si no es por esa vía. Se necesita formar nuevos organismos de lucha, a través de los cuales nos coordinemos desde abajo como empezamos a armar entre muchos sindicatos en Antofagasta los días de la revuelta, por ejemplo, desde el Comité de Emergencia y Resguardo, donde en asamblea decidimos impulsar la política de Huelga General, pues nuestras demandas no podrán lograrse si continúa este gobierno y este régimen.

Levantar un partido revolucionario para derrotar el régimen empresarial

Los sindicatos y partidos del régimen mostraron su rol en cada momento de nuestra lucha y hoy también lo hacen. Luego del Paro General del 12 de noviembre cuando la iniciativa estaba en nuestras manos, cuando cundía la desorientación en el gobierno y la clase dominante, la CUT, orientada por el Partido Comunista (PC), comenzó una larguísima tregua que dura hasta hoy. Se podría haber seguido con una verdadera Huelga General y tirar al gobierno. Nunca más una medida de ese tipo fue convocada, pese a que el gobierno no cedía en nada. Hoy mismo el pueblo sufre, mientras la CUT a lo sumo saca un pronunciamiento. Por su parte, el Frente Amplio fue parte de los que estuvieron en el Acuerdo por la Paz, en la sucia cocina y cuando llegó el momento votaron a favor de las leyes represivas, como la "ley anti protesta".

Luchamos contra los partidos de la derecha, que incluso gustan del desfile de algunos fachos idiotas como Sebastián Izquierdo. O aquellos que como la UDI y RN han buscado desarrollar estos días, a vela desplegada en los matinales, la ilusión de una unidad nacional que no es posible, porque ellos, como el alcalde Codina o el propio Lavín, son parte de los partidos empresariales en Chile.

Pero también de los que dicen que son "reformistas" como el FA, que en los momentos más difíciles parecen un partido más del régimen de los ricos y el PC que dirige la CUT garantizando que no haya paros. La falta de un Partido Revolucionario en Chile, con influencia y peso en la vanguardia y sectores de masas, significó que no se pudo imponer a los grandes sindicatos y la CUT que continúen con la Huelga General, con lo cual habría caído el gobierno. De la misma forma la falta de un fuerte partido hace que hoy no logremos imponerles que tomen medidas y acciones que den solución a millones de familias trabajadores y de sectores populares que siguen trabajando en medio de la pandemia poniendo en riesgo su propia salud. Ni hablar que la ausencia de un fuerte partido en momentos realmente álgidos como fueron los 70, se pagará con mayores penurias y derrotas.

Desarrollar la autoorganización

Frente a los sindicatos burocratizados, luchamos por recuperarlos y al mismo tiempo impulsamos la autoorganización de los trabajadores para que haya nuevas formas de lucha democráticas. Para ello no empezamos de cero, partimos de la experiencia de los Cordones Industriales que en los 70’ organizaron desde abajo el control de la producción en cientos de fábricas y en acuerdo con los Comandos Comunales. Ellos podrían haber sido un organismo capaz de haber contado con la fuerza para derrotar a la derecha de aquel entonces y al mismo golpe de Estado.

Llegará el momento donde la crisis de la pandemia se disipe o se vean antes sus efectos desastrosos para la población y comience de nuevo la lucha abierta antes. Antes o después volverá la lucha frontal contra el gobierno. Inevitablemente retomaremos lo que dejamos pendiente de todo lo que nos propusimos el 18 de octubre, pero en una situación aún más aguda.

Para ese momento y para el escenario que se abra hay que sacar lecciones, conclusiones de lo que vivimos

  •  La clase trabajadora tiene que estar en primera línea, porque quedó demostrado que por su lugar en la producción tiene la fuerza para parar el país y golpear más duro a los capitalistas.
  •  Por ello es necesario impulsar la autoorganización y coordinación, para poder superar a las direcciones de los sindicatos. Así lo hicimos impulsando el Comité de Emergencia y Resguardo que unió en Antofagasta a sindicatos independientes y pobladores, donde hay trabajadores precarios, estudiantes, organismos de DDHH y partidos de izquierda. No tenemos que dividir a los que más luchan hoy- incluso a veces todos los días-, de los trabajadores de los lugares más estratégicos de la economía, sino derrotar juntos a las direcciones traidoras de los sindicatos que son las que impiden que luchemos juntos: trabajadores, pobladores, jóvenes. Estos organismos pueden ser hoy útiles para la coordinación de los sectores antiburocráticos y de las poblaciones, las Asambleas Territoriales y la juventud. Pero también son necesarios para contar con fuerza para imponer el Frente Único, es decir, obligar a las conducciones burocráticas a que unifiquen al conjunto de la clase obrera, hoy fragmentada y dividida, para salir a pelear de conjunto, sin perder nuestra independencia y crítica a estos dirigentes. La autoorganización que impulsamos, incluye obviamente el derecho a la autodefensa por parte de los trabajadores frente a los golpes y ataques que la derecha siempre implementa si ven amenazados sus privilegios. Ellos no resignan nada sin luchar, nosotros no conseguiremos nada sin la misma determinación.
  •  Para esa tarea hace falta un partido, es decir, trabajadores, estudiantes, pobladores, que se organicen políticamente y conscientemente nos planteemos estas tareas. Un partido que desde ahora se prepare para el objetivo de vencer. Que tenga peso en los sindicatos y fábricas, en las minas y puertos, en los hospitales y escuelas, en la juventud combativa y entre los estudiantes.
  •  El capitalismo es un sistema irracional que se organiza en función de la ganancia de los empresarios en base a la explotación de millones, como hoy vemos con crudeza. Luchamos por superar este régimen social que nos lleva a los mayores sufrimientos, e imponer un gobierno de los y las trabajadoras para edificar uno donde la economía se planifique democráticamente, expropiando las principales empresas y ramas estratégicas de la economía e imponiendo el control de los trabajadores sobre el conjunto de la producción.

    La clase trabajadora para darse este objetivo necesita levantar un programa que dé respuesta no solo a sus necesidades, sino a las del conjunto del pueblo, de las poblaciones, de la juventud, de las mujeres que luchan por sus derechos

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    Para ello hay que unir a la clase trabajadora, hoy brutalmente dividida entre trabajadores de planta y subcontratistas, informales y desocupados y, al mismo tiempo, levantar las demandas de todos los sectores oprimidos, la juventud, los pueblos originarios, las mujeres, los sectores populares, la diversidad sexual, etc. Las corrientes “sindicalistas” o los dirigentes sindicales que solo buscan el “bienestar” para sus afiliados levantan hoy una política totalmente impotente para enfrentar a un régimen y un sistema agotado de conjunto. Para ello se necesita un partido que luche por la unidad de la clase trabajadora con el conjunto del pueblo pobre.

  •  Este partido no puede limitarse a luchar sólo en nuestro propio país. El capitalismo es un sistema mundial, que en su irracionalidad va a provocar saltos en la crisis e incluso guerras, que no podrá ser vencido en un solo país. Es por eso que la lucha de la clase trabajadora es internacional. Si la clase obrera chilena hubiera vencido en 1973, seguramente se hubieran evitado muchos de los golpes de Estado sangrientos que tiñeron nuestro continente años después; de la misma forma que hoy si se hubiera podido derrotar el golpe en Bolivia, el gobierno de Piñera sería infinitamente más débil. De aquí surge nuestro internacionalismo.

    Son ellos o nosotros

    La pelea va a ser larga porque no es posible que todo vuelva a la normalidad sin que ellos nos derroten o nosotros los derrotemos a ellos. Ellos recurren al engaño y la represión. Su ilusión es golpearnos y golpearnos "hasta que la frustración se nos haga costumbre”. Pero esa tarea es difícil, porque el odio acumulado va a crecer por la crisis del Coronavirus que sólo acentuará la convicción de que ellos son los responsables de nuestras penurias. Nosotros tenemos que sacar las conclusiones de todo lo vivido, levantar un programa, organizar un gran partido para derrotar a la burocracia y los partidos del régimen, para poder terminar con la herencia de la dictadura y hacer un Chile gobernado por los trabajadores.

    Invitamos a todos y todas, a compañeras, compañeros y también a grupos y colectivos que compartan esta necesidad de luchar juntos por construir ese gran Partido que nuestra clase necesita para triunfar. Nosotros construimos con orgullo el PTR que intervino en cada uno de estos momentos, pero no consideramos que el partido que precisamos surgirá únicamente del crecimiento de nuestra organización. Apostamos a la unidad y fusión con dirigentes, colectivos, sectores políticos con los que vayamos sacando conclusiones comunes a partir de la lucha misma. No queremos construir un partido más, no queremos un partido para tener cargos ni posiciones de poder, sino que cada paso que demos sea una herramienta para nuestra pelea por acabar con este sistema irracional y construir una sociedad basada en la más amplia democracia de los trabajadores, que organice la economía en función de nuestras necesidades y no del lucro de un puñado de parásitos millonarios como es ahora, y que se proponga la total liberación material y espiritual de los y las trabajadoras y el pueblo pobre de Chile.