¿En qué consiste el capitalismo verde? ¿Cuál es el rol de la Cumbre de Cambio Climático de las Américas que se celebra hoy y mañana en Jalisco?
Miércoles 31 de agosto de 2016
Diciembre 2015 fue el mes en el que los gobernantes de 195 países se reunieron en Paris en la vigésima primera edición de la Cumbre Mundial del Cambio Climático (COP 21). 31 de agosto y 1 de septiembre son los días en el que la discusión continúa a nivel América en la Cumbre del Cambio Climático de las Américas con sede en Guadalajara, Jalisco.
Hay que decir que, con una perspectiva diferente a los gobiernos y las grandes trasnacionales, desde mediados del siglo XX, el heterogéneo movimiento ambientalista de carácter cultural, político y social tomó las calles de distintas ciudades del mundo para protestar y repudiar la barbarie del capitalismo hacia los ecosistemas y la biosfera. Fue toda una generación de activistas la que orilló a los gobiernos capitalistas a tener que cambiar su discurso la cuestión ambiental.
Así funciona el capitalismo verde
Como resultado de ello, a nivel mundial y nacional se han creado secretarías gubernamentales del “medio ambiente y los recursos naturales” que de ambientalistas sólo tienen el nombre; suelen estar conformadas por iletrados en temas ecológicos cuyo trabajo se reduce a otorgar concesiones a empresas contaminantes, regañarlas después por contaminar, recomendar dejar de hacerlo y cobrarles una insignificante multa que nunca llega a los afectados ni sirve para reparar los daños, salvo contados ejemplos.
En otro nivel, esas corporaciones incluyen en sus mercancías (sin que sea cierto) la etiqueta de “producto amigable con el ambiente”, “biodegradable” o “producto ecológico”: esas parecen las palabras mágicas para justificar un aumento en el precio de sus mercancías y con ello acrecentar sus ganancias.
Las corporaciones en el capitalismo continúan produciendo de la misma forma que hace uno o dos siglos: siguen utilizando hidrocarburos como principal combustible, potencialmente contaminantes del subsuelo y los océanos; siguen extrayendo violentamente los minerales, los bosques y el agua que al planeta le tomó millones de años consolidar.
Olvidan que la naturaleza tiene ciclos de regeneración en escalas de tiempo planetarias, que la naturaleza es finita y que más temprano que tarde, sus propios intereses se verán afectados y envueltos por la gran crisis que ellos mismos han causado.
Variadas respuestas a los elementos arriba mencionados son características del llamado “capitalismo verde” que argumenta que el desarrollo eco-tecnológico logrará mecanismos que reduzcan la contaminación; es decir, mistifican el rol de la tecnología y conciben a la naturaleza mecánica, reduccionista y utilitariamente.
El capitalismo no promueve las energías limpias a gran escala ni financia proyectos científicos para desarrollar tecnología al servicio de las mayorías y acorde a las limitaciones del ambiente dinámico; nunca toca la forma de la producción y distribución, cuestión central de la actual crisis ecológica. En cambio, centran su plan de acción en comprar el derecho a contaminar con los llamados bonos de carbono, como si el deterioro ambiental fuera cuantificable.
Las cumbres regionales e internacionales
Para completar la jugada, cada determinado intervalo de tiempo se reúnen los líderes de los países más contaminantes del mundo para apropiarse-usurpar el discurso ambientalista. Repiten que la crisis ambiental es propia del Antropoceno, que la especie humana es la causante pero olvidan decir que los causantes no somos todos los humanos, sino principalmente ellos, los que se sientan en lujosas mesas a debatir el futuro del planeta.
En la COP 21 vimos a Obama, a Peña Nieto, a Putin y muchos más “sumamente preocupados” por el cambio climático, el incremento de la temperatura del planeta, la desertificación, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación, la acumulación de desechos radioactivos, el incremento de toxinas en el ambiente y en los alimentos.
Por eso, cada que hay un anuncio de una reunión extraordinaria convocada por las empresas o los gobiernos para hablar de la cuestión ambiental, surge el escepticismo y la no credibilidad de sus declaraciones, desde luego, porque no llegan a acuerdos vinculantes.
Hoy el gobierno tapatío engalana la segunda Cumbre del cambio climático de las Américas que reúne a líderes de 15 países. La sede es Jalisco y el anfitrión es su gobernador Aristóteles Sandoval, quien gobierna el segundo estado con mayor contaminación de ozono en México y tiene el 80% de sus ríos contaminados. ¿Qué podemos esperar de esa reunión?
Los de abajo poco, algunas noticias de los medios de comunicación masivos celebrando y felicitando a los gobernantes por su gran desempeño, un sentimiento colectivo de preocupación e impotencia por la realidad del planeta, incremento en la pauperización para los pueblos y comunidades. Noticias: hoy desaparece una especie del planeta, mañana otra. Más de lo mismo.
Nos queda recuperar, reapropiarnos de las luchas ambientalistas y ligarlas a las luchas sociales y políticas. Porque la crisis es real, y el potencial de transformación también, en tanto los de abajo se pongan a la cabeza de ajustar cuentas a los grandes capitalistas y sus trasnacionales antes de que hagan inhabitable este planeta.