Teresa Ribera será la responsable del nuevo ministerio creado por el gobierno de Pedro Sánchez, una apuesta del PSOE por el discurso “ecologista”. Sin embargo, son ya varios los medios que recuerdan la vinculación de Ribera con el nefasto Proyecto Castor.
Jaime Castán @JaimeCastanCRT
Martes 5 de junio de 2018
Foto: EFE
Durante estos días se están dando a conocer los nombres de las personas que van a ocupar las carteras de los ministerios del gobierno de Pedro Sánchez. Teresa Ribera es uno de ellos, a cargo del ministerio de Cambio Climático, Energía y Medio Ambiente. Fue secretaria de Estado de Medio Ambiente y Cambio Climático en la segunda legislatura de Zapatero, así como directora de la Oficina Española de Cambio Climático desde 2004 a 2008 y entre 2008 y 2011. Actualmente es directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París.
La creación de este nuevo ministerio agruparía las carteras de Energía, Cambio Climático y Medioambiente para gestiona la “lucha” contra el cambio climático y lo que llaman “transición ecológica”. Teresa Ribera es presentada como una “experta” en la materia. Ya se encargó de las políticas contra el cambio climático en el gobierno de Rodríguez Zapatero, es defensora de las energías renovables en contra de la nuclear. Además, ha participado en consejos asesores en materia medioambiental como el del World Economic Forum para el cambio climático y el de la iniciativa Momentum for Change de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático. Sin embargo, no son pocos los medios de comunicación que ya está señalando una mancha en el currículum de la previsiblemente nueva ministra, y no es una mancha menor.
El “caso Castor”
El Proyecto Castor fue impulsado cuando Ribera ocupaba la Secretaría de Estado de Cambio Climático. El proyecto, llevado a cabo por ACS -la empresa del empresario Florentino Pérez-, pretendía ser el depósito de gas natural subterráneo más grande del Estado español, situado frente a las costas Vinaroz (Castellón) y el delta del Ebro. Básicamente la idea era tomar gas natural de la red de gasoductos, comprimirlo y almacenarlo en unos pozos a más de 1.000 metros de profundidad.
El proyecto comenzó a avanzar, pero sus instalaciones se paralizaron por una serie de terremotos que tuvieron lugar en la zona: más de 500 seísmos que se produjeron en septiembre de 2013 en el litoral norte de Castellón. Pero estos no fueron un fenómeno natural. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) concluyó en una investigación que existía una “relación directa” entre estos eventos sísmicos y la inyección de gas generada por el proyecto Castor.
Por si fuera poco, la concesión otorgada al proyecto por el gobierno de Zapatero, con Miguel Sebastián como ministro de Industria, incluía una controvertida cláusula que garantizaba la devolución de la inversión en caso de reversión de la misma. En resumen, una auténtica ruina a nivel medioambiental, social y económico que ya ha costado más de 1.700 millones de euros de dinero público. Un desastre que tan sólo ha beneficiado a la empresa de Florentino Pérez y a las entidades financieras detrás del proyecto.
Teresa Ribera, quien ahora va a ser máxima autoridad en la lucha contra el cambio climático y la “transición ecológica” del Estado, fue la responsable de autorizar en 2008 con su firma la Declaración de Impacto Ambiental que permitió seguir adelante al nefasto Proyecto Castor. Todavía está pendiente de determinar si existió delito en la concesión de autorizaciones y licencias al proyecto gasístico.
El “capitalismo verde” del PSOE
Consciente de que no tiene mucho que ofrecer, el gobierno de Pedro Sánchez quiere dar un aire de cambio a su nuevo gobierno con pequeños “gestos”, como el juramento del cargo sin crucifijo ni biblia o este nuevo ministerio “ecologista”. Pero no hay más que eso. Gestos “progres” que el PSOE trata de darle a la situación, no para cambiar algo, sino para intentar estabilizar la crisis institucional que vive el Régimen del 78, y mientras tanto tratar de dar algo de credibilidad a su partido.
El PSOE, junto al PP, han llevado durante años políticas que han beneficiado a los especuladores urbanísticos que han destrozado amplios ecosistemas del Estado o han apoyado macro proyectos del todo innecesarios como ha sido el Proyecto Castor. Además, han concedido privilegios a las grandes empresas energéticas, las cuales han obtenido enormes beneficios en base a un control casi monopolístico del mercado. Todo ello, a costa de los usuarios y las familias, las cuales que deben pagar unas facturas cada vez más elevadas para que sus hogares reciban algo tan básico como el suministro energético.
El nuevo ministerio de Teresa Ribera no va a plantear una alternativa a esta situación, por mucho que nos quieran vender ahora una especie de “capitalismo verde”, porque una lucha serie en defensa del medio ambiente sólo puede ser una lucha anticapitalista. El capitalismo genera unas dinámicas basadas en el consumismo, la obsolescencia programada, el expolio y explotación de personas y ecosistemas. La búsqueda incesante de beneficios del capital es incompatible con un desarrollo ecológicamente sostenible de la economía, siendo las grandes empresas y multinacionales las principales responsables de esta situación dramática.
Por eso mismo somos las trabajadoras y trabajadores, junto al resto de sectores populares, quienes debemos dar la lucha por construir una economía que no gire en torno a los beneficios privados y empresariales, sino basada en principios colectivistas y bajo control de la propia clase trabajadora. En definitiva, sólo con una economía socializada y controlada por y para las trabajadoras y trabajadores se puede ser consecuente en la lucha contra los procesos ecodestructivos generados durante décadas por el sistema capitalista. Porque no queremos una “transición ecológica” a la medida de las grandes empresas y multinacionales: queremos construir una sociedad en la que la razón entre en la esfera de las relaciones económicas, que termine con la explotación, la opresión y conquiste la armonía entre la especie humana y su medio natural.