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Red Internacional
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Universidad Nacional de Córdoba. Democracia, dictadura y derechas. Repensando el pasado para disputar el futuro

A 40 años de la “vuelta a la democracia” sobre lo que se habla en aulas, revistas y conversatorios, impulsamos un cine bajo las estrellas para debatir sobre la herencia de la dictadura y la impunidad de ayer y hoy, recuperando las banderas de aquella generación que luchó por transformarlo todo. Contra la política tradicional, con partidos que discuten su rosca por fuera de las necesidades de las mayorías, construimos nuestras propias herramientas políticas desde abajo junto a trabajadores y estudiantes. Otro futuro es posible si nos organizamos.

Sábado 18 de febrero de 2023 22:13

Hace unos días en la UNC cientos de estudiantes participaron de la proyección de la película “Argentina, 1985”. Una invitación a debatir, reflexionar críticamente y sacar conclusiones. Después de la proyección, se dio un interesante intercambio junto a Teresa Laborde, hija de Adriana Calvo cuyo testimonio fue clave en aquel Juicio a las Juntas y aparece reflejado en la película, y Coco Luna, protagonista de los sindicatos clasistas SITRAC-SITRAM en los años 70. Un verdadero diálogo entre generaciones: un obrero setentista, parte de la generación que abrazó la militancia por construir otro orden social y a la que vino a poner freno a sangre y fuego la dictadura; una hija nacida en cautiverio, protagonista de las luchas contra la impunidad en democracia; y jóvenes cuya experiencia vital está lejos de esas vivencias, pero están atravesados por la inquietud de buscar en ese pasado claves para entender el presente y, por qué no, imaginar un futuro alternativo a los imaginarios grises que se presentan como única posibilidad.

¿Qué lazo une a esas generaciones? ¿Qué nos aporta para pensar los desafíos actuales? Lo primero que saltó a la discusión es la impunidad que continuó y a la que ningún gobierno enfrentó consecuentemente. Lo dijo claramente Tere Laborde refiriéndose al Juicio a las Juntas, que no fue concedido por el gobierno sino conquistado con la lucha de los organismos en las calles: “El tribunal no buscó meter presos a todos los genocidas sino juzgar a algunos, y fue la puerta de entrada para las leyes de impunidad que vinieron después: la obediencia debida, el punto final y los indultos de Menem.” El objetivo de aquel juicio fue condenar un puñado de altos mandos pero dejar intacta toda la estructura y cadena de mandos de las Fuerzas Armadas y de seguridad que fueron responsables materiales del plan de exterminio, del terrorismo de estado. Y, como dijo Tere “se lo hizo construyendo la idea de los ‘dos demonios´, que buscaba poner al mismo nivel y condenar por igual la violencia política de la lucha social con la violencia del terrorismo de estado, como dos demonios igualmente condenables.” Se buscaba cortar con la experiencia de una generación de militantes, de luchadores obreros y juveniles que con su lucha y organización apuntaron a cambiar de raíz un orden social injusto basado en la explotación.

Y ahí estaba Coco Luna como expresión de esa generación, para hablar con una enorme energía de las tradiciones combativas del movimiento obrero, de la unidad obrero-estudiantil, de la militancia por las ideas de la revolución ante cientos de rostros que escuchaban con emoción. La necesidad de la lucha contra la impunidad y la organización independiente del Estado y los Gobiernos fue otra de las conclusiones planteada por Teresa. Más que valiosa lección cuando durante los gobiernos kirchneristas se buscó estatizar esta lucha y se construyó la narrativa de un Gobierno decidido a terminar con la impunidad. La realidad muestra que los juicios, que se reactivaron en 2006 producto de la derogación de las leyes de impunidad, siguieron avanzando a cuenta gotas. De 2006 al 2021 fueron condenadas 1013 personas por crímenes de lesa humanidad, si tenemos en cuenta que en el país funcionaron al menos 500 centros clandestinos de detención, estamos hablando de un promedio de dos represores condenados por centro clandestino, lo que es ínfimo. Tampoco se abrieron los archivos estatales de la dictadura, que podrían arrojar pruebas sobre la participación de más de 150.000 militares -además de numerosos empresarios, jueces y fiscales y miembros de la jerarquía eclesiástica- en el genocidio. Militares y policías que siguen integrando las fuerzas armadas y de seguridad, como sucedió con el propio Cesar Milani, nombrado Jefe del Ejército por Cristina pese a las denuncias de secuestros y torturas en su contra.

Esta impunidad tiene una explicación profunda y es que la herencia social y económica de esa dictadura se mantiene hasta la actualidad, logró perfilar los límites de la democracia heredada de esa dictadura que este año cumple sus 40. Y esa fue otra de las reflexiones compartidas. Porque los genocidas fueron ejecutores del plan de exterminio, pero los ideólogos fueron los grandes empresarios nacionales y extranjeros. Por eso el 24 de marzo de 1976 la mayoría de las grandes fábricas aparecieron militarizadas y los jefes de personal y gerentes entregaban a los militares las listas de activistas para que los detuvieran, por eso hubo centros clandestinos de detención en fábricas, como el “Quincho” de la Ford, o el Ingenio Ledesma de los Blaquier.

La clase dominante puso a los militares en el poder para disciplinar a los trabajadores y la juventud, destruir un imaginario social de transformación radical de la sociedad a fuerza de terror, persecución, amenaza, torturas, fusilamientos, campos de concentración y desapariciones, para imponer un enorme saqueo nacional cuyas consecuencias sufrimos hasta hoy.

Un saqueo basado en la desindustrialización, en la multiplicación de la deuda externa y la estatización de la deuda privada de los grandes grupos económicos. Una deuda ilegítima y fraudulenta que creció año tras año y que hoy con un nuevo acuerdo con el FMI condiciona toda la economía e impone un duro ajuste sobre las mayorías. Una herencia económica que nos quita el futuro y que pagamos con precarización laboral, desocupación, caída del salario real, con condiciones de vida cada vez peores, aumento del extractivismo que saquea nuestros bienes naturales.

Desde el fin de la dictadura, cada nueva crisis nacional fue resuelta a favor de los mismos sectores concentrados y sus ejecutores políticos imponiendo un nuevo gran saqueo que empeoró aún más las condiciones de vida de las mayorías. Esos mismos capitalistas, esa misma clase social que ayer financió un genocidio y hoy toma a esta democracia como forma institucional, impone su democracia, sus reglas del juego que son responsables del atraso, la decadencia nacional y una desigualdad cada vez mayor.

Por eso, aquella frase que dijo Alfonsín de que “con la democracia se come, se cura y se educa”, está muy lejos de la realidad de millones. En relación con esto, hacia el final del intercambio se abrió un interesante debate sobre la política. Algunos estudiantes hicieron alusión a la relación de la juventud con la política, a cómo ven con preocupación la difusión de la idea de que la política es “algo ajeno”. Un estudiante le dijo a Tere: “Si ayer era el ´no te metás´, hoy es ´la política es una mierda´.”

Claro que esa herencia de la dictadura y las políticas neoliberales posteriores son la base del profundo descontento actual que se ve en la sociedad y en especial entre quienes somos jóvenes. El macrismo directamente gobernó para los ricos, endeudando sideralmente al país, duplicando la pobreza y profundizando la crisis económica. El Frente de Todos prometió revertirlo pero profundizó el ajuste atacando el salario, las jubilaciones, la educación y la salud pública, la asistencia social y aumentando la precarización laboral nuevamente a niveles récord. La desilusión en la política tradicional está fundada sobre esa realidad material de millones que ven cómo los relatos y las promesas se chocan con su realidad diaria.

Sobre esta base actúa con discursos demagógicos la derecha de Milei, que busca capitalizar y desviar esa bronca hacia la “casta política” por derecha, buscando demonizar la militancia política, imponer un nuevo sentido común individualista donde reine el mercado para beneficio de esa otra casta para la que trabaja: el gran empresariado. Una derecha que habla de “libertad” pero defiende el mismo programa económico que el empresariado necesitó de un brutal golpe genocida para poder aplicar. Su objetivo es el mismo, servir a los grupos concentrados de poder, al imperialismo y las grandes corporaciones imponiendo condiciones sociales aún peores que las actuales con reformas laborales, represión a la protesta social, racismo y misoginia.

Frente a la desilusión con las coaliciones políticas tradicionales y una derecha que busca levantar cabeza demonizando la organización colectiva y la militancia política, nuestra apuesta es a construir una política de otra clase, construida desde abajo, entre laburantes, mujeres y disidencias que queremos terminar con la opresión, jóvenes que queremos disputar el futuro. Recuperar la memoria viva del pasado, sacar conclusiones, intervenir en el presente y construir nuevas perspectivas. No se puede combatir la derecha de Milei y su demagogia, sin cuestionar las bases neoliberales que en 40 años de democracia ningún gobierno revirtió y son el fundamento de este profundo descontento social. Una herencia que el pueblo peruano está combatiendo en las calles con una enorme rebelión popular, como antes lo hizo el pueblo chileno, mostrando que las grandes mayorías están buscando irrumpir políticamente y crear nuevos horizontes.

¿Es posible imaginar otra estructura social, pelear por la transformación radical de la sociedad como lo hicieron miles de obreros y estudiantes en los ‘70? ¿No es momento, ante tanto malestar y desprestigio del sistema político actual, volver a preguntarnos qué otro sistema es posible? La perspectiva anticapitalista y socialista debe volver al debate en las aulas, en las facultades, en los espacios públicos, e interpelar ese descontento mostrando que, si nos organizamos, hay alternativa.

Eso proponemos desde la juventud del PTS y la Red de Agrupaciones Estudiantiles independientes de todas las autoridades universitarias como TESIS XI Filo y Sociales, La Imaginación al Poder en Artes, el Ceprodh en Derecho, Andamio en Arquitectura, La izquierda Diario y Pan y Rosas en Comunicación. Agrupaciones que traigan estos debates a la academia, como lo hacemos con nuestras Cátedras Libres Karl Marx, impulsando actividades sociales y culturales como el festival artístico “Arde” o cómo este mismo Cine-debates bajo las estrellas. Buscando la unidad y organización democrática común con trabajadores, estudiantes, jóvenes precarizados, mujeres y diversidades sexuales, familias de los barrios populares, debatiendo en asambleas abiertas como lo impulsamos desde el PTS. Un ejemplo que muestra que se puede hacer política “de otra clase” opuesta a las burocracias políticas, estudiantiles y sindicales. Debatiendo, uniendo propósitos, objetivos, fortaleciendo peleas, desarrollando la solidaridad en un momento donde nos quieren hacer creer que en esta crisis cada uno se salva solo.

Te invitamos a ser parte de un proyecto así, construido colectiva y democráticamente. Porque sin organización mandan los de siempre, los poderosos, pero, si nos organizamos, otro futuro es posible.