Los últimos meses hemos visto en distintas latitudes del mundo a jóvenes y trabajadores organizarse desde sus escuelas en contra del genocidio ocurrido en Palestina. Entre sus demandas se encuentra la ruptura de relaciones de las Universidades con Israel, pero ¿de qué manera podemos lograrlo?
Martes 30 de julio de 2024
El inicio de la avanzada militar que puso boca de decenas de miles de jóvenes y trabajadores en todo el mundo la consigna de “¡Alto al fuego!” en Palestina tiene alrededor de 8 meses. En decenas de países vimos grandes movilizaciones que denunciaban el carácter colonial que tiene el Estado sionista.
Uno de los puntos más álgidos y que resonó en medios de comunicación, fue la instalación de campamentos estudiantiles en las universidades de Estados Unidos (EEUU). Esto fue muy importante, pues el mismo imperialismo que viene perdiendo hegemonía a nivel internacional, estaba siendo cuestionado al interior por una generación de jóvenes que ponían en tela de juicio los planes de la gran burguesía en donde uno de ellos es controlar el medio oriente a través de impulsar y financiar el genocidio.
Al mismo tiempo, en Alemania, Japón, el Estado Español, etc., salían cientos de jóvenes a las calles a luchar contra las políticas racistas y reaccionarias de sus gobiernos en contra de la población árabe y musulmana. Es destacable en Francia la marcha de hace unas semanas que levantaba las banderas LGBT+ y en contra del genocidio en Palestina, y en Chile las protestas estudiantiles son destacables.
En México fuimos miles de jóvenes los que nos sumamos a las marchas y, hasta hace unos meses, por ejemplo, al Campamento en solidaridad por Palestina en la UNAM y en otras universidades, así como acciones en diferentes puntos del país. Recientemente realizamos un encuentro impulsado desde la Asamblea Interuniversitaria y Popular, donde discutimos cómo articular nuevas acciones que permitan denunciar el genocidio y exigir la ruptura de relaciones con el Estado sionista de Israel.
Las demandas más comunes respondían a exigir un alto al fuego, el alto a la represión, la ruptura de relaciones del gobierno con Israel y la ruptura de relaciones entre la Universidad e Israel.
Con el pasar de los meses, las distintas autoridades universitarias han demostrado que no tienen los mismos intereses que quienes luchamos por la libertad del pueblo Palestino, pues continúan con la colaboración de las empresas, proyectos e instituciones pro-Israel.
Fue la excepción y no la regla la de algunas universidades que emitieron comunicados rechazando el genocidio y apenas levantamos los dedos cuando queremos contar las que dijeron que van a revisar y eliminar sus relaciones con universidades israelíes. No obstante, es imprescindible señalar que esto fue gracias a la movilización de cientos o miles de estudiantes. Esta determinación de la juventud es la que ha motorizado en distintos momentos la solidaridad con Palestina.
¿Cómo hacemos que la ruptura de relaciones no se quede solo en comunicados?
Aunque es una simple pregunta, el movimiento estudiantil siempre tiene el reto de encontrar cómo conquistar sus demandas. Sean becas, comedores subsidiados, echar atrás la implementación de nuevas cuotas, sacar a los porros de la universidad, mejores condiciones de infraestructura, condiciones dignas para trabajadores y profesores, etc.
Para encontrar hoy cómo doblar el brazo de las universidades, hay que voltear a ver el pasado y recuperar las lecciones más avanzadas. En la AJA, opinamos que hay que retomar lo mejor de la Huelga de la UNAM de 1999 (y otros movimientos estudiantiles) que defendió la gratuidad de la educación en donde la clave para la victoria fue: asambleas que discutieran, en primer lugar, cómo fortalecer las mismas asambleas numéricamente y con la más amplia democracia y, a la par, cómo construir con una política de masificación para un movimiento que busque la unidad de los diferentes sectores (estudiantes, trabajadores, sectores populares), y tenga una política independiente de las autoridades universitarias, del gobierno y de los diferentes partidos del régimen que o impulsaban las políticas neoliberales o quedaban callados frente al reclamo de un amplio sector de la población.
Es decir, para aquellas generaciones de nuevos activistas, lo primero no era la huelga sino la discusión sobre cómo construir esa fuerza para vencer. De la misma manera, la juventud que hoy organiza comités en solidaridad o que participó del campamento o de alguna movilización para denunciar el genocidio tenemos el reto de masificar el movimiento desde nuestras escuelas, en espacios que nos permitan a los sectores discutir democráticamente de qué manera quieren sumarse al movimiento, al mismo tiempo que buscar aliados que avancen en construir la fuerza necesaria para vencer.
Podemos encontrar en el STUNAM un aliado, que convocó a marchar el 15 de mayo por el aniversario de la Nakba, o a la CNTE que se pronunció en contra del genocidio, ambos sindicatos con una gran fuerza que puede nutrir una gran alianza obrero-estudiantil como un gran paso para construir un paro nacional en el sector educativo, que también llame a organizarse a otros sectores (energía, telecomunicaciones, industriales, etc.)
De la exigencia a cómo funciona la universidad
Este cuestionamiento a las relaciones de la universidad con Israel, así como empresas y universidades pro-sionistas, debe hacernos reflexionar al servicio de qué están las universidades y por qué es así.
En la Agrupación Juvenil Anticapitalista hemos hablado de las universidades como lugares donde se forma la mano de obra barata de las grandes empresas, haciendo los planes de estudio cada vez más competitivos para el mercado laboral, priorizando carreras en las que se les da énfasis a los avances tecnológicos que va en contraste de las matrículas de carreras de Ciencias Sociales y Humanidades, es decir, se priorizan la competitividad dentro del mercado laboral con una formación académica dedicada a la maximización de las ganancias de las transnacionales y las empresas del gran capital que busca expandir sus terrenos comerciales a nivel global promoviendo la división del trabajo entre naciones –oprimiendo aún más a los países dependientes-, generando confrontaciones bélicas, como en Ucrania, o el desplazamiento forzado de un territorio por la vía del genocidio como en Palestina.
Hoy la comunidad organizada denuncia los vínculos con empresas comoIBM, HP, Google que apoya el genocidio y ha despedido trabajadores por denunciarlo dentro de las universidades. Este tipo de acuerdos, así como los académicos con universidades israelíes, fueron tomadas por los funcionarios a espaldas de la comunidad, imponiéndonos colaboraciones con instituciones que ayudan a asesinar a miles de familias Palestinas.
A la forma en que se toman las decisiones en las universidades, donde no se considera la opinión de la mayoría estudiantil, ni la de los profesores precarizados ni de la base trabajadora, debemos oponerle la construcción de una estructura universitaria democrática donde con la autoorganización mediante asambleas masivas de estudiantes, profesores y trabajadores, decidamos el rumbo de la universidad y con quién teje lazos: si con la burguesía internacional que hoy dirige la ilegítima ocupación de un territorio o pone la infraestructura, el conocimiento, ciencia y tecnología al servicio de la clase trabajadora (de la que nosotrxs y nuestras familias somos parte).
Esto llevaría a conquistar un gobierno tripartito dentro de la universidad, conformado por profesores, trabajadores y mayoría estudiantil, echando a quienes por años tejieron lazos con Israel y son los mismos que, ganando un sueldo superior al del mismo presidente del país, permiten y utilizan la violencia porril, obstaculizan el acceso a la justicia a quienes sufrieron violencia de género o identitaria dentro de la Universidad, quienes, en años, -las autoridades- no han tenido interés por resolver las demandas por transporte seguro y comedor subsidiado o becas universales y, por el contrario, nos prohíben vender dulces/comida/ropa/libros dentro de las escuelas para sostener nuestros estudios frente a la inflación, el alza de los productos y el costo de la renta.
No permitamos que se use el conocimiento y la tecnología que producen nuestras universidades para perpetuar un genocidio, discutamos cómo poner patas arriba la toma de decisiones en la universidad para poner la universidad al servicio de la clase trabajadora internacional, los pueblos oprimidos y sus luchas. Hagamos que resurja el movimiento estudiantil internacional en contra de los planes del imperialismo que trastoca a la Franja de Gaza pero también a nuestra formación académica y nuestras condiciones de vida.
Te invitamos a sumarte a la Agrupación Juvenil Anticapitalista e impulsar esta política.