Epidemia. Dengue: ¿qué medidas urgentes debe adoptar el Estado frente al récord de casos?

Si estás leyendo esto, capaz tuviste o conocés a alguien que tuvo dengue. La epidemia de este año es la más severa de las últimas décadas.

La Organización Panamericana de la Salud ha emitido una Alerta Epidemiológica para toda la Región de las Américas. Brasil ya tiene más de un millón y medio de casos de dengue en lo que va del año, con presencia también de chikungunya y zika. Paraguay, con más de 160.000 casos, tiene un aumento de 23 veces más que lo que tuvo el año anterior y en Perú el aumento de casos es del 157 %.

Argentina con más de 100.000 casos de dengue solo este año, registra 11,3 veces más afectados que el año pasado.

La recomendación de los organismos internacionales de salud es fortalecer las acciones preventivas y de control del mosquito vector, las acciones de vigilancia y diagnóstico temprano, y el tratamiento oportuno. ¿Qué implica esto?

Para evitar la picadura del mosquito es urgente la entrega gratuita de repelentes en los barrios y lugares de trabajo y estudio. La inflación y la pobreza hace que muchas familias no puedan acceder a este insumo básico e indispensable.

Mosquiteros para ventanas y puertas en los barrios más afectados, escuelas y dependencias públicas, y mallas de tul para cochecitos de bebés, colaboran aportando una barrera física y disminuyendo la circulación interna del mosquito.

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Para disminuir la población del mosquito Aedes aegypti, vector del dengue, se requieren campañas masivas de descacharrado. "Descacharrar" significa eliminar todos los objetos que puedan ser reservorios de agua y limpiar los que no puedan ser eliminados, evitando las acumulaciones de agua en tachos, charcos, floreros o cualquier otro recipiente y reservorios de agua, ya que son posibles criaderos de mosquitos.

Creando comité de vecinos, vecinas, especialistas y con presupuesto estatal se puede asegurar el saneamiento casa por casa y en los espacios públicos, relevando todas las áreas que requieran la mejora de infraestructura para evitar inundaciones y agua estancada, o para acceder a agua potable y servicios básicos. Así, desde los propios barrios junto a profesionales de las universidades, se podrían elaborar planes de las obras públicas indispensables para resolver estructuralmente los problemas urbanos que fomentan estas enfermedades.

En los casos más extremos y acuciantes se podría aplicar fumigaciones selectivas, aunque es un último recurso que deben decidirlo los comités de barrios junto a especialistas para realizarlo de manera correcta. Las fumigaciones aleatorias que realizan los gobiernos no ayudan en nada, al contrario, contaminan el ambiente afectado la salud socioambiental y se eliminan otros insectos, que pueden ser depredadores o competidores de los mosquitos. Además, una investigación del CONICET ya identificó mosquitos resistentes a los insecticidas.

Para las acciones de vigilancia y diagnóstico, es clave el testeo inmediato con reactivos en todos los hospitales. La falta de presupuesto para salud y ciencia se refleja en la falta de estos insumos, con laboratorios que directamente no pueden funcionar. Esto demuestra las graves consecuencias que tiene el ataque al CONICET.

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El tratamiento oportuno es imposible si no se destina aumento de emergencia para la salud pública, donde las guardias ya están abarrotadas y los médicos no dan abasto. La crisis sanitaria se agrava con las políticas de ajuste que están llevando adelante los gobiernos, para pagar la estafa de la deuda. Hay que cambiar las prioridades.

Ante esta emergencia sanitaria, es irrisorio que la vacuna se venda como una mercancía más. ¿Quién puede acceder a la misma cuando sale más de $100.000 solo una dosis? Es indispensable que sea gratuita para todo el que la requiera.

Adorni hizo el ridículo diciendo que no es necesaria la vacuna ni campañas publicitarias porque en unos meses el dengue se va. Según el último Boletín Epidemiológico de la Nación - que le recomendamos leer - es notoria la persistencia del dengue en la época invernal.

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Precisamente el calentamiento global y la mayor ocurrencia de eventos extremos como olas de calor, lluvias intensas e inundaciones, facilitan la expansión de estas epidemias - típicamente tropicales - a nuevas zonas. Que los casos de dengue persistan en invierno implica que al año siguiente se parte de un piso más alto para el contagio y por lo tanto, los brotes son más grandes. En pocas palabras, si se deja correr, va a ser cada vez peor.

Pero nada se puede esperar de un gobierno negacionista de la crisis climática, enemigo de la ciencia y la razón. La salud no puede ser un negocio, es un derecho fundamental. Son las y los trabajadores y los sectores populares quienes pueden exigir estas medidas mínimas contra el dengue, por una verdadera solución, en favor de la vida y la salud de las mayorías.

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