A través de redes sociales, repartidores difunden un reportaje que da cuenta de los abusos policíacos en contra del trabajador Jonathan Anguiano y su familia, quienes no sólo tuvieron que enfrentar los golpes de la Policía de la CDMX, sino también ahora las trabas para denunciar.

La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Jueves 18 de junio de 2020
El pasado 26 de mayo, el repartidor Jonathan Anguiano fue detenido por elementos de la Policía de la Ciudad de México que viajaban en patrullas y en un vehículo particular, en la colonia Moctezuma, al oriente de la capital. Acusado de haber cometido una infracción de tránsito, Anguiano se rehusó a ser extorsionado por la policía y solicitó que fueran autoridades de tránsito las que trasladaran su motocicleta.
Tras fallar en su intento de dar una "mordida" a los ingresos del repartidor, los policías sometieron a Anguiano en el suelo y lo esposaron con los brazos detrás de la espalda, para luego empujarlo al interior de una patrulla. Al ser cuestionados sobre los motivos de la detención, un policía contestó que era por "resistencia de particulares", delito diseñado para sancionar las "faltas a la autoridad". Según cuenta el mismo Anguiano para un reportaje de Azteca Noticias, la policía lo amenazó con sembrarle armas o drogas, irritados por haber sido grabados y cuestionados.
El reportaje, que fue compartido por el colectivo Ni Un Repartidor Menos, no sólo revela el intento de extorsión y la brutalidad policíaca, sino también la impunidad con la que opera la policía al amparo de las mismas autoridades. Según detalla el reportaje, este atropello, junto a otros, se encuentra en manos de asuntos internos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, sin que hasta el momento se haya sabido de algún proceso o sanción que indique que la atención al tema no hay sido simplemente formal.
Y es que no será la policía quien se castigue a sí misma. Mientras las recomendaciones de organismos de DDHH son letra muerta y las promesas de no represión son engañosas como la "desaparición" del cuerpo de granaderos en la capital, son jóvenes, mujeres y trabajadores quienes enfrentan día con día la violencia de una policía cuyos atropellos quedan impunes.
Quienes viven esta realidad con mayor crudeza son precisamente los más pobres, los más precarizados, quienes protestan. Es un albañil en un poblado de Jalisco, es un joven futbolista en Oaxaca, es el rostro de una mujer pateado por la bota policía y es un repartidor que se rehusó a ser extorsionado en la Ciudad de México. La policía debe abolirse e instalarse comisiones de investigación independientes para imponer verdad y justicia para las víctimas de la represión y brutalidad por parte de este cuerpo represivo.