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Red Internacional
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POR EDUCACIÓN NO SEXISTA. Denunciemos los acosos sexuales y violencias de género en nuestras escuelas

La educación es reflejo de la sociedad y del sistema en el que vivimos, y en sus escuelas se reproducen las miserias del mismo, generando una normalización de los actos de violencia y perpetuando las desigualdades en torno al género.

Martes 17 de mayo de 2016

Lo que naturalizamos en las escuelas se reproduce en la sociedad sin cuestionamiento. Los problemas de género ya no se vuelven un problema de un individuo o entre individuos, sino que se transforma en un problema social que involucra a hombres y mujeres. Es un conflicto urgente de resolver para transformar la sociedad.

Estamos en una sociedad enajenada que privilegia sus relaciones en el uso de las nuevas tecnologías siendo esta una plataforma que encubre al abusador, permitiéndole mantener una relación de poder sin que este sea visualizado. Uno de los delitos con mayor impunidad en las escuelas hacia las estudiantes es el Grooming, un delito que cae en la esfera sexual y que consiste en el hostigamiento por parte de un adulto hacia un menor a través de una red social, en la cual solicitan material en base a una relación de amistad falsa construida desde un apoyo emocional, para luego hacer uso de esta condición a favor de la satisfacción sexual del adulto.

El gobierno local y nacional, a través del Ministerio de Justicia y derechos humanos, ha formado una institución para prevenir y atender vulneraciones de derechos de niños, niñas y adolescentes, la Oficina de Protección de Derechos de niños y adolescentes (OPD), pero sabemos que no está vinculada directamente con las instituciones educativas. Esta condición de desvinculación se torna insuficiente para erradicar la violencia de género en la sociedad, pues sólo se preocupa de prevenir y sancionar hechos individuales aislados del contexto educativo.

Las mujeres trabajadoras de la educación también nos vemos afectadas en lo cotidiano por estas lógicas de violencia de género en nuestros lugares de trabajo, pues existen discriminaciones por orientación sexual tanto a profesores como estudiantes; discriminación de maternidad para trabajadores de la educación y apoderadas, desvalorización del trabajo de las docentes, desigualdad en los sueldos, subestimación de las capacidades intelectuales de las profesoras frente a las del profesor (capacidad de autoridad), cargos de mayor responsabilidad y desvalorización del rol femenino en la sociedad. Así como el agobio laboral con una tercera jornada laboral, la falta de salas cunas y jardines infantiles.

Frente a lo expuesto anteriormente existen organismos como la OPD, en donde se puede denunciar, contando con psicólogos y abogados para llevar adelante la denuncia en caso de vulneración de derechos. Es importante resaltar que la dirección de los establecimientos tiene la responsabilidad legal de proteger, dar a conocer el hecho de violencia en menos de 24 horas y que deben integrar en su reglamento interno esta información.

Lamentablemente esto no sucede en casi la totalidad de nuestras escuelas, por esto es necesario que comencemos a organizar comisiones de estudiantes junto a apoderados, docentes y paradocentes que exijan las responsabilidades estipuladas por la OPD a la dirección del colegio, para que sean abiertamente difundidos en las escuelas. Comisiones que informen, denuncien y lleven adelante un seguimiento de protocolo para enfrentar la violencia de género y acoso sexual. Desarrollado en conjunto con quienes se ven involucrados día a día con la violencia de género y acoso sexual, sin confiar en las direcciones de los establecimientos que en la mayoría de los casos protegen y encubren los actos de violencia, naturalizando y defendiendo a quienes vulneran los derechos de los estudiantes y profesores.

Paremos con todo tipo de discriminación y violencia de género, como el Grooming, en donde se culpa al estudiante frente al acto del adulto abusador, insinuando culpabilidad y provocación de la o el menor. Pongámosle fin a las desigualdades de género que también vivimos las trabajadoras y trabajadores de la educación; como el pago de sueldo reducido hacia las mujeres en comparación con la remuneración de los trabajadores masculinos. Luchemos por una educación no sexista para transformar la sociedad.