Por algunas horas habitantes de ambos lados de la frontera México-EEUU, convivieron a través de la barrera que divide ambos países. Una muestra de rebeldía de los de abajo contra las designios de los poderosos capitalistas del norte.
Raúl Dosta @raul_dosta
Martes 30 de julio de 2019 20:43
En un alarde de creatividad e iniciativa internacionalista, dos arquitectos y diseñadores estadounidenses, Ronald Rael y Virginia San Fratello construyeron algunos aparatos de “sube y baja” y los empotraron en el medio de la valla construida por Estados Unidos hace catorce años.
A través de esta barrera que separa Ciudad Juárez y Sunland Park, suburbio adyacente a El Paso, Texas, acuden numerosos habitantes de ambos lados de la frontera en fines de semana para verse cara a cara. Los autores materiales de este novedoso “crimen”, recién cometido, son conscientes de esta forma de “visitarse” entre parientes ante la cerrazón de las autoridades fronterizas y sus altos dirigentes, como es el caso del presidente Trump quien ha querido, cerrar definitivamente el paso a los migrantes y dicta medidas represivas para deshacerse de los que ya lograron pasar.
Por ello decidieron darle un toque de diversión a quienes acuden a este lugar. Así, niños y grandes apreciaron y disfrutaron esta pequeña pero fortificante iniciativa. Y es que medidas así deberían llevarse a cabo todos los días en todos aquellos lugares donde los capitalistas deciden parar la inmigración como una manera de postergar sus cada vez más profundas crisis. Ante los pronósticos de caída de la producción y el consecuente desempleo, mejor cerrar las fronteras, les dicta su forma estrecha y pérfida de pensar.
Con esta intervención "El muro se convirtió literalmente en un punto de apoyo para las relaciones entre EE UU y México. Los niños y adultos se conectaron de manera significativa en ambos lados, representando cómo las acciones que tienen lugar en un lado, tienen consecuencias directas en el otro", escribió este martes Rael en su cuenta de Instagram al compartir vídeos y fotografías de gente de todas las edades balanceándose...”
Así, la creatividad de estos activistas, como ciertamente aseguran, está puesta al servicio de fomentar el desmantelamiento conceptual y físico del muro “que atraviesa un ‘tercer país’: Estados Divididos de América”. Por ello no nos extrañe que se repitan los “sube y bajas” y otras iniciativas como incrustar una mesa para compartir comida e incluso construir una casa dividida por el muro en su interior “para enfatizar el hecho de que la división se acerca a la vida de las personas”.
Lo cierto es que esta manera de plantear el problema de manera muy positiva también sirve como un canal de desarrollo de la mentalidad que tenemos las familias que estamos separadas por el Río Bravo y las barreras artificiales impulsadas por los gobiernos estadounidenses: el muro lo derribamos todos los días expresando nuestra solidaridad y simpatía entre los trabajadores de ambos lados. Lo que nos da fuerza moral para impedir que sus muros, hechos de concreto o de retenes militares, cumplan con su cometido. La clase obrera es una y sin fronteras.
Instalación del arquitecto Ronald Rael en la frontera entre EEUU y México. Sube y baja para que los niños jueguen a ambos lados del muro.
Una imagen q no puede más q mostrar la barbarie a la q nos lleva el capitalismo.
La realidad supera cualquier ficción distópica. pic.twitter.com/uPghxvs69G— Juan Andrés Gallardo (@juanagallardo1) July 30, 2019