La Universidad de Santiago de Chile se encuentra en paro indefinido desde el pasado martes 11 de junio, luego de que la federación fallara en elaborar un petitorio y negociarlo con las autoridades, pasando a llevar las definiciones de varias carreras en el camino y echándose a los estudiantes en su contra.
Viernes 21 de junio de 2024
Durante la semana del 4 de junio , la federación hizo a los centros de estudiantes elaborar, durante 4 días seguidos, un petitorio para la universidad, con la intención de abrir una válvula de escape para el descontento que se viene generando en la base frente a las condiciones de la universidad y la propia dirigencia de la FEUSACH.
Fue el colmo para les estudiantes cuando durante la madrugada del domingo les representantes de FEUSACH se sentaron a puertas cerradas a corregir el petitorio, sacando y/o modificando arbitrariamente puntos completos que habían sido puestos por los centros de estudiantes y discutidos en las respectivas carreras, para luego ese mismo petitorio ser rechazado por la rectoría de Rodrigo Vidal, motivo por el cual la semana del 10 de junio bajaron la moción a paro indefinido como medida de presión.
Entre los días domingo y lunes de esa semana, al menos 18 carreras votaron paralizar indefinidamente y, eventualmente, también buscaron elevar la moción a toda la universidad el día lunes 10. Esta moción, levantada por los centros de estudiantes por no haber condiciones mínimas para estudiar y apoyada por la federación para usar como medida de presión a las autoridades, fue aprobada con más de 7000 votos a favor.
Ese mismo lunes, la federación celebraba su propia grandeza y ejemplar dirigencia con una marcha de menos de 30 personas. Mientras, en la facultad de humanidades, la carrera de historia organizaba su propia movilización con más de 100 estudiantes que terminaron marchando y que fueron a increpar a la federación en su propio edificio, por el descontento generado porque, para el caso de historia, ninguna de sus demandas fue incluida en el petitorio.
Esto no es más que el resultado de la mezquindad política, la pasividad que han mantenido hasta ahora en su posición y la poca o nula perspectiva de quienes ahora integran la federación, incluidos los militantes de las Juventudes Comunistas y Convergencia Social. Hoy día intentan revertir el descontento integrando a representantes por facultad en las negociaciones y habiendo vuelto a revisar el petitorio con cada una de las facultades.
Pero en un contexto en el que vemos cómo se generalizan movilizaciones en diversas universidades, donde están al centro tanto la lucha contra el genocidio en Palestina por la complicidad de varias casas de estudio (entre ellas tambien la USACH) con centros de estudio israelíes y por demandas internas del mismo tipo por las cuales hoy dia en la Universidad de Santiago hay paralización, no hay un hilo conductor común que centralice las demandas y las lleve a un plano estructural, o sea, volver a poner al centro los problemas de la educación de mercado, el desmantelamiento de la educación publica y el autoritarismo universitario.
Las demandas del petitorio, con lo justas que son, se limitan a condiciones mínimas que debe tener una universidad para su funcionamiento y, sin embargo, no están resueltas y nos vemos año a año peleando por las mismas causas. En realidad, las autoridades de la universidad no son capaces de resolverlas y no están trabajando para que existan las condiciones para hacerlo, más bien responden a las exigencias del Ministerio de Educación buscando por cualquier medio posible volver a hacer clases, aún cuando no hayan sido resueltos los problemas.
La verdadera pregunta entonces es ¿cómo hacemos para conquistar nuestras demandas?
El responder a esta pregunta pasa por pensar, obligatoriamente, el por que la educación en Chile esta como esta. El sistema educativo en el que estamos insertos es uno que está organizado para mercantilizar la educación y venderla como un bien de consumo, no para asegurarla con un derecho básico de la población a profesionalizarse y acceder al conocimiento.
Partiendo de ahí, vemos que la educación se financia con un sistema de voucher, en donde cada estudiante debe pagar su matrícula y una mensualidad que, para que decir, en las carreras de mayor prestigio está muy por sobre el sueldo mínimo. De ahí, las opciones para las familias trabajadoras y más vulnerables se reducen a 2, intentar acceder a una beca mediante un proceso degradante en el que cada uno tiene que demostrar que vive en condiciones de pobreza o, de no funcionar, acceder a créditos y endeudarse.
Pero aún así, una vez dentro, nos topamos tanto en la USACH, como en la U Chile y en todas las universidades públicas, que los techos se caen, las salas se llueven, estudiantes, funcionarios o académicos se electrocutan, tenemos ratas, no hay insumos básicos en los baños como papel higiénico o jabón, etc.
Resolver estos problemas no será en base a la buena voluntad de autoridades como los rectores o decanos que tienen sueldos de gerente, ni por un gobierno que prefiere dar más plata a los pacos que a la educación pública. Sino que será en base a la lucha y movilización de todas las universidades y liceos, con la emergencia de un movimiento estudiantil que retome las demandas históricas de lxs estudiantes y sus métodos de lucha.
El ejemplo más avanzado de esto hoy día es la universidad de Chile, que viene hace más de un mes teniendo movilizaciones generalizadas en varios de sus campus y facultades y que comienzan a dilucidar este horizonte. Si el estado se encargara de financiar integralmente la educación con la plata de los recursos naturales, las facultades no se caerían a pedazos. Si las autoridades como Rosa Devés no tuvieran todo el poder de decisión sobre las políticas institucionales y por el contrario hubiera un cogobierno triestamental donde cada actor de la comunidad universitaria tuviese un voto, ya se habrían roto los convenios con universidades de Israel y la Universidad de Chile no seria más complice del genocidio.
Para que en la Universidad de Chile y la Universidad de Santiago pueda darse respuesta a los petitorios construidos con el esfuerzo y discusión de las y los estudiantes, funcionarios y académicos, es necesario volver a poner en pié un movimiento estudiantil que sea un actor a nivel nacional. Y este es justamente el miedo que tienen tanto las autoridades universitarias, como el gobierno y la burguesía, que se ve expresado en la prensa con toda una línea de desinformación y acusaciones en contra del acampe de casa central y en las posturas públicas tomadas por el presidente Gabriel Boric y su vocera de gobierno Camila Vallejos.
Para la emergencia de un movimiento estudiantil, topamos en la falta de un horizonte político que haga avanzar estas luchas, topamos en lo precaria que es nuestra relación entre facultades y entre distintas universidades, en la pasividad en la que están inmiscuidos nuestros organismos de representación y dirección política como las federaciones o el mismo confech. Para superar estas brechas y levantar una vanguardia estudiantil que este a la altura de los acontecimientos debemos abrir estas discusiones en nuestras asambleas, en perspectiva de una paro nacional educativo que vuelva a poner al centro la lucha por educación gratuita, de calidad y no sexista y contra toda complicidad con el genocidio.
El desafío de este horizonte político es pensar la unidad con otros sectores en lucha y dar una batalla decidida en defensa de la educación, y la tarea que debe tomar una agrupación revolucionaria en el movimiento estudiantil, con el objetivo de potenciar la movilización independiente de los estudiantes y el cuestionamiento al sistema capitalista.
Este es el desafío que hoy día nos proponemos en la agrupación anticapitalista Vencer para abrirnos paso en la USACH y en todos los lugares de estudio y trabajo de la juventud, así como el rol que estamos hoy día jugando en la Universidad de Chile tanto en el acampe de Casa Central como en la toma de Juan Gomez Millas.