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Red Internacional
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Pandemia y lucha de clases. Alarmas en el poder: Clarín y el Gobierno preocupados por unidad de ocupados y desocupados

Preocupación desde el Gobierno y medios de comunicación por un paso en la unidad entre distintos sectores en lucha. Operaciones mediáticas para dividir y demonizar. La apuesta a seguir el ejemplo neuquino y coordinar desde abajo.

Fernando Scolnik

Fernando Scolnik @FernandoScolnik

Jueves 29 de abril de 2021 14:59

Una mirada a las usinas políticas e ideológicas del poder, da cuenta muchas veces de sus verdaderas preocupaciones y de las batallas que dan por crear sentidos comunes favorables a la clases dominantes.

Por estas horas, una rápida recorrida muestra que ríos de tinta y largas horas de radio y televisión empiezan a ocuparse crecientemente de las luchas de la clase trabajadora. Si en la primera ola de coronavirus la falsa dicotomía “economía o salud” fue instalada desde algunos sectores para justificar un aumento de la pobreza como una consecuencia supuestamente inevitable de la pandemia, hoy está en marcha un operativo para instalar que el que sale a luchar es responsable de propagar el virus.

Este mismo hecho refleja, en sí mismo, un cambio en la situación del país. Si en un primer momento muchos medios de comunicación quisieron ocultar la oleada de luchas que tiene lugar este año, ahora la realidad es que el sol no se puede ocultar con la mano y han decidido cambiar su orientación.

En ese recorrido, un rol decisivo juegan luchas como la rebelión de la salud en Neuquén: cuando esa gesta, que ya es histórica, bloqueó Vaca Muerta, su pelea llegó a la plana mayor de los canales de TV y las tapas de los principales diarios del país, mostrando la preocupación de las clases dominantes por cómo era afectada por la lucha un área estratégica de la economía. En menor medida, la lucha de los portuarios en Buenos Aires había generado algo similar, cuando su pelea afectó la producción de algunas terminales automotrices que se quedaron sin insumos para trabajar.

Sin embargo, este martes esa preocupación dio un salto cuando el centro porteño fue copado por sectores en lucha que confluyeron en las calles. El símbolo de la unidad de los de abajo, que los de arriba quieren dividir, y su desarrollo en potencia, encendió más alarmas en el poder. No es para menos: el ejemplo neuquino muestra que si las luchas se coordinan, organizan desde abajo y ganan apoyo popular, tienen una enorme potencia, como en el caso de la provincia patagónica donde una gran rebelión popular de dos meses, con métodos duros de lucha, derrotó al Gobierno derechista del MPN. Eso es lo que quieren evitar que se generalice al resto del país.

En una nota del día miércoles, Clarín graficó la imagen que causa temor en los de arriba: “la Ciudad se vio virtualmente sitiada: bajo la consigna ‘Unidad de Trabajadores ocupados y desocupados’, en distintas manifestaciones confluyeron sectores de izquierda, trabajadores aeronáuticos de LATAM, ferroviarios del Ferrocarril Roca, personal de salud de los hospitales Larcade, Garrahan y Clínica San Andrés, tercerizados de Edesur y Luz y Fuerza y docentes, entre otros”. Efectivamente, ese día se encontraron en las calles las organizaciones sociales que habían convocado a marchar al Consejo del Salario Mínimo con los trabajadores y trabajadoras que pelean por salarios, despidos o contra la precarización laboral.

El mismo diario hizo mención también a la preocupación del Gobierno nacional por este tema. Luego de citar al secretario de Articulación Federal de la Nación, Gabriel Fuks, quien dijo que "no está permitido entrar marchando a la Ciudad", Clarín recordó que “la intención del Gobierno a principios de abril, cuando Alberto F. dispuso las primeras medidas, era pactar una ‘tregua’ con movimientos sociales para evitar manifestaciones. Sin embargo, más allá del refuerzo en materia alimentaria que dispuso el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, las protestas se multiplicaron ante la crisis económica”.

El propio Fucks, este jueves, fue el encargado de seguir desarrollando los argumentos en declaraciones radiales: “no es tiempo de movilizaciones ni de amuchamiento de gente en las calles; todos vemos cantidad de casos (de Covid-19), de gente que se ha reinfectado”.

Dividir para dominar

Contra la lucha de clases (que en casos como en Neuquén o los vitivinícolas viene de grandes triunfos), las clases dominantes tienen un arsenal de recursos de lucha, que van desde la represión estatal (como en el puerto), hasta el rol fundamental de las burocracias sindicales que dejan pasar todo y llegado el caso arman patotas, pasando también por el uso de los medios de comunicación para dar la batalla por la opinión pública. No son excluyentes sino complementarios, y en muchas ocasiones usados en distintos momentos de una misma lucha.

En este caso, ante la emergencia de las luchas y los primeros pasos en la unidad de ocupados y desocupados, estamos ante una operación gubernamental y mediática para crear un consenso de que la lucha contra el covid implica una tregua sin luchas en la que las clases dominantes sigan ganando y la pobreza siga aumentado. Mientras que distintas burocracias sindicales y de los movimientos sociales juegan un rol fundamental aceptando este rol, también tiene lugar una pelea de ideas para intentar demonizar a los que luchan contra la pobreza y el empeoramiento de las condiciones de vida, y no a los que generan esa situación.

En este sentido, el martes desde temprano se montó una operación de “periodismo de guerra” para intentar desprestigiar a los que salieron a las calles. El derechista Antonio Laje fue la avanzada de intentar crear un sentido común reaccionario, buscando instalar un clima represivo con la absurda acusación de que los culpables de los contagios de coronavirus no serían los gobiernos que no garantizan las vacunas y otras medidas elementales, ni los laboratorios que priorizan sus ganancias por sobre la vida, sino los que salen a luchar contra la pobreza en una situación dramática con el 42 % del país viviendo en esa situación. Según muchos medios de comunicación, parecería que en los trenes abarrotados o los lugares de trabajo no hay contagios, pero marchando al aire libre sí. En fin, todo sea por la ganancia capitalista.

Como vimos, desde el Gobierno nacional también sus funcionarios son parte de esta operación que, más allá de lo coyuntural, tiene un objetivo estratégico. Intentar abortar la emergencia de lo que el martes despuntó en las calles: la unidad de los explotados y los oprimidos que diversas burocracias dividen pero que, desde abajo, como en el Encuentro de coordinación de las luchas de Madygraf o en los autoconvocados de distintos lugares del país, se empiezan a organizar y coordinar.

En donde ellos ven sus temores, está nuestro futuro. Esa es la apuesta y también el desafío, porque los enemigos son poderosos e importantes: desde el PTS y el Movimiento de Agrupaciones Clasistas, en confluencia con otros sectores, apostamos a unir y coordinar desde abajo a todos los sectores en lucha. Es un debate abierto, porque en ese camino encontraremos las fuerzas para ganar.


Fernando Scolnik

Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.

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