Desde que tengo memoria, nunca me gusto este mundo en el que vivimos. Algo dentro de mí siempre estuvo convencido de que estaba mal.
Jueves 27 de octubre de 2016 08:33
Que las mujeres no somos menos que los hombres, que los ricos no son mejores que los pobres, que los blancos no son más que los negros, que las fronteras son invisibles y que somos todos seres humanos, que todas esas diferencia sirven solo para debilitarnos, para separarnos.
Somos criados y educados en un sistema patriarcal y capitalista donde nos quieren hacer creer que no hay posibilidades, nos enseñan a agachar la cabeza y a callar la boca. Pero lo que no nos dicen en la escuela ni en los medios, es que este mundo se llena la boca de una doble moral. Como la de la meritocracia, que propone que cada uno tiene lo que gana, y entonces ¿cómo justifican que haya gente que trabaja diez horas y deja su salud en una fábrica a cambio de un sueldo que a duras penas alcanza para mantener a la familia y llegar a fin de mes? Esa doble moral de los gobernantes que se sacan la foto y levantan el discurso de ni una menos y después no hacen nada, ni siquiera legalizan el aborto para que dejen de morir mujeres pobres ni declarar emergencia contra la violencia hacia las mujeres, ya que todos los días en argentina se nos muere una. Esa misma doble moral de aparentar populismo y después llenar los barrios de policías, sin hacerse cargo de los pibes muertos por gatillo fácil. La doble moral de levantar la bandera de los derechos humanos y que desaparezca por segunda vez Julio López.
Todas estas injusticias y muchas otras más, siempre me tocaron algo profundo dentro de mí y sentía que tenía que hacer algo. Pero me pasaba, como a muchos quizás, de creer que es imposible ir contra este sistema, arrancarle algo de humanidad a este maquina podrida que se come a la gente y defeca ganancias. Es que uno muchas veces se siente solo en este universo que corre tras el reloj, nadie tiene tiempo para pensar en el de al lado, porque mientras las cosas le pasen al otro y no a uno está todo bien; pero cuando nos damos cuenta que ese otro también es uno, que vivimos de formas similares, que también nos pueden echar, que también nos precariza, que también nos desaparecen, nos violan, nos matan, que somos todos partes de un sector que alimenta a esos que viven de nuestro sudor, de nuestros sueños y de nuestras vidas.
Cuando tomé conciencia que no estaba sola fue cuando conocí y me reencontré con algunas personas de mi pueblo, de Cañuelas, que militaban en un partido que tenía propuestas distintas de los partidos tradicionales. Propuestas que coincidían con mis ganas de cambiar este mundo. Este partido es el PTS en el Frente de Izquierda del cual mi hermana, una mujer de 27 años que vive la precarización y la opresión, fue candidata a primera concejal. Ahí conocí lo que es moverse para hacer conocer una lista e impulsar el crecimiento de una nueva fuerza que no cuenta con los millones que manejan el FPV , Cambiemos y el Frente Renovador. Nosotros hicimos todo a pulmón
Y este año Ingrese a la Universidad Nacional de Arte, luego de hacer por segunda vez el ingreso elitista que tiene el departamento de Artes Dramáticas. Porque como no hay presupuesto ahora, tampoco lo hubo antes, por eso el espacio no alcanza para todos los que se anotan a las carreras y muchas veces la situación de cursada es riesgosa por la situación edilicia de muchos de los departamentos de la universidad.
Ahí me encontré con otros compañeros y compañeras con quienes debatí y compartí mis angustias y alegrías sobre este mundo y ellos hicieron lo mismo. Luchamos codo a codo por el boleto educativo gratuito, para defender la educación pública. También nos organizamos para poner en pie la secretaria de la mujer y diversidad sexual y viajamos al Encuentro Nacional de Mujeres, donde conocí profundamente la fuerza de las mujeres, donde entendí que es necesario formar un gran movimiento de mujeres que no se quede solo con el encuentro sino que sea una fuerza latente que haga realidad la frase “si tocan a una nos organizamos miles” llevando adelante luchas concretas y poder arrancarle a este gobiernos nuestras demandas y derechos. Pero también vi lo que no quiero, ser partes de esos sectores que tranzan con la iglesia y el gobierno, que buscan debilitar el movimiento de mujeres, negándoles el voto y desoyendo a las miles que pedíamos que el encuentro del año siguiente sea en Buenos Aires para poder ser cientos de miles en el centro político, económico y eclesiástico del país, donde los medios no nos puedan ocultar, para que todo el país y el mundo se entere que como el 19 de octubre fuimos 100 mil marchando por Ni una menos bajo la lluvia, podemos ser muchísimas más.
Todas esto lo viví en carne propia con compañeras y compañeros de Pan y Rosas y del PTS en el Frente de Izquierda, como todos los que son parte de este partido, porque el FIT no es solo una sigla, son personas de carne y hueso que llevan al hombro la lucha diaria contra el sistema, que se organizan en sus lugares de trabajo, de estudio, en los barrios, como vos y yo. No son empresarios ni dirigentes que andan en helicóptero, Nicolás del Caño o Myriam Bregman cobran como un docente y marchan con nosotros. Eso es el Frente de izquierda, una alternativa a los partidos tradicionales, que no nos miente en la cara, que no nos precariza, que no nos reprime, no lleva adelante el ajuste, no criminalizan a la juventud por fumar marihuana. Por todo esto voy a ir el 19 de noviembre al acto en Atlanta, porque me siento parte de esta gran fuerza que no para de crecer y que se planta contra la burocracia sindical, contra la policía, contra el gobierno, contra la iglesia y el machismo. Voy porque ahí me voy a encontrar con miles de personas del todo el país que viven las mismas penurias que vos y yo, que también buscan hacer algo por cambiarlo, porque no estamos solos, porque si nos unimos somos más fuertes y tenemos la posibilidad de cambiar esta historia que parece inmodificable. Por esto te invito, a vos que estás leyendo esto a que vengas al acto en Atlanta a conocer esta fuerza anticapitalista, que vengas a hacer una experiencia y que veas que no estamos solos, podemos ser miles.