En una entrevista a La Nación, descarta que Santiago haya sido capturado o herido en la represión. Su “hipótesis razonable” que ya fue cuestionada por los buzos tras el rastrillaje. Las críticas a los testigos mapuches y los abogados
Domingo 17 de septiembre de 2017 15:49
Fotografía: LA NACION / Ricardo Pristupluk
Guido Otranto posa en el bosque, seguramente el que acompaña la subida al cerro de la Cruz desde el que se puede ver toda la ciudad de Esquel. “La hipótesis más razonable es que Maldonado se ahogó”, lanza desde allí; o desde su cómodo sofá en el estudio.
Vale aclarar, antes que nada, que esta nueva "hipótesis razonable" que plantea Otranto ya había sido cuestionada por los buzos que participaron de los primeros rastrillajes. Como publicó este medio la semana pasada, veedores que participaron de los primeros operativos afirmaron a La Izquierda Diario que los mismos buzos tácticos aseguraron que “no tenía sentido continuar la búsqueda por estos medios porque, por la profundidad y el enramado, un cuerpo no podía ser arrastrado mucho más allá”.
Todos los que siguen el Caso Maldonado esperan, sobre todo los fines de semana, las nuevas operaciones que serán lanzadas desde el Ministerio de Seguridad. Gonzalo Cané ya se ha convertido en un virtual interventor de los expedientes que tratan la represión del 31 de julio, el hábeas corpus y el caso de desaparición forzada. Esta semana se lo vio acompañar las declaraciones de los 19 gendarmes.
¿Habrá preparado junto a Guido Otranto su “testimonio” ante La Nación?
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Juez y parte
Si bien en la entrevista el juez reconoce que está probado que Santiago estuvo en ese tiempo y lugar, lo primero que sorprende de la entrevista es la audacia de Otranto para valorar las pruebas que al momento ha producido. No es lo que le corresponde, y hasta sería plausible de una recusación. ¿Será uno de sus objetivos?
Sin embargo, y a pesar de todas las irregularidades de su investigación, Otranto hace definiciones tajantes y tendenciosas.
"No le encuentro consistencia a la versión de que fue capturado por la Gendarmería", asegura. Pero además, agrega que "no veo elementos que me permitan sostener que pudo haber sido herido de gravedad”.
Para eso acepta “sin fisuras” las declaraciones de los gendarmes que ingresaron a la Lof. “Inconsistencias en el punto crucial no encontré”, dice. Como fundamento asegura que “con la cantidad de muestras dactilares y de ADN no ha surgido ningún rastro positivo que nos haya hecho pensar que Santiago Maldonado haya estado en alguno de esos móviles”.
En cambio, en la versión de los testigos mapuches, para el juez “hay algo en el relato (de los testigos de la comunidad) que no está bien. No cierra”.
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Lo que no cierra es la certeza de Otranto
Ya hemos mostrado, como otros medios, la cantidad de irregularidades que ha tenido la investigación del juez Otranto.
Desde el 1° de agosto permitió que la Gendarmería actuara durante horas en la Lof y la zona, posibilitando que se eliminaran o adulteraran pruebas.
En vez de realizar allanamientos inmediatos, solo realizó inspecciones en los escuadrones de Gendarmería varios días después, sin su presencia, donde cualquier prueba ya había sido absolutamente viciada. Con relación a las pericias telefónicas, solo pidió las llamadas entradas y salientes del 1° de agosto y no avanzó con la triangulación de llamadas, incluido el celular de Santiago atendido el 2 de agosto. También rechazó el ofrecimiento del Equipo de Antropología Forense de realizar "en forma paralela y simultánea" las pericias de prendas y objetos. Fue Otranto quien ordenó los rastrillajes en la zona y quién decidió suspenderlos por primera vez el 16 de agosto ante las conclusiones de los perros “santiagueños” y el jefe de los buzos de Prefectura que informó haber rastrillado el río “5 kilómetros sin resultados”. No conforme con eso, ordenó “rastrillajes” y allanamientos a 400 kilómetros de Esquel, en otras comunidades mapuches. Desde un principio criticó a los testigos de la comunidad, que declararon a pesar del clima represivo que sufren, pero no ve contradicciones en los testimonios de los gendarmes y ha rechazado citar al viceministro Pablo Noceti, quien en una nota publicada este domingo por Ricardo Ragendorfer “contactó a los jefes de Gendarmería antes, durante y después de la represión” (Tiempo Argentino).
A pesar de su certeza, en un momento de la entrevista el juez reconoce que “las testimoniales tienen un valor importante, pero hay otra prueba: por el lado de la fiscalía están haciendo peritajes en celulares y PC. Si hay inconsistencias, deben compararse con los análisis de esos elementos, que hace la fiscalía en la investigación penal. No he tenido acceso a ellos”. ¿En qué quedamos Otranto?
En definitiva, como argumentó la familia de Santiago Maldonado en el pedido de recusación, Otranto no ha sido un juez “imparcial y eficiente”, sino todo lo contrario.
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Más papista que el papa
Pero además, en su entrevista Guido Otranto aparece, como se dice popularmente, “más papista que el papa”. Aunque quedaron en evidencia las contradicciones de los gendarmes – en relación a sus anteriores declaraciones y a las de sus comandantes – el juez “no ve fisuras”. Aunque quedó claro que una docena de gendarmes bajaron al río, que algunos de ellos resultaron heridos en enfrentamientos; aunque quedó en evidencia que entraron a la Lof a “atrapar manifestantes” y que uno de ellos reconoció haber escuchado “tenemos a uno” (el escopetero Zoilán), el juez “no ve fisuras”.
El colmo es que contradice las declaraciones del propio ministro de Justicia, Germán Garavano. El hombre que suele hacer de “policía bueno” del gabinete ayer aseguró que "hay gendarmes que no dijeron la verdad" y pidió terminar con las "operaciones o mentiras que se le dicen a los jueces". "Es bueno que el Estado, el Poder Ejecutivo y el Ministerio de Seguridad aporten elementos certeros, precisos, técnicos y no mentiras infantiles que han generado casi un desvío en la investigación”.
A confesión de parte….
Un ataque a los testigos mapuches y las querellas, y una hipótesis arriesgada
En la entrevista hace otras definiciones temerarias ante las preguntas de la periodista. Entre ellas, que "no creo que un exceso explique la desaparición". Un lenguaje que remite a otras épocas.
En definitiva, Otranto ya no puede ocultar que el Juzgado Federal de Esquel se encuentra intervenido por el Ministerio de Seguridad; en las últimas semanas en manos directamente por Gonzalo Cané. Tras las testimoniales de esta semana no puede negar que la Gendarmería tenía el objetivo de ingresar a la Lof, llegó hasta el río y desde ese momento no aparece Santiago. Por eso saca a relucir nuevas “hipótesis razonables” que excluyan la responsabilidad de la fuerza (no llegaron, llegaron algunos, no se lo llevaron, si murió de un piedrazo en la cabeza jamás quisieron matarlo, si se ahogó no fue querido por ellos).
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Para reafirmar el relato sobre el que seguramente a partir de estos días apuntará todos los cañones, Otranto apunta contra la comunidad mapuche y los abogados de las distintas querellas. Busca desprestigiar y dividir. "Los abogados lo único que tienen son críticas a la investigación, pero aportes de testigos, ninguno". "No se llega a comprender en su total dimensión cuál es el problema que estamos teniendo con esta comunidad: es extremadamente violenta".
Un juez "intervenido", su nueva “hipótesis razonable” y los rastrillajes en manos de las fuerzas que responden a Pablo Noceti y Patricia Bullrich, no hacen más que preocupar a todos los que reclamamos saber: ¿dónde está Santiago Maldonado?