El reportero gráfico Carlos Brigo acaba de ser despedido, junto a otras y otros 354 cronistas, de la agencia Télam. Achique del Estado, pero también de la capacidad de mirar la realidad para contarla.
Lunes 2 de julio de 2018
Estas imágenes revelan (e inmortalizan) esos hechos ocurridos hace casi un año. Al contemplarlas, arden los recuerdos de una larga y extenuante jornada de lucha. Parece que picara la piel de mirar, que quemara el pecho de la bronca revivida, gases y balas de goma.
La memoria de quienes estuvieron ahí, resistiendo, de quienes siguieron la lucha por los medios y las transmisiones en vivo, con la piel erizada en cada minuto de aquella interminable madrugada del 13 de julio de 2017, se nutre del registro visual que nos devuelve la historia. Todo resurge en el cuerpo y estremece de solo observar.
Detrás del lente está Carlos Brigo, “editor de fotografía de la agencia de noticias Tálam desde enero de 2011 a la actualidad”, según lo advierte el primer renglón de su currículum en versión digital. Sus fotografías documentaron la batalla de los trabajadores y las trabajadoras de Pepsico que se ha convertido en emblema del enfrentamiento a los despidos y el ajuste, que hoy se agudiza sobre la clase obrera y los sectores más vulnerables.
Fueron varios los momentos de la historia que Brigo (al igual que otros fotógrafos y fotógrafas) preservó del olvido inherente al paso del tiempo. Como justos rescatistas, los ojos que obturan salvan los acontecimientos del oscuro camino a la nada, del trágico olvido al que el poder quiso condenar a nuestras efemérides. Los redime desprovistos de toda ingenuidad, desde su singular registro y nos los escupe una y otra vez para volver a ellos de tanto en tanto y no olvidar.
Las huellas que evidencian aquellos sucesos, los fragmentos recortados del rompecabezas de la historia, son memoria social y política. Se convierten en profecía y registro de un ciclo que insiste en repetirse, caprichoso, y nos convidan al recuerdo de sus instantáneas más crudas. Tal es el rol del fotodocumentalismo, evidenciar aquello que sucedió como primer paso para una posterior asociación con su contexto, abriendo las puertas de la desordenada y emotiva memoria. La fotografía documental, constitutivamente denunciante, se vuelve pasado y presente… tal es la alquimia de la narrativa visual.
Los trabajadores y las trabajadoras de la comunicación que cargan sus cámaras y lentes a cuestas, son parte, como millones de obreros y obreras en el mundo, de la clase más vapuleada y explotada de la sociedad. La clase trabajadora que sostiene con su fuerza de trabajo los engranajes del sistema capitalista. La misma clase que sufre un nuevo proceso de saqueo en Argentina, como ya ha sucedido en otras ocasiones cuando los más poderosos imponen su salida a las grandes crisis a costa de los más débiles.
Como la crónica de un destino anunciado, 349 días después, toca el turno del protagonista de esta nota. El martes 26 de junio Carlos Brigo recibió el telegrama. Es uno de los 354 compañeros y compañeras despedidos de la prestigiosa agencia fundada en abril de 1945 por Juan Domingo Perón y cuyo acrónimo responde al nombre Telenoticiosa Americana.
Una vez más, el Gobierno de Mauricio Macri avanza con despidos masivos. Esta vez el desguace se da en la agencia estatal de noticias. El cierre de las corresponsalías del interior apunta contra el carácter federal de la información; es el vestigio de un nuevo ataque que arrolla y, a paso firme, condena a la pobreza y desocupación a millones y pretende callar todo indicio de voz dicidente. Y lo anuncia nada menos que el propio titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi.
De nuevo en las calles, porque esa es la escuela de las reporteras y los reporteros gráficos. Esta vez no arde la mirada de gases ni duelen los bastones que reprimen a fuerza de golpes. Esta vez, los trabajadores y las trabajadoras de la comunicación enfrentan la brutal embestida contra el derecho a denunciar y registrar la historia con mirada propia, con el deseo intacto y encendido por narrar. La sensibilidad de Carlos vuelve a documentar lo que unos pocos procuran ocultar.
Como periodistas, cronistas audiovisuales, fotógrafos y fotografas de La Izquierda Diario sabemos de la importancia de tener una voz propia y de relatar la realidad de las mayorías. Porque jamás podrán atrofiar la audacia de nuestro oficio ni enmudecer el registro de nuestras cámaras. No podrán silenciar las afiladas plumas que narran, al agitado ritmo de estos días, el pasado y devenir de nuestra historia.