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Red Internacional
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POLÍTICA. Después del paro nacional: apuntes sobre macrismo, peronismo e izquierda

Conclusiones del paro general. La política represiva del macrismo, el rol de la izquierda en la acción y el silencio de Cristina Kirchner frente a la represión. Debate sobre los sindicatos.

Fernando Scolnik

Fernando Scolnik @FernandoScolnik

Jueves 6 de abril de 2017 08:15

Después de un marzo de multitudinarias movilizaciones en las calles, este jueves, tras 482 días de Gobierno de Mauricio Macri, la CGT realizó el primer paro nacional contra la política económica de Cambiemos.

El duelo estaba inscripto desde los días previos. El oficialismo, envalentonado por la marcha en su apoyo del 1º de abril, realizó una intensa campaña en redes sociales llamando a no adherir al paro, cuestionando la legitimidad de la medida de fuerza y amenazando por todos los medios de comunicación con reprimir los cortes en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires.

"Este paro ya está quebrado, porque una gran parte de la sociedad no lo quiere", había dicho la ministra de Seguridad Patricia Bullrich el día miércoles.

La respuesta de la clase trabajadora fue contundente. Millones de trabajadores le contestaron al Gobierno paralizando el país y convirtiendo a la jornada en un fuerte pronunciamiento contra los despidos, las suspensiones, la pérdida del poder adquisitivo del salario y la precarización laboral. Incluso aquellos trabajadores que habían votado a Cambiemos por su descontento con el kirchnerismo, expresan actualmente su desilusión frente a las promesas de campaña electoral incumplidas, como la de “pobreza cero” o la de anulación del impuesto al salario.

La negativa del ministro Triaca a dar en su conferencia de prensa los porcentajes de acatamiento al paro fue la mejor confesión, involuntaria, del éxito de la medida de fuerza. Las postales de calles vacías y lugares de trabajo cerrados, hicieron el resto.

El Gobierno reprime, la izquierda en los cortes, el kirchnerismo calla

Las amenazas de represión se hicieron realidad. El principal foco de tensión tuvo lugar en Panamericana y 197, Zona Norte del Gran Buenos Aires, lugar de gran concentración industrial y luchas obreras emblemáticas como Lear, Kraft o Madygraf (ex Donnelley). Allí la izquierda y el sindicalismo combativo llevaron adelante su principal acción. El PTS garantizó el corte instalándolo con métodos combativos a 500 metros del dispositivo de Gendarmería, y enfrentó después los gases y camiones hidrantes. Al cierre de esta edición salían en libertad los compañeros detenidos y los heridos se estaban recuperando.

Como había anticipado el día anterior el dirigente de la izquierda Nicolás del Caño, los piquetes son “para ayudar a que los trabajadores no registrados, extorsionados por las patronales con despidos, mañana puedan parar”.

Al mismo, tiempo, las acciones protagonizadas por la izquierda, bajo la concepción del frente único obrero, tienen el objetivo de mostrar una alternativa a la burocracia sindical. La consigna de “golpear juntos, marchar separados”, implica en este caso ser parte de la acción de lucha convocada por las centrales sindicales, pero mostrando métodos de lucha combativos, sin los cuales los reclamos obreros no pueden triunfar, así como un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, en contraposición al programa que levanta la burocracia sindical, que mezcla los reclamos de los trabajadores con los de los empresarios nacionales, que son tanto o más explotadores y flexibilizadores que los de las multinacionales. Este programa de la CGT (y la CTA) es funcional a los intereses del PJ-Frente para la Victoria y el massismo.

La izquierda también denuncia que este jueves en la conferencia de prensa de la tarde la CGT no anunció ninguna continuidad de un plan de lucha, a pesar de que el propio presidente Macri dijo que no hay “plan B” para la economía, es decir, que seguirá gobernando para los grandes empresarios. La mayor dureza del Gobierno, como se ve en la lucha docente o en la represión en la Panamericana, tiene que ser respondida con nuevas medidas de lucha, poniendo en juego la fuerza de millones de trabajadores.

El accionar de la izquierda, tanto en la preparación de la medida de fuerza, como durante el paro mismo y después, apunta entonces a luchar por el triunfo de los reclamos y a aumentar la influencia de quienes son independientes de la burocracia sindical y los partidos políticos que representan los intereses de los capitalistas.

En cuanto a la represión, este jueves por la tarde Patricia Bullrich confesó que "para nosotros era muy simbólico, porque acá hay una batalla cultural y política. Nosotros sabemos que cuando no hay transportes, hay mucha gente que no va a trabajar, pero era simbólico demostrar que estábamos decididos a sacarlos".

La ex ministra de Fernando de la Rúa dejaba así blanco sobre negro los motivos de fondo de la represión. Los mismos que durante el 2008 alentaron los piquetes de la Sociedad Rural y todas las patronales del campo, ahora consideraron que su “batalla cultural” era reprimir a la izquierda y el sindicalismo combativo. Como contracara de esto, a la burocracia sindical que viene dejando pasar el ajuste, la llamaron nuevamente al “diálogo”. La fórmula PRO es reuniones amables con las cúpulas enriquecidas de los sindicatos y palos a los luchadores.

En esto último no se observa una gran “grieta”. El kirchnerismo había escogido algunos años antes a la Panamericana como el lugar de entierro de su falso discurso de no reprimir. Los trabajadores de Lear, Kraft, la Línea 60 y otros llevan en el cuerpo las marcas de esta política, que había tenido otros antecedentes también durante el ciclo K, como atestiguan los trabajadores reprimidos del Casino Flotante, de Mafissa y tantos otros.

En estos hechos pasados hay que buscar las razones del ensordecedor silencio de Cristina Kirchner frente a la represión de este jueves, que fue condenada por múltiples organismos y personalidades de derechos humanos, pero no por la ex presidenta. Detrás de los discursos y especulaciones electorales, el macrismo y el kirchnerismo coinciden en la represión a la izquierda y el sindicalismo combativo.

Desde este punto de vista, fue simbólica la reaparición mediática del ex carapintada Sergio Berni un día antes del paro nacional. El encargado de reprimir durante el kirchnerismo dijo en su regreso que pone “las dos manos en el fuego por Cristina”, que la detención de César Milani le “partió el corazón” y que el militar “debería estar esperando su juicio como todos los procesados, en libertad”.

La demagogia de los cómplices del ajuste y la alternativa de la izquierda

Al igual que Cristina Kirchner, también Massa y Stolbizer (entre muchos otros) guardaron silencio frente a la represión. Es la continuidad de lo que hicieron durante 16 meses de macrismo, en los cuales sus bloques parlamentarios fueron claves en el Congreso Nacional para votarle al Gobierno, que es minoría en ambas cámaras, las leyes para el ajuste y la entrega, como hace por ejemplo el PJ-FpV que es mayoría en el Senado. Mientras tanto, los gobernadores de todo el arco político, sean de Cambiemos, del Partido Socialista en Santa Fe o Alicia Kirchner en Santa Cruz, aplican el ajuste en las provincias que gobiernan.

Su intencionalidad política es capitalizar el descontento de amplias franjas con el macrismo, pero sin “obstruir” el plan de ajuste. Los sindicatos dirigidos por la burocracia sindical les son funcionales en este sentido, especialmente al PJ-FpV.

Este jueves el analista político peronista Abel Fernández analizó este tema desde su blog: “El punto clave, por la naturaleza del peronismo y por un problema de poder concreto, es el movimiento obrero. O, como se dice ahora, en forma más actual, el movimiento de los trabajadores. Sus dirigentes no garantizan votos -eso ya lo sabía el Lobo Vandor- pero sí la organización, que vence al tiempo, y los pocos recursos que una fuerza opositora puede reunir, lejos del Estado. Y, como se muestra hoy, pueden ´parar el país´. Por un día, sin movilización (salvo los piquetes de sectores relativamente débiles), como una catarsis de un malestar social extendido. Pero ningún líder político está en condiciones de hacerlo (…) es necesario construir una alternativa a este único ´Plan A´ del gobierno actual. Que, estoy convencido, va al fracaso”.

Fernández termina su reflexión con la necesidad de cerrar esa brecha entre los dirigentes políticos del peronismo y las estructuras sindicales. Como otras veces en la historia (así fue por ejemplo en los ´80), el peronismo busca recomponerse utilizando a los sindicatos para golpear al Gobierno, capitalizar el descontento y volver al poder para gobernar para los capitalistas.

La izquierda, en cambio, participa de todas las luchas para aportar a su triunfo, a la par que pelea por construir una alternativa política independiente de todos los bandos capitalistas, sin la cual no es posible pensar en acabar con todos los padecimientos del pueblo trabajador. En el Congreso, en las calles y en cada lucha, el Frente de Izquierda es la única fuerza que pelea de forma consecuente por esta perspectiva.

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Fernando Scolnik

Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.

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