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Red Internacional
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Reino Unido Brexit. Después del triunfo del Brexit: ¿hacia un Reino Des-Unido?

El referéndum mostró una enorme división política. La crisis económica, la polarización social y el rechazo a los inmigrantes como causa de los resultados ¿Qué refleja el voto por el Brexit?

Viernes 24 de junio de 2016

El resultado a favor del brexit ha sido el golpe más fuerte al establishment británico en décadas. Es una patada a la casta política y constituye, sin duda, un rechazo no solo a los principales líderes de Westminster sino también a Bruselas y las clases dominantes europeas.

La campaña por el referéndum se caracterizó por un alto grado de polarización política, en la cual los dos campos del referéndum perseguían su propia agenda política. ¿Qué opciones había? Una era apoyar David Cameron, el primer ministro, a los banqueros, la City y la casta política responsable de los recortes que empujan a la miseria y precariedad a miles de trabajadores. La otra opción, la defendida por Nigel Farage, líder del xenófobo UKIP y ex corredor de bolsa, se centró en un furioso ataque a los inmigrantes. Su principal blanco son los polacos, los rumanos y los trabajadores de Europa del Este en particular; a los que acusan de robar los trabajos y las viviendas de los trabajadores británicos.

Con estos argumentos en juego se trató de una de las campañas más reaccionarias de los últimos tiempos.

El odio a los inmigrantes del este es un fenómeno relativamente nuevo, asociado a la pertenencia a la UE. Este sentimiento chauvinista pegó fuerte en sectores de clase trabajadora, en particular en zonas con alto nivel de desocupación.

El brexit obtuvo muy buenos resultados en la zona del noreste de Inglaterra, en antiguas zonas industriales, donde en épocas de prosperidad había minería de carbón, industria del acero y automotriz. En la actualidad, hay grandes bolsillos de pobreza, desfavorecidas y deprimidas a causa de la desindustrialización, con franjas importantes de trabajadores que no pudieron volver a insertarse en la producción. Ejemplo de esto son Sunderland y Middlesbrough, que votaron 61% y 65% respectivamente a favor de dejar la UE. Estos ex bastiones del laborismo, tremendamente castigados durante años de política neoliberales, han girado su atención hacia salidas populistas y chauvinistas como el UKIP.

Sin embargo, en zonas de cierta prosperidad como Boston, en el este de Inglaterra, el brexit alcanzó el nivel más alto con el 75%. Esta región, con mayoría de pequeños negociantes blancos, está ubicada en una zona rural rodeada por granjas agrícolas. Desde el 2004 vivió un gran influjo de migrantes del este de Europa que trabajan de recolectores en las granjas agrícolas o como operarios en plantas procesadoras y refrigeradoras de frutas y verduras. El censo del 2011, arrojó que el 13% de la población era originaria de un país europeo fuera del Reino Unido (mayoría del este). En esta próspera tranquilo región rural el voto al UKIP tiene otro contenido.

Un primer pantallazo a los resultados evidencia un panorama complejo donde es muy difícil hacer una división de clase clara sobre la votación en el referéndum.

En Londres y sus alrededores tomados de conjunto, 28 de los 33 ayuntamientos votaron por quedarse. Son distritos con una alta concentración de trabajadores de servicios, empleados públicos y con una gran población de origen inmigrante. En Lambeth, ayuntamiento en el que tuvo lugar el Disturbio de Brixton de 1981, la opción europeísta llegó al 79%. Quizá vale recordar que los disturbios del Reino Unido de 2011 se iniciaron en el barrio londinense de Tottenham, en el ayuntamiento de Haringey; donde la opción por quedarse alcanzó el 75.6%. Estos resultados podrían leerse como un rechazo a uno de los ‘célebres’ comentarios de Farage cuando se quejó de que tuvo que “viajar mucho tiempo en el tren hasta escuchar una palabra en inglés”.

El análisis de voto por edad también es revelador, entre los votantes de 18 a 35 años la opción por permanecer fue del 75%; por otra parte, en las franjas de 35-44 años y los mayores de 65, el voto por quedarse fue de 52% y 40% respectivamente. Esto va de la mano de los resultados en ciudades universitarias, que también favorecieron la opción europeísta. Los jóvenes participan en colectivos solidarios con los migrantes, en ocupaciones universitarias y muchos salieron a hacer campaña por Jeremy Corbyn para líder del Laborismo. ¿Qué lectura podemos hacer de este voto? ¿Es ilusión de que se pueden cambiar las instituciones desde adentro o rechazo a la propuesta de UKIP?

El futuro de la Unión

En Inglaterra la opción por salir ganó con un 53.4%, refleja la tensión entre zonas desindustrializadas y zonas de trabajadores de servicios con alta población migrante. En Escocia el resultado es claro, la permanencia ganó con el 62% y la salida no hizo pie en ningún distrito. Esto ha provocado un terremoto político, con las fuerzas del Partido Nacional Escocés moviendo los engranajes preparándose para una salida independentista de Escocia.

Irlanda del Norte votó 55,8% a favor de quedarse, lo que podría implicar futuras configuraciones en el mapa de la Unión, ya que según el Acuerdo de Viernes Santo, la frontera entre Dublín (República de Irlanda) y Belfast (el Norte) se desmilitarizó, permitiendo el movimiento sin control. Esto crea un doble problema, por un lado al ser la República de Irlanda un estado miembro de la UE, la frontera entre el norte y el sur de Irlanda se volvería un flanco débil. Por otra parte, hay voces del norte que están hablando de la necesidad de reforzar su filiación con el sur en una dinámica independentista.

Los resultados del referéndum arrojan un panorama complejo, ya que el voto muestra un país dividido por edad, geografía y donde el aspecto de clase no es el factor más claro.

Es indudable que la UE es una organización totalmente antidemocrática que solo representa a los intereses de las élites bancarias de Europa y sirve a los intereses de las fuerzas capitalistas. Sus instituciones han sido despiadadas con países como Grecia, Irlanda y Portugal. Sin embargo, la solución no está en manos del xenófobo Farage y su nuevo socio Boris Johnson, hombre de una familia millonaria que, al igual que Cameron, se benefició de una educación privilegiada. Nigel Farage, un ex corredor de bolsa, está usando el resultado electoral para criticar a los ‘grandes empresarios y los bancos’ en un discurso populista de derecha.

Ante la falta de una política clasista, los legítimos reclamos de sectores abandonados por años de liberalismo e indiferencia de los sindicatos y el laborismo, son aprovechados por una formación de ideología populista de derecha, xenófoba, antiGLBT y trans, antiaborto y misógina.

Mientras los líderes europeos miran con preocupación el resultado en el Reino Unido, el odio que produce la casta europea lo cosecha una formación de derecha. La extrema derecha europea festeja con agrado el éxito del brexit.

La victoria del brexit representa un giro a la derecha en la política del país. Las fuerzas de izquierda, por los derechos de inmigrantes, antirracistas, por los derechos de la mujer y de la comunidad gay, los estudiantes tienen en sus manos la tarea de unir sus esfuerzos y prepararse para enfrentar a este enemigo.

[*El Acuerdo del viernes Santo, también denominado Acuerdo de Belfast, fue firmado en Belfast, Irlanda del Norte, el 10 de abril de 1998 por los gobiernos británico e irlandés y aceptado por la mayoría de los partidos políticos norirlandeses con el objeto de poner fin al Conflicto de Irlanda del Norte.]