Las infancias y las adolescencias en medio de la crisis económica y social mundial, agravada por la pandemia, continúan sin ser prioridad de los estados.
Viernes 16 de abril de 2021 17:36
El 16 de abril se estableció el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, en conmemoración al asesinato del niño Igbal Masih, en 1996, de tan solo 12 años, por las mafias del negocio de las alfombras en Pakistán.
Igbal pasó la mayor parte de su corta vida esclavizado en fábricas, hasta que con 10 años, se unió a un grupo de activistas, con los que logró el cierre de varias fábricas explotadoras de niños y niñas.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el 2016, una de cada 4 víctimas de esclavitud eran niños, niñas y adolescentes.
Es sabido que la crisis afecta centralmente a las infancias, donde se debe priorizar el cumplimiento de derechos, sin embargo se encuentran últimas en la agenda de los gobiernos. Se estima que este año habrá, entre 42 y 66 millones de niños que caerán en la pobreza, sumándose a los 386 millones de niños que ya se encuentran a nivel mundial.
La esclavitud no es un hecho invisible, aunque para los gobiernos pareciera; el golpe de la crisis da muestras cotidianas de esta población atacada; la economía informal, la migración, las irracionalidades del sistema capitalista muestra su bestial cara.
Análisis de diversas organizaciones alertan sobre las consecuencias que traerá el COVID-19 en la población infantil y adolescente a nivel mundial, frente a esto recomiendan la urgente incorporación de respuestas efectivas como parte de las agendas políticas de todos los gobiernos, sin distinción de fronteras, ni estados.
La esclavitud socaba la integridad de niños, niñas y adolescentes, produciendo graves vulneraciones a sus derechos y, generando consecuencias en su desarrollo psicosocial que perduraran en el tiempo. Las niñas y niños explotados son forzados a desarrollar tareas insalubres y que los exponen a lesiones físicas, como quemaduras, mermas auditivas, inhalaciones de productos tóxicos, entre otras. Asimismo, son expuestos a humillaciones, y maltratos emocionales, que traen aparejadas consecuencias profundas en la constitución de su psiquismo, como inhibiciones, estrés, ansiedad, baja autoestima, fallas en la adquisición de conocimientos.
La esclavitud como una realidad data desde siglos atrás, y no es una situación que hoy día podamos decir que este abolida, está arraigada a los principios de capitalismo y su sed de opresión sobre franjas de la sociedad. Los estados con sus políticas de ajuste a nivel mundial profundizan la vulnerabilidad de derechos de estos sectores, hasta lo más brutal.
A nivel nacional, las políticas de ajuste ante la crisis económica y social producto de la pandemia, sólo apuntan a perjudicar a sectores vulnerables y empujarlos a mayor pobreza, beneficiando a empresarios, especuladores financieros, planificando políticas públicas acordes a los lineamientos del Fondo Monetario Internacional. Discursos demagógicos, que en las acciones demuestran una clara decisión de cargar sobre las espaldas del pueblo pobre las consecuencias de la crisis.
Te puede interesar: Infancias vulneradas: “M” no es la única, 4 de cada 10 chicos son pobres en la Ciudad
Te puede interesar: Infancias vulneradas: “M” no es la única, 4 de cada 10 chicos son pobres en la Ciudad
Las condiciones esclavistas que observamos a través de denuncias, en cuanto trabajos infantiles son una cara más de la barbarie capitalista; en Argentina sobran ejemplos: la monstruosa red de la industria textil, donde el trabajo precario y el extremo de la trata de personas se transforman en ganancias millonarias para un puñado de empresarios, la cosecha a destajo de familias completas de yerba mate en Misiones, allí los niños tareferos (cosechadores de yerba mate) en el noreste argentino comienza en promedio a recolectar la yerba mate desde los 4 años, así mismo en los campos de San Juan niños y niñas de 11 años cosechando aceitunas, entre otros ejemplos.
Algunos estudios aseguran que un aumento de un punto porcentual del nivel de pobreza conlleva un aumento del 0,7%, o más, del trabajo infantil.
No son sólo cifras, son las vidas de miles de niñas y niños, que son empujados, obligados a abandonar sus hogares, escuelas, para convertirlos en la esclavitud del siglo actual.