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Crisis Climática. Día Mundial de la Reducción CO2: entre la pandemia y la urgencia climática

El Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de Dióxido de Carbono (CO2), una fecha creada por las Naciones Unidas (ONU) para tomar conciencia sobre el cuidado del planeta, la pandemia que vivimos demuestra la urgencia de cambiar el sistema, no el clima.

Axomalli Villanueva

Axomalli Villanueva @1quiahuitl

Jueves 28 de enero de 2021

El 28 de enero se designó por la ONU como el Día Internacional Por la Reducción de Emisiones, ahora también se considera como Día Mundial de la Acción frente al calentamiento global, esto como un día clave para la concientización sobre las decisiones relacionadas con la concienciación y sensibilización a la población mundial sobre el cambio climático y los impactos ambientales que este ocasiona.

El aumento del contenido de dióxido de carbono, producto de la actividad industrial capitalista, es el responsable principal del cambio climático global, por lo que reducir las emisiones, así como otros gases de efecto invernadero (metano, óxidos de nitrógeno, ozono, clorofluorocarbonos) o el calentamiento de la atmósfera subiría a niveles catastróficos.

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El efecto invernadero, -un proceso natural de la atmósfera- es vital para el desarrollo de la vida en el planeta, pero después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años.

En 1958, Charles D. Keeling , químico estadounidense, comparó una serie de mediciones de concentraciones de CO2 en la atmósfera desde el observatorio de Mauna Loa, en Hawai, en ese entonces la concentración de CO2 alcanzó las 315 partes por millón (ppm), cifras que seguirían aumentando año con año, tan solo en 2013 se alcanzaron por primera vez las 400 ppm.

"La sierra de Keeling", el gráfico muestra como han evolucionado las concentraciones de CO2, fuente Met Office

Esto supuso un descubrimiento perturbador: desde que los seres humanos estamos en la Tierra, -principalmente desde la revolución industrial-, nunca antes la concentración de CO2 en la atmósfera fue tan elevada, y sigue subiendo, con dientes de sierra cada vez más altos.

En 2020 se alcanzó un promedio anual de algo más de 414 ppm (el máximo primaveral alcanzó las 417 ppm) y según pronostica el Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido (Met Office), en 2021 el promedio anual será 2,29 ppm más alto –con un margen de error de 0,55 partes por millón–, por lo que posiblemente el pico máximo quede muy cerca de las 220 ppm, si es que no llega a superarse.

Incremento de las concentraciones de CO2 para 2021, con respecto a años anteriores, fuente NOAA

La pandemia y la carrera contra reloj

El 2020 estuvo signado por las cuarentenas impuestas alrededor del mundo a causa de la emergencia sanitaria por la Covid-19, a medida que un tercio de la población mundial se recluía en sus casas, momentáneamente se vio una disminución parcial en los niveles de concentración de CO2, lamentablemente esto solo fue una medida momentánea, que con los impulsos de reactivación económica por los que apuestan la mayoría de los gobiernos lamentablemente las concentraciones de GEI están lejos de disminuir.

Según un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, la cantidad actual de CO2 en nuestra atmósfera no se había visto desde hace 15 millones de años. Se estima que para el año 2025 el nivel de CO2 pasará a 427 partes por millón -ppm-, un valor visto durante el Mioceno, donde las temperaturas eran entre 3 y 4 ºC más altas que en la actualidad y el nivel del mar estaba 20 metros por encima de lo que está ahora mismo.

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En la actualidad nuestros niveles de dióxido de carbono van en aumento. Aproximadamente cada año suben 2,5 ppm, lo que significa que para dentro de cinco años ya habremos superado todo lo visto en los últimos 3,3 millones de años.

Pero, ¿esto que significa para la vida humana?, en primer lugar, a mayores concentraciones de CO2, más aceleración del calentamiento global, lo que a su vez ocasiona un clima más inestable, mayores sequías, tierras anegadas, fenómenos meteorológicos más extremos, cabe recordar que el 2020 batió récords en su temporada de huracanes, con más de 25, dejando estragos catastróficos en Centroamérica-.

La Met Office predice que: aunque la pandemia de Covid-19 significó que se emitió un 7 % menos de CO2 en todo el mundo en 2020 que en años anteriores, eso se sumó a la acumulación en curso en la atmósfera, sin embargo las emisiones ahora han regresado casi a los niveles previos a la pandemia.

Por primera vez la lucha climática está fuera de las COP´s

El reto del Acuerdo de París es mantener un aumento de la temperatura global durante este siglo por debajo de los 2 ºC desde el período preindustrial. Sin embargo tras más de 5 años de su firma, pocos acuerdos se han llegado a cumplir, mientras que en 2016 Donald Trump anunció que EEUU salía del acuerdo, China nunca ratificó en lo general y Jair Bolsonaro en Brasil siguió las pisadas negacionistas de estos líderes mundiales.

Sin embargo con el surgimiento de las huelgas por el clima, inciadas por la activista sueca Greta Thunberg, y el movimiento estudiantil “Fridays For Future”, millones de personas alrededor del mundo han convergido en señalar que ya no solo podemos hablar de cambio climático, sino de la emergencia climática, lo que apunta a llegar a acciones contundentes para reducir las emisiones de CO2.

Así como la pandemia ha expuesto en forma contundente que quienes son verdaderamente esenciales son los y las trabajadoras, mientras que las clases capitalistas buscan proteger sus ganancias a costa de nuestras vidas y nuestro planeta.

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Según la WWF, con el modelo de producción capitalista se necesitaría los recursos de 1,6 planetas Tierra para satisfacer la demanda de los humanos cada año. Si continuamos en este camino, además de enfrentar las consecuencias del cambio climático, se sumarían la pérdida de biodiversidad tendrá graves consecuencias para la humanidad, incluido el colapso de los sistemas alimentarios y de salud.

Las exigencias del movimiento por el clima son claras, emisiones 0 en 10 años, una apuesta que difícilmente podrá ser lograda dentro del capitalismo. Las medidas drásticas y urgentes que se necesitan no pueden depender de la buena voluntad o la “conciencia” de los Gobiernos capitalistas que nos trajeron a este escenario.

La pelea contra la crisis ambiental global originada por el capitalismo debe reunir a la juventud, los científicos comprometidos, las comunidades indígenas y otros sectores oprimidos con la clase trabajadora al frente. Solo un cambio profundo y sistémico haría posible una restauración efectiva de los ecosistemas terrestres, pero tiene que venir de la mano de una economía más sostenible, que funcione tanto para las personas como para el planeta.

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