Las niñas y niños forman un grupo de víctimas a quienes poco se voltea a ver a la hora de hacer el recuento de daños que está dejando la pandemia por el Covid-19. No obstante, las consecuencias sociales de ésta se están descargando sobre la infancia con devastadora brutalidad.
Viernes 30 de abril de 2021
La cuarentena ha ocasionado que niñas y niños restrinjan a un nivel muy drástico su movilidad, pues no sólo han dejado de ir a la escuela sino que abandonaron un montón de actividades extracurriculares y juegos callejeros, perjudicando así su socialización, una característica humana tan necesaria de estimular en esa etapa de la vida. Y esto se vuelve más grave si tomamos en cuenta que el sistema de vivienda en el que amontonan a la clase trabajadora está en un nivel tan precario que su tamaño es parecido al de un cuarto de cárcel.
Así, la atrofia de la socialización entre infantes está desarrollando problemas de ansiedad en sus cuerpos, pérdida de su capacidad de concentración y aumento de la sensación de soledad, lo que puede derivar en problemas más fuertes como la depresión.
Al mismo tiempo, al ser el capitalismo un sistema adulto-céntrico por antonomasia, la normalización de la violencia y abuso sexual contra niños en nuestras sociedades ha resultado en la multiplicación del maltrato infantil durante el encierro, pues sobre las infancias –y en particular sobre las infancias femeninas– se descargan las peores frustraciones que este sistema genera, cuanto más en tiempos de crisis.
A esto se le suma el alto nivel de orfandad que acompañan como sombras las altas cifras de muertes por el coronavirus. Si bien no hay un conteo claro sobre esto, sólo hay que imaginar que, paralelamente a las gráficas que vemos por todos lados, se dibujan otras de niños y niñas que quedaron sin padre y/o madre.
Por otra parte, las cifras de contagios y fallecimientos de niñas, niños y adolescentes por covid muestran la negligencia de la política del gobierno para apresurar el regreso a clases presenciales únicamente con la vacunación del personal escolar, lo que hace indispensable organizarnos y exigir un regreso seguro a las escuelas con toda la población vacunada.
Suma tu firma: Regreso a clases presenciales sí, pero con toda la población vacunada
Deserción escolar
La emergencia sanitaria ha redundado también en una crisis escolar en todo el mundo. Se prevé que, al retornar a las clases presenciales, uno de los retos más preocupantes de los y las docentes a nivel mundial será resarcir el rezago escolar que están sufriendo todos los niveles educativos. En nuestro país, este problema se potencia debido a la desigualdad y pobreza que padecemos a lo largo y ancho del territorio.
La ausencia de infraestructura de telecomunicaciones en gran parte de los estados, la precariedad de la ya existente y la carencia en los hogares de instrumentos, hoy día esenciales para el aprendizaje a distancia, como internet, celulares, tabletas digitales y/o computadoras, vuelven el “Aprende en Casa” un asunto de privilegio y desigualdad económico-pedagógica.
Aunque aún no hay un conteo oficial en México sobre la deserción escolar, se calcula que más del 60 por ciento del alumnado en zonas urbanas (en zonas rurales el nivel es superior) ya no tiene contacto con los profesores.
Este 30 de abril que se conmemora el día del niño y la niña, debemos aprovecharlo para reflexionar sobre la forma en la que esta crisis pandémica está afectando la vida de las infancias. Así como el coronavirus puso de relieve la precariedad en que se encuentran todos los sistemas de salud del mundo, el confinamiento manifiesta también la desigualdad y pobreza en que vive la gran mayoría de la población.
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