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Tribuna abierta. Día mundial del veganismo

Este 1 de noviembre se llevó a cabo en CABA la marcha por el veganismo, compuesta por diferentes agrupaciones veganas e independientes. En este contexto recopilamos comentarios y dudas acerca del veganismo.

Lunes 6 de noviembre de 2023 12:58

Foto cortesía de @proyectotimonverde

Foto cortesía de @proyectotimonverde

El veganismo no es una dieta, es una filosofía de vida (postura ética) que consiste en no ser cómplice de la explotación animal. Les veganes no consumen carne de ningún animal, tampoco derivados como huevos, leche o miel. Además tampoco utilizan elementos que hayan sido parte del sufrimiento (explotación) animal como vestimenta (sus pieles, cueros) o cosméticos que se hacen con grasa, o experimentando con animales, etc. Tampoco avalan o participan de eventos deportivos o de entretenimiento en los cuales se utilice animales: turf, polo, jineteadas, carreras de galgos, riñas de gallo, zoológicos, acuarios, circo con animales y otros.

Foto cortesía de @proyectotimonverde

La comunidades de veganes es diversa, esta marcha nuclea agrupaciones de distinta índole pero tienen en común este precepto. Si bien han existido distintas culturas, filosofías o religiones que han promovido la no explotación de animales desde hace miles de años, la ideología vegana como tal (y el nombre) fueron creados en 1944 en Inglaterra, en medio de una crisis post guerra y escasez de alimentos. De ahí en más, fue creciendo en diversos ámbitos a la vez que en distintos países desarrollados se incrementaba el consumo de carne y la promoción a la industria cárnica.

Según una encuesta llevada a cabo por la Unión Vegana Argentina (UVA), la población vegana y vegetariana en Argentina creció al 12% de la población total en 2020, casi 5 millones de personas, sin sumar a aquellos que voluntariamente disminuyen su consumo de productos de origen animal “flexivegetarianes”, que son otro 12%. El aumento del número de veganes está relacionado con varias razones, algunes comienzan su proceso (corto o largo) de toma de conciencia por cuestiones de salud, que les llevará tarde o temprano al respeto animal y así al veganismo. La dieta vegana tiene por peso de alimento menos calorías, más fibra, más antioxidantes, fitoquímicos, y carece de colesterol, grasas nocivas (excesos de saturadas y trans) y hormonas animales. Las personas veganas consumen menos ultraprocesados, más alimentos integrales y más frutas y verduras lo cual lleva a menor riesgo de obesidad que ya es una epidemia a nivel mundial según la Organización mundial de la salud (OMS). Además, un excesivo consumo de carnes rojas se asocia con el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, aumento del colesterol total, gota y ciertos tipos de cáncer. Especialmente carnes rojas y procesadas. Para saber más sobre esto consulta el ensayo del nutricionista Juan Esteche.

Antiespecismo

Más allá de la salud, les veganes activistas son antiespecistas, contra el especismo y el antropocentrismo. El especismo es una forma de discriminación basada en la pertenencia a una especie, en la cual el ser humano se cree superior al resto.​ El término es un neologismo acuñado en 1970, en inglés, por el psicólogo Richard D. Ryder como speciesism​ y está definido en el Diccionario de la lengua española como «discriminación de los animales por considerarlos especies inferiores» o «creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio». La “no explotación animal” incluye a los animales humanos:

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Foto cortesía de @proyectotimonverde

El antiespecismo es superador del antropocentrismo y del esencialismo platónico, por eso considera a los animales como sujetos de derechos y esto es un desafío para el marco legal actual que está comenzando a reconocer derechos en los animales no humanos. Respetar a los animales es también respetar sus hábitats naturales.

Veganismo y medio ambiente

Muches ambientalistas optan por el veganismo como medida de cuidado del medio ambiente, aunque este no lo tenga como propósito en sus fundamentos. Por ejemplo, para producir 1 kilo de carne, se gastan, aproximadamente, 15.000 litros de agua. El cuidado del agua es importantísimo en un contexto de cambio climático, ya que es un bien que podría llegar a escasear.

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Un consumo directo de plantas por parte de los humanos quitaría la parte intermedia en la pirámide de biomasa incrementando la eficiencia energética y necesitando menos superficie cultivada, menos deforestación y uso de tierras para cultivo de forrajes y ganadería. El 70% de las deforestaciones mundiales son llevadas a cabo por transnacionales alimenticias para ser utilizadas para pasturas y ganadería. Esto conlleva a consecuencias medioambientales terribles, pérdida de la biodiversidad, desertificación del suelo, inundaciones y desplazamiento de poblaciones locales.

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La industria alimenticia es una de las mayores productoras de gases de efecto invernadero, que tienen severas consecuencias en el calentamiento global. Por eso además, muches veganes opinan que se debe llevar de manera urgente a una transición hacia la agroecología. Ya que apunta a que las personas puedan tener acceso a la tierra, a trabajo digno, frutas y verduras de calidad, no contaminadas por pesticidas y otros agroquímicos. Productores agroecológicos y consumidores se ubican dentro de economías locales y regionales de manera energéticamente mucho más eficiente que las divisiones de producción y exportación capitalistas. Las principales materias primas que utilizan las grandes industrias capitalistas, ya sea de mercancías “alimenticias” o de otro tipo, se extraen del sur global, de zonas de sacrificio, en donde también se alojan las industrias más contaminantes, en países en “vías de desarrollo” sometidos a la colonización y al saqueo por medio de deudas e intervención política imperialista.

Foto cortesía de @proyectotimonverde

Veganismo y respeto por la diversidad

Distintas encuestas han demostrado que las agrupaciones veganas están formadas por una mayor proporción de mujeres y disidencias, ya que promueven una aceptación de la diversidad humana. Malena Blanco una de las fundadoras de Voicot, grupo que utiliza el arte, la publicidad y el diseño para difundir la lucha antiespecista, dijo en una entrevista: “Creemos que veganismo y feminismo nadan por el mismo mar de la lucha contra la opresión” y “Comemos animales porque podemos hacerlo ya que vivimos en una sociedad que nos enseña que tenemos poder sobre esas vidas, olvidando que son seres sintientes como nosotres”.

Veganismo y anticapitalismo / antiimperialismo

La difusión de esta filosofía está estrechamente ligada a las crisis económicas y los desastres ambientales promovidos por el capitalismo y la liberalización de la explotación por parte de los grandes capitales, como contó en una entrevista a LID Nahuel Peña de la ReVeldia:

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La ganadería de hoy no es la misma que la de años atrás. En la etapa de capitalismo avanzado ya no se producen alimentos, sino materia prima ultraprocesada con el fin de maximizar las ganancias. Las empresas avanzan ocupando y arrasando cada vez más, sobre nuevos territorios y no pagan el pasivo ambiental, despojando en el camino comunidades humanas y ecosistemas enteros. En este marco, las empresas transnacionales monopólicas han llevado las condiciones del ganado, a un punto de crueldad inimaginable. Al mismo tiempo que van desplazando a pequeños productores u obligándolos a incorporarse en el sistema de producción industrial basado en hacinamiento, químicos y alimento balanceado también industrial, altamente dependiente de combustibles fósiles.
Muchos veganos están más en contra del sufrimiento que promueve este tipo de industria que de simplemente "comer carne”.

Cómo sociedad estamos en proceso de cuestionar la explotación, en dónde un grupo se basa en la opresión y la explotación de otros para mantenerse en el poder. Y esto es válido de pensar entre humanos así como desde animales humanos hacia animales no humanos.

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No se puede ser vegano y procapitalista.

Si bien la industria se está adaptando a la demanda de productos “sin crueldad animal”, en su mayoria lo hacen desde un "veganwashing", ya que siguen estando basadas en la explotación capitalista y tiene como propósito solamente el incremento de las ventas hacia un sector cada vez más amplio.
Este veganwashing es similar al greenwashing ya que se da en megacorporaciones capitalistas que venden productos "sin animales" pero con elaborados con plantas transgénicas que utilizan agrotóxicos que no sólo acaban con la biodiversidad sino que son muy peligrosos para la salud humana y animal.

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O productos "animales amigables" en dónde se comercializan animales criados para consumo humano diferenciados del resto por su trato “benévolo” en la producción pero en realidad sigue siendo parte de la explotación.

La expansión de la industria capitalista a todo el mundo globalizado ha llevado a un modo de "producción", comercialización y consumo que ha conducido al planeta y a la humanidad a catástrofes naturales, escasez, pobreza y guerras (por apropiación de distintos bienes naturales) en dónde los que más sufren son las clases trabajadoras y populares.

Una enorme proporción de los alimentos que se produce son utilizados para alimentar el ganado, por ejemplo según la OMS WWF el 79% de la soya que se produce en el mundo es utilizada para alimentar al ganado. Además de que en el capitalismo el 30% de los alimentos producidos se tiran.

Considerando esto, no tendría porqué haber hambre en el mundo. Por eso es necesario un cambio urgente en el modo de producción, un programa transicional que nos lleve a una planificación racional y ecológica de la producción, la distribución y el consumo. Esto sólo se puede lograr desde abajo, sólo quienes habitan y trabajan los territorios son capaces de organizarse de esta manera, con sus propias fuerzas y no esperar a que los gobiernos lo realicen cuando lo único que vienen haciendo es defender los intereses de las multinacionales extractivistas.

Foto cortesía de @proyectotimonverde

Refutación de argumentos contra el veganismo:

“Los humanos hemos cazado animales a lo largo de toda nuestra historia, somos omnívoros”.

Cierto, durante la mayor parte de su existencia, la humanidad fue nómada, cazadora y recolectora y las tribus vivían en equilibrio con los ecosistemas que habitaban. Cazaban pero también podían ser cazadas, en estas condiciones en las que vivían, la humanidad no se diferenciaba de otras especies con las que interactuaban. Hoy la mayor parte de la humanidad vive en una sociedad de consumo, en donde los países “desarrollados” aumentan su consumo de materia y energía a expensas de una expansión territorial contínua. Muy, muy lejos de ese equilibrio ancestral.
Actualmente existe numerosa evidencia científica que indica que los humanos pueden llevar una dieta vegana de manera saludable. Por lo tanto esta sería una opción para disminuir la superficie cultivada y respetar a los ecosistemas.
Los argumentos "somos omnívoros" son simplemente esencialistas y no contemplan que éticamente no es lo mismo cazar lo justo y necesario para alimentarse, a un animal que vivía libre y en su ambiente, que tenerlo encerrado (prácticamente inmovilizado en algunos casos) hacinados, mutilados e inundados de antibióticos toda su (corta) vida.

“El veganismo es una dieta burguesa ya que la mayoría de las personas no pueden elegir de qué alimentarse”, “es una salida individual”.

Muchos veganos se enfrentan estas críticas por izquierda, sin embargo la mayoría de los veganos, no tratan de juzgar a quienes no pueden elegir qué comer, sino de dialogar para que aquellos que tienen el privilegio de optar qué comer, lo hagan sin crueldad ni explotación.
Muchas agrupaciones veganas además, se dedican a producir comida para comedores para que las personas en situación de vulnerabilidad puedan realmente elegir opciones veganas.
Algo similar ocurre con reciclar, ahorrar agua, son “salidas individuales” que si las consideramos por separado pueden no tener mucho peso. Sin embargo, se trata de promover con el ejemplo modos de vida más sustentables e invitar de este modo a la militancia.

“Comer carne es parte de nuestra tradición…”

Esta es la excusa más irracional, hubo tradiciones nefastas como el esclavismo, la colonización y otras que siguen aún de “moda” como la opresión patriarcal, el racismo u opresión étnica y la explotación clasista. Por eso hay que buscar la manera de construir una sociedad basada en un nuevo paradigma de igualdad y respeto con el entorno. Una sociedad con nuevas costumbres, en equilibrio metabólico con los ecosistemas, que tenga en cuenta que somos parte de la naturaleza y no un elemento aislado de ella. Una sociedad que respete la biodiversidad y la valore, que cuide el aire, agua y la tierra como los bienes comunes más preciados. Que produzca lo necesario para vivir cómodos en el respeto mutuo y hacia otras especies, dentro de los ciclos naturales. No como en el capitalismo que se produce irracionalmente según el precio, la especulación y el movimiento de divisas, en donde nadie paga las externalidades de la explotación de las grandes compañías transnacionales. Es importante en esa dirección el decrecionismo, disminuir el área ocupada y explotada por las sociedades.

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En la producción industrial de ganado se utiliza mucha energía, tierra (la del ganado y la del forraje cultivado), muchísima agua y energía proveniente de combustibles fósiles para refrigerar la carne y transportarla. La biomasa producida para forraje podría ser reconvertida para ser utilizada directamente por los humanos. Disminuir el consumo de carne, y más aún el veganismo es un paso importantísimo en dirección hacia la construcción de esa sociedad.