Con el nombre de un vals oaxaqueño, Dios nunca muere, se recuerda la “Comuna de Oaxaca” en el último documental producido por Ojo de Agua Comunicación.
Martes 31 de enero de 2017
A una década de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, a través de la historia de cuatro participantes, se narra el documental “Dios nunca Muere”, que intenta dar cuenta de la violación de derechos humanos durante el conflicto.
El pasado sábado, en la función al aire libre de la Cineteca Nacional, se proyectó el documental “Dios nunca muere”, cuyo desarrollo relata la historia de cuatro participantes de la lucha durante 2006 y 2007 en Oaxaca, marcada por la represión e impunidad orquestada por el Estado para acallar uno de los procesos organizativos y de movilización social más importantes del siglo XXI en México, como lo fue la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.
Las víctimas exigen ¡justicia!
“Se trata de contar la vida cotidiana de los protagonistas las historias de impunidad invisibilizadas que hoy día siguen sin esclarecerse, exigiendo justicia y castigo para los responsables. Así como retratar como la gente sigue con dignidad frente a la tragedia y dolor”, dijeron los productores al final de la proyección.
trailer Dios nunca muere from Ojo de Agua Comunicación on Vimeo.
Con el trabajo realizado por la Comisión de la Verdad para dar cuenta de las detenciones arbitrarias, las desapariciones, la violación de derechos humanos y los 30 asesinatos cometidos en la “Comuna de Oaxaca” durante el gobierno del priísta Ulises Ruiz Ortiz, el documental retrata el caso de cuatro víctimas de la represión y sus secuelas: Emeterio Cruz quien fue golpeado por la Policía en 2007, de Ramiro exiliado en Estados Unidos por la persecución, la maestra Florina Jiménez viuda de José Jiménez Colmenares asesinado en una de las movilizaciones y de Juliana, viuda de Arcadio Hernández, miembro de la policía popular asesinado el 2 de octubre de 2007.
Aunque dentro de las intenciones de los productores y realizadores del documental no estaba enmarcar la dimensión política y social del conflicto, es inevitable pensar en la importancia que tuvo la “Comuna de Oaxaca” que enmarca el atropelló y violación de derechos, de los múltiples abusos cometidos por el gobierno Ulises Ruiz y del régimen para avasallar la organización del pueblo oaxaqueño que buscaba destituirlo, tomó medios de comunicación, levantó barricadas y se jugó en las calles con movilizaciones masivas.
Sin duda, el vals “Dios nunca muere”, símbolo de dignidad de todas las víctimas de la represión en Oaxaca es también hoy de lucha y justicia por su esclarecimiento y castigo a los responsables.