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Red Internacional
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Contra la resignación. Discurso Dauno Tótoro en Encuentro a 50 años de los Cordones Industriales y a 3 años de la Rebelión Popular

Te dejamos con las palabras de Dauno Tótoro de este sábado pasado, en la Jornada Cultural de Historia, Memoria y Política, Contra la Resignación, Por una Alternativa Internacionalista y Socialista para Vencer, a 50 años de los Cordones Industriales y a 3 años de la Rebelión Popular, donde también se hicieron parte protagonistas de los Cordones y Raúl Godoy, dirigente obrero del PTS y de la Fabrica Sin Patrones, FaSinPat, ex Zanon, Argentina

Jueves 27 de octubre de 2022

Discurso Dauno Tótoro: A tres años de la revuelta y 50 de los Cordones Industriales

En estos 3 años de la rebelión seguro han visto cómo se llenó de políticos tradicionales diciendo que fue un estallido delictual, que nunca debería haber pasado, que la violencia provenía de grupos minoritarios; que los 30 años fueron puro progreso y éramos un país próspero, el oasis que fracasó por culpa de la rebelión.

Estamos viendo una tremenda operación política: la derecha está tratando de reescribir la historia, como si los 30 años fueran la maravilla y todo lo demás fue una pesadilla que hay que olvidar y reprimir.

Culpan de todo a la rebelión popular. Incluso Luksic tuvo el descaro de salir a decir que a 3 años del 18 de octubre había más pobreza y el peor desempeño económico de la región para el 2023.

Cuando habla de pobreza, no se refiere a la suya propia, porque aumentó un 84% su fortuna personal en mitad de la pandemia y no contentos con eso, despiden trabajadores, como los 500 despidos en el Banco de Chile de enero del año pasado.
Quieren borrar la historia y reescribir una diferente.

Pero también se han dicho otras cosas: Se dijo que “somos muchos los que sentimos que en ese periodo las cosas llegaron a un extremo que no debieran haber llegado”, y en el marco del balance, también se dijo: “Carabineros cuenta con todo nuestro respaldo para combatir la delincuencia y asegurar el control del orden público en el marco del estado de derecho”

Y ojo, eso no lo dijo la derecha. Ese fue el mismísimo Gabriel Boric. El gobierno le ha cedido en todo a la derecha más rancia, respaldando a Carabineros, manteniendo a Ricardo Yañez en su puesto, permitiendo que pase el TPP11 en el Senado, militarizando el Wallmapu y encerrando a dirigentes mapuche, y esta semana reprimiendo con brutalidad cualquier tipo de manifestación en conmemoración de los 3 años de la revuelta, tratando de instalar la idea de que la rebelión fue incorrecta, que fue excesiva, fue un error, mientras garantizan la impunidad a los represores.

Pero la pregunta que supongo que todos y todas nos hacemos, es ¿cómo llegamos a esto? ¿Cómo pasamos de la rebelión popular al triunfo del Rechazo y a un gobierno que parece una Concertación 3.0?

Hay algunos que han querido achacarle todo esto al pueblo debido a la derrota del Apruebo en el Plebiscito, que la gente es tonta, que Chile nunca despertó, incluso burlándose de los habitantes de Petorca donde ganó el Rechazo. Ese balance es preocupante, porque se parece mucho a lo que dice el gobierno e incluso la derecha.
Es que esta situación no cayó del cielo.

¿Se acuerdan cómo estábamos hace 3 años atrás? ¿recuerdan en qué estaba cada uno de ustedes un 22 de octubre del 2019? Probablemente todos y todas acá presentes, a esta hora, estábamos en alguna calle, en alguna marcha, en alguna asamblea. Y Piñera, junto a los partidos tradicionales, estaban temblando de miedo.

La revuelta popular fue un proceso de masas, donde el pueblo trabajador fue el protagonista en las calles, aunque el gobierno y la derecha quieran negarlo y criminalizarlo. Fue una movilización enorme y prolongada en el tiempo, donde las calles eran las que ponían los temas de la agenda y los partidos empresariales corrían en círculos.

No olvidemos el 12 de noviembre. Ese fue el paro nacional más grande desde el fin de la dictadura. Hubo movilizaciones en prácticamente todas las ciudades del país, cortes de tránsito en las principales avenidas de todo Chile, cientos de miles de personas en las calles, con paralizaciones donde adhirió el 90% del sector público, el transporte público funcionó menos que un 50% del común y cientos de lugares de trabajo adhirieron a esa jornada histórica.

Si esa huelga seguía, si se prolongaba de manera indefinida, Piñera caía. Ese habría sido un triunfo enorme de la movilización que podría haber abierto un proceso revolucionario que hiciera caer todo el régimen y la herencia de la dictadura y abrir perspectivas de un cambio más estructural.

Pero no pasó. Y no porque la gente no quería sacar a Piñera. No. Hubo quienes hicieron de todo para evitar esa perspectiva.

No olvidemos que los grandes empresarios, los partidos de la derecha, la Concertación y el Frente Amplio firmaron el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. El que finalmente fue respaldado también por el Partido Comunista en el Congreso.

Un Acuerdo a espaldas del pueblo que tenía 3 fines: salvarle el pellejo a Piñera, tratar de vaciar las calles, y para eso, y como tercer objetivo, sentar las bases de un proceso constituyente amañado, sometido a los designios de los partidos tradicionales y los grandes empresarios.

Un proceso donde la Convención estaría sometida a los poderes reales y no se tocarían los pilares de la herencia económica de la dictadura. Un proceso respetuoso de las reglas del juego impuestas por los poderosos.

El Acuerdo por la Paz fue para desmovilizar. Fue el chantaje que lograron instalar: Nos dijeron: no se movilicen, no se organicen, confiemos en el acuerdo, esperemos el plebiscito de entrada. Después dijeron que había que esperar la elección de constituyentes. Después había que esperar la instalación de la Convención. Y finalmente el plebiscito de salida.

La burocracia sindical de la CUT, de la Mesa de Unidad Social, criticaron el Acuerdo, pero luego del 12 de noviembre, no volvieron jamás a convocar a un paro de esas características.

Y en esa espera debilitaron la movilización, la organización obrera y popular, las asambleas territoriales; llegó la pandemia y el gobierno de Piñera, con la complicidad de la oposición, descargaron los costos de la crisis sobre el pueblo, mientras por arriba hacían campaña ferviente para demonizar la rebelión y la movilización.

Y en esa espera, la Convención Constitucional se mantuvo sometida a los poderes reales, sin discutir la libertad de los presos de la revuelta, ni medidas para enfrentar la crisis. Toda la Convención, incluida la ex Lista del Pueblo y los Movimientos Sociales Constituyentes, se sometieron a esas reglas del juego. El caso de estos sectores su debacle fue muy clara, abandonaron la calle y parecían creer que con negociaciones parlamentarias en los pasillos del ex Congreso estaban pasándole goles a la derecha y los grandes empresarios. Pero mientras tanto los poderes reales estaban haciendo política con toda su fuerza para mantener la herencia de la dictadura, cómodos mientras esa izquierda sólo se contentaba con negociaciones para conseguir el quórum de dos tercios ¿Y cuál fue el resultado? Terminaron generando desilusión, descontento, y oxigenando el discurso de una derecha que estaba en el piso y que terminaron por revivirla.

Y con una derecha envalentonada, una Convención que finalmente quedó ajena a las urgencias populares, y un gobierno de Boric que ha tenido mucho de continuidad con el de Piñera, poco a poco los sectores más reaccionarios y conservadores lograron instalar sentidos comunes que, de la mano con el voto de castigo a un gobierno que mantuvo la línea de que la crisis la pague el pueblo, permitieron el triunfo del Rechazo. Porque al frente no había una alternativa clara y consecuente que enfrentar a la ultra derecha y su discurso de seguridad y represión, porque la Nueva Constitución no atacaba los pilares de la herencia de la dictadura como el modelo de las AFP o la privatización de los recursos naturales.

Una de las grandes lecciones es que no podemos esperar que solo cambiando un texto constitucional lograremos hacer frente a los poderes capitalistas. Por esto como partido denunciamos el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. Participamos de las elecciones para difundir un programa de independencia de clase. Cuando se constituyó la Convención Constitucional exigimos que decretara la libertad de las y los presos de la rebelión, impulsamos una iniciativa popular de norma constitucional de amnistía junto con organizaciones y familiares de presos. Nada de eso fue aceptado y la nueva Constitución aunque recogía diversas demandas, mantenía lo esencial de la herencia económica de la dictadura, por eso enfrentamos a la derecha del rechazo, pero no votamos por una Constitución que buscaba legitimar una institucionalidad podrida.

Ahora bien, ¿era ese el destino inevitable de la lucha? ¿era el único camino, transitar de la lucha en las calles a los márgenes estrechos y controlados de la institucionalidad del Chile neoliberal de los 30 años?

No. Esta situación se podía enfrentar, pero para eso no sólo era necesario enfrentar las trampas que pusieron los partidos contra la rebelión, sino que superar las propias limitaciones que tiene una revuelta y buscar que avanzara hacia un proceso revolucionario protagonizada por la clase trabajadora, que es la única de hacer temblar a los poderes capitalistas y sus políticos.

Se jugaba luchando por mantener el camino de la huelga general, de la auto organización, de fortalecer las asambleas populares y territoriales, de exigirle a la burocracia sindical que rompiera su tregua con el Acuerdo por la Paz y convocara nuevamente a una huelga.

Era necesario organizar la fuerza que se expresó en la calle y coordinar las instancias de organización que surgieron. En Antofagasta fuimos parte de todas y todos quienes construyeron el Comité de Emergencia y Resguardo, una instancia de auto organización que coordinó a trabajadores industriales, de la minería, a profesores, con sectores populares, con poblaciones combativas, con médicos y brigadas de salud, con el movimiento estudiantil.

Era una importante instancia de auto organización que en esa ciudad logró imponer la movilización a la burocracia que quería seguir sentada mirando cómodamente cómo se desviaba el proceso. Nada nos hubiese asegurado un triunfo, es cierto. Si este tipo de organización y coordinación se hubiese extendido a nivel nacional, hubiese sido mucho más difícil que triunfara el intento de neutralizar la movilización con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.

Había otra alternativa.

Y esa discusión, precisamente contra la resignación, contra la imposición que quieren instalar de que todo estaba destinado a ser así, es la que queremos proponer el día de hoy a cada uno de ustedes.

Como decía al comienzo, están tratando de reescribir la historia. La derecha quiere hacer creer a la gente que hoy hay más pobreza, desempleo, recesión e inflación, por responsabilidad de la rebelión popular, quieren que el pueblo trabajador no vuelva a tener el protagonismo. Y el gobierno les sigue en ese coro criminalizador.

Pero si hay responsables de la crisis, esos son ellos. Son los grandes capitalistas y sus partidos. Vivimos una crisis económica mundial. Son momentos definitorios para el rumbo del mundo en su conjunto. La pandemia, la inflación, la guerra en Ucrania, son muestras de eso. Para qué hablar de la crisis climática a la cual el capitalismo nos arrastra de manera irremediable si no le ponemos fin a este sistema social irracional y de saqueo medioambiental.

Todos los gobiernos capitalistas, sean progresistas o derechistas, han querido descargar los costos de la crisis sobre el pueblo trabajador, porque ¿quiénes sufren más la inflación, el hambre, las inundaciones, la guerra, las sequías? No las sufren los dueños del mundo.

Vemos cómo la derecha trata de avanzar, de proponer una salida de mayor autoritarismo, más represión, más xenofobia, menos derechos y más ajuste a los bolsillos de las familias trabajadoras.

Pero también hay esperanzas. Hay enormes esperanzas. La rebelión en Chile no fue derrotada, en Francia se vive una huelga de refinerías histórica que pone en la encrucijada a Macron, en decenas de países se han vivido en un par de años fenómenos de luchas impensables hace poco tiempo atrás.

Ahora bien, una rebelión no es suficiente. Las revueltas o rebeliones son capaces incluso de tirar abajo un gobierno, pero no son suficientes para entregar una salida a esta crisis, a esta verdadera barbarie capitalista. Por eso no somos revueltistas, porque en última instancia no ganaremos nada dedicándonos sólo a ir a la Plaza Dignidad y transformar la lucha en un ritual que termina desgastándonos y aislándonos, por algo el Acuerdo por la Paz se impuso sin mayor resistencia. Necesitamos una estrategia para vencer.

Por eso desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, como parte de la corriente de la Fracción Trotskista por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, peleamos por levantar un partido revolucionario, de la clase trabajadora, socialista.

Un partido que confiando en el camino de la lucha de clases y de la organización de los trabajadores en alianza con los sectores populares, en alianza con los pueblos indígenas, como muestra en pequeñito y como un embrión inicial la toma productiva del Fundo El Huite en Paillaco, marque un camino distinto para salir de esta crisis.

Por eso a 50 años de los cordones reivindicamos esa experiencia histórica, cuando los trabajadores se propusieron tomar las fábricas y ponerlas a producir sin patrones, eran el germen de un poder alternativo, del poder de los trabajadores, que si se desarrollaba, podría haber cambiado el rumbo de la historia.

Aquí hay dos vías, o se impone el programa ajustador de la derecha, o nos proponemos organizarnos para acabar con esta sociedad de miseria, nos organizamos para luchar por cada demanda mínima, queremos invitarles a luchar en común por un salario mínimo de 650 mil pesos, por poner fin a los despidos, levantar una campaña nacional en defensa la toma productiva en Paillaco, y para ir ligando cada una de esas demandas a un programa de conjunto para que la crisis la paguen los grandes capitalistas.

La pelea que damos es contra la resignación, y para construir y conquistar una sociedad diferente, una donde las grandes riquezas estén a disposición de las necesidades de las mayorías, de resolver la crisis medioambiental, una sociedad organizada de manera científica en función del bienestar del pueblo trabajador y no de la ganancia de un puñado de parásitos.

Luchamos en el fondo por un nuevo orden, pero no un orden entendido como autoritarismo, sino un orden garantizado por el auto gobierno de las masas trabajadoras que ponga fin a este sistema de explotación y miseria.

En momentos de crisis como este, de mayores convulsiones, sería erróneo creer que nos podemos salvar solos, que nos rascamos con las propias uñas, que podemos cerrar los ojos, escondernos y hacer como que a nosotros no nos va a pasar nada.

Y en lugar de ver esa situación y atemorizarnos o resignarnos, tenemos que ver que somos capaces de hacer grandes cosas, como han hecho generaciones de trabajadores y revolucionarios antes que nosotros y nosotras. La invitación que hacemos es a no resignarnos, a no creer que nos podemos salvar solos, al contrario, les invitamos a dar esta lucha común, esta lucha colectiva, a construir un partido que luche por la liberación de la humanidad entera.