El documental “El peso de la manta” es un fiel retrato de la dura realidad a la que se enfrenta el colectivo de manteros en Barcelona. Un claro ejemplo, también, de lucha y dignidad.
Marc Ferrer Barcelona
Viernes 11 de noviembre de 2016
El pasado jueves, el centro cívico del barrio de la Barceloneta hacía un pase especial para visionar el documental “El peso de la manta”. El documental intenta ser un retrato de las calles de la gran Ciudad, las que no salen en los spots publicitarios de la Barcelona turística. El día a día de los inmigrantes, de los que se tienen que buscar la vida para sobrevivir, y que precisamente por ello son perseguidos y criminalizados. Hablamos del colectivo de “manteros”.
El peso de la manta nace fruto de la motivación de 12 estudiantes de diferentes nacionalidades que se están formando y experimentando con los documentales de carácter social en Barcelona. Bajo Otoxo Productions es una productora en la cual los estudiantes pueden desarrollar de manera autónoma un documental sobre una temática social. La idea de los productores es emitir este documental en varias ciudades europeas. La criminalización que sufren a diario los vendedores ambulantes no es única de la ciudad de Barcelona.
Aziz, Lamine y Seni, vendedores ambulantes en Barcelona, nos muestran la dura realidad en la que viven. Pero también su lucha a través del Sindicato Popular de vendedores Ambulantes, nacido hace poco más de un año. En el documental, realizado durante más de seis meses, se puede ver la persecución policial que sufren constantemente, además de apreciarse la difícil relación con el Ayuntamiento “del cambio” de Ada Colau, el mismo que lleva más de un año ordenando a la Guàrdia Urbana efectuar dispositivos policiales hacia el propio colectivo de “manteros”.
Por otro lado, el documental transmite muy bien el sentimiento de empatía hacía los propios “manteros”, provocando que el espectador se pueda sentir parte de las dificultades de una situación insostenible y denigrante.
Sin embargo, como señalan los propios productores del documental, ellos no han querido dar un mensaje polémico explícitamente, sino que las propias imágenes y voces del documental sean las que dejen el mensaje. Como decía una de las autoras, “lo que hemos intentado hacer no es realmente dar una opinión política, queremos dar voz al Sindicato Popular y sus representantes. Nosotros como directores no queremos opinar ya que la voz tiene que ser de ellos, nosotros somos la forma de comunicar el mensaje. Pero lo que sabemos es que el sindicato ha quedado muy decepcionado con el gobierno [municipal], tenían muchas esperanzas en Ada Colau y ha sido decepcionante”.
El momento más emotivo de la noche, sin duda, fue con la intervención de Lamine Bathily, uno de los protagonistas del documental. Lamine, uno de los portavoces del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes y una de las caras más visibles, desmontó toda la “teoría” surgida de los medios de comunicación capitalistas en los que criminalizan y acusan a los “manteros” de ser una mafia organizada y sentenciaba que “yo, si he cogido la patera, no era para robar, sino para mejorar mi vida”. Finalmente, Lamine quiso relatar algo que le ocurrió en propia persona, pero muy significativo sobre la lucha por los derechos de los inmigrantes, refiriéndose a su última detención por la policía, explicó que “cuando me detienen me dicen que tengo derecho a un abogado o a guardar silencio, pero no nos dicen que tenemos derecho a un trabajo digno o una vida justa. Sabemos que esos son nuestros derechos, no otros”.
Para finalizar, los autores del documental quisieron explicar que “el objetivo de este documental es llevar la voz del Sindicato Popular lo más allá posible. Ahora, en Barcelona su voz tiene bastante fuerza. Sin embargo, la persecución es un problema en toda Europa, y es un asunto actualmente muy importante y queremos que se conozca en todos lados”.
Sin duda, el trabajo realizado por el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes durante este primer año es un gran ejemplo de la lucha de resistencia por defender los derechos de los sectores más desprotegidos. Y en ese sentido, dar a conocer su experiencia a lo largo y ancho del viejo continente puede resultar una fuente de inspiración para levantar entre todos, por la defensa de los derechos y por el fin de la violencia policial y la criminalización.