El dólar se recalienta y el Banco Central tiene cada vez menos reservas. El gobierno aplica una devaluación encubierta y restricciones para cumplir con el FMI, mientras todos los partidos del régimen se preparan para aplicar una devaluación luego de las elecciones . Para salir de esta trampa, la izquierda propone nacionalizar el sistema bancario y el comercio exterior bajo administración por los trabajadores y reorganizar la economía sobre otras bases.
Pablo Anino @PabloAnino
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Lunes 7 de agosto de 2023 16:41
Ante la escasez de reservas en el Banco Central por los pagos de deuda pública y privada y la fuga de capitales (entre otras vías de salida de dólares por la debilidad estructural de la economía), la proximidad a las elecciones primarias del 13 de agosto y la extorsión del FMI, el dólar blue o informal sigue subiendo y ya roza los $ 600. Especialistas estiman en un rojo de U$S 7.000 millones las reservas netas del Banco Central, es decir, están usando dólares que no son propios. Ahora la meta que impone el FMI hacia fin de año es acumular U$S 1.000 millones en positivo, una condición muy difícil de alcanzar.
Pero también, el dólar paralelo sube alentado por la “devaluación encubierta” del tipo de cambio oficial realizada por Massa mediante impuestos a importaciones y un nuevo dólar agro, como medida adoptada para acordar con el Fondo Monetario Internacional que pide eliminar el “cepo cambiario”, unificar el tipo de cambio o directamente devaluar, aunque el organismo aprobó esta política transitoria de Massa en el último acuerdo entreguista que firmó el ministro para ganar aire hacia las elecciones. A esto se suma la práctica de siempre de los agroexportadores, presionar por una devaluación.
El salto del dólar “blue” puede impactar en la suba de precios, y a su vez reiniciar el círculo vicioso de aumento de precios y dólar. En estas condiciones, el tipo de cambio oficial está en la cuerda floja y no se descartan giros bruscos o golpes de mercado. El establishment económico y la mayoría de los candidatos como Larreta, Bullrich, Massa y Milei buscan una devaluación. ¿Cuáles serían sus consecuencias? Por otro lado, no puede considerarse que el enredado esquema de restricciones cambiarias o “cepo” son viables ni sostenibles. ¿Hay otra alternativa? La izquierda propone otro camino: nacionalizar el sistema bancario y el comercio exterior bajo administración de los trabajadores.
Devaluar, eliminar el “cepo” o unificar el tipo de cambio: un golpe brutal al salario
Tal cual es planteada por Juntos por el Cambio, la eliminación del cepo durante el primer año, que propone Horacio Rodríguez Larreta, o una de inmediato, según la postura de Patricia Bullrich, implicarían una brutal devaluación. Por ende, impactaría en más inflación y deterioro del poder de compra del salario, que ya está golpeado en más de 24 % de pérdida del poder adquisitivo desde el macrismo (mucho más para el sector informal). El Frente de Todos prometió revertirlo, pero prefirió cumplir con las metas del FMI.
Por esta vía buscan atacar a la clase trabajadora, ocupada y desocupada. La dolarización que propone Javier Milei implicaría un ataque y a una devaluación a una escala aún peor. Son todas propuestas que buscan fortalecer el poder del gran capital.
En el caso de Unión por la Patria, el ministro candidato, Sergio Massa, viene aplicando un “Frankenstein” de diversos tipos de cambio y el cepo, medidas que no contienen la inflación y agudizan la pérdida del poder de compra del salario de los últimos años. Aunque no lo diga explícitamente, este esquema lo mantiene en forma transitoria para evitar un aumento brusco del tipo de cambio oficial que aceleraría la inflación y terminaría de hundir su candidatura, pero se prepara para concederle al FMI una devaluación una vez pasados los comicios. Es la única receta que plantea la burguesía para resguardar las ganancias de los grupos concentrados y alinearse a las metas de ajuste que exige el organismo para pagar la deuda ilegítima e ilegal.
Un salto del tipo de cambio oficial y la “unificación” (hacia arriba) de las diversas cotizaciones aumentaría aún más los precios por la vía directa de la suba de los productos e insumos importados. También aumentan internamente los precios de los productos que se exportan a causa de la mejora de la rentabilidad que se obtiene con su colocación en el exterior. Por ello, una devaluación es una medida que genera beneficios extraordinarios para unos pocos y significa una transferencia de ingresos desde el pueblo trabajador hacia el gran capital. La clave del éxito de una devaluación, desde el punto de vista del capital, es si logra que el salario real se deteriore y, como contrapartida necesaria, las ganancias empresarias mejoren. El Gobierno que devalúe deberá enfrentar la resistencia y la lucha de la clase trabajadora porque otro golpe al salario no se aguanta.
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El “cepo” y las restricciones actuales tampoco son una salida a la crisis profunda
El llamado “cepo” es una restricción al acceso de divisas con muchos agujeros. Más de la mitad del superávit comercial en los años del Frente de Todos se fue en pagos de deuda externa de las empresas privadas. Recién en 2021 el Gobierno hizo algunos intentos de controlar las deudas que habían contraído grandes empresas durante los años de Macri para fijar algunos límites a las divisas que estas empresas se llevaban de manera barata (accediendo al tipo de cambio oficial). Por su parte, el comercio exterior es un “monopolio” privado del control de divisas, donde quienes venden al exterior presionan y consiguieron tipos de cambio especiales durante cierto tiempo, y donde la importación se realiza a un dólar muy barato comparado con el dólar desregulado.
Mientras que al pequeño ahorrista se le cierra la puerta para acceder al dólar como forma de preservar su patrimonio o para realizar turismo, los grandes empresarios, los bancos, acceden al dólar con las operaciones de Contado con Liquidación o Dólar Bolsa. Es la misma clase que saqueó los dólares del país con una fuga de capitales inédita durante el macrismo y que saqueó parte del superávit comercial durante el actual gobierno con maniobras, como el pago de deudas privadas ficticias en el exterior. El sistema bancario es el que organiza el saqueo de las reservas del Banco Central para que un puñado de ricos y grandes empresarios fugue dólares a guaridas fiscales.
Las restricciones que se implementaron para el acceso al dólar dan la idea de que faltarían dólares en la economía. Esta es la cobertura ideológica para seguir ajustando. Parece paradójico, pero desde el 2000 al 2022, el país obtuvo un importante superávit comercial (es decir, que las exportaciones superaron a las importaciones) de U$S 190.000 millones, según cifras oficiales del INDEC. En el actual gobierno, el superávit entre 2020 y 2022 fue de U$S 34.000 millones (según la contabilización de Indec). No faltan dólares. Sobran saqueadores de la élite económica y “honradores” de la deuda externa.
La política cambiaria de total liberalización que aplicó Juntos por el Cambio cuando fue gobierno y la política cambiaria del actual gobierno condujeron a una pobreza que afecta a más del 40% de la población. El debate sobre eliminar o no el cepo no va a la cuestión de fondo. Esto no significa que en determinadas condiciones no haya una necesidad de establecer regulaciones para el acceso a divisas, que son un “insumo” crítico para toda la producción nacional y no pueden ser objeto de especulación. Pero, sin plantear un monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de los bancos, no hay ninguna alquimia que evite la bancarrota.
Nacionalizar el sistema bancario y el comercio exterior bajo administración de los trabajadores
La nacionalización del sistema bancario en un banco estatal único, gestionado por sus trabajadoras y trabajadores, permitiría anular a los bancos como facilitadores de la fuga de capitales. Un informe del Congreso sobre la fuga de capitales en el 2001 expuso que el 75 % de los montos fugados en el medio de la crisis se canalizaron a través del Citibank, Banco de Galicia, Banco Río (actual Santander), BBVA Francés, Banca Nazionale del Laboro y el HSBC. En 2014, otro informe del Congreso confirmó la práctica del HSBC para facilitar la evasión de tributos y la salida de divisas con destino a Suiza.
Según un informe del Banco Central entre enero de 2016 y octubre de 2019 la formación de activos externos conocido como “fuga de capitales” alcanzó los U$S 86.200 millones. Del listado de las 100 principales empresas que fugaron que Horacio Verbitsky publicó El Cohete a la Luna están: Telefónica, Pampa Energía, Wester Union, American Express, General Motors, Grupo Clarín, Techint, Arcor, Aceitera General Deheza, entre otras.
Nacionalizar los bancos bajo gestión de los trabajadores no sólo permitiría anular los vehículos de la fuga de capitales, también es una medida fundamental para que los depósitos particulares de los pequeños y medianos ahorristas no terminen siendo expropiados como sucedió con el plan Bonex de 1991 o el “corralito” de 2001, y que el ahorro nacional se destine a crear créditos baratos para acceder a la vivienda, a microemprendimientos o para los pequeños comerciantes golpeados por la crisis.
Para evitar la fuga, la sangría de dólares y las maniobras de las grandes empresas, esta medida va unida a la estatización del comercio exterior bajo administración de los trabajadores. La idea de que existe un “tipo de cambio competitivo” es un chantaje, de lo que se trata es de lo que rija toda la economía no sea la ganancia empresaria basada en la explotación, sino de reorganizar la economía en función de las necesidades sociales más urgentes.
Hoy existe un monopolio privado del comercio exterior, unas pocas empresas, en su mayoría extranjeras, concentran entre el 50% y el 75% de las exportaciones del país. Son las comercializadoras de cereales y derivados, petroleras y mineras, y en el sector manufacturero algunas grandes firmas de la agroindustria, las automotrices, el aluminio y otros metales. Estas han utilizado el peso que les da esta “posición estratégica” para condicionar la economía, generar golpes de mercado o escasez de divisas.
Por el contrario, si el comercio exterior estuviese en manos de un organismo del Estado bajo gestión de los trabajadores se podría definir qué se importa y qué se exporta en función de que a nadie le falte alimento, que estén garantizadas la salud y la educación. Una política de este tipo también cortaría de raíz con las trampas empresarias, como las que hacen muchos importadores para acceder a dólares baratos del Banco Central, o, del otro lado, las que practican los exportadores, como hacía Vicentin o ahora las mineras del litio, que subdeclaran exportaciones para no ingresar los dólares al país. El comercio exterior debería funcionar bajo administración obrera para terminar de raíz con todas esas maniobras.
El pago de la deuda fraudulenta al FMI y a los fondos buitres somete al país al dominio de los centros financieros imperialistas y a una expoliación de la riqueza nacional. Entre 2024 y 2032 los vencimientos de capital e intereses de deuda soberana que tendrá el país con organismos internacionales de crédito y acreedores privados (es decir, sin contar la deuda intra sector público) rondarán los U$S 18.000 millones de dólares de promedio anual. Considerando que el superávit comercial de 2020-2022 (sin tener en cuenta el efecto de la sequía), fue de alrededor de U$S 10.000 millones de dólares en promedio y que todo lo que entró se fue por “otras ventanillas” de la fuga y pagos de deuda, la perspectiva que proponen los partidos capitalistas es la de mayor saqueo del gas, el litio y nuestros bienes comunes naturales y ajuste sobre el pueblo trabajador.
El desconocimiento soberano de la deuda y la ruptura con el Fondo es un primer paso para terminar con la decadencia nacional. Permitiría preservar los dólares para atender las necesidades urgentes, como la alimentación, la salud y la educación del pueblo trabajador. El país requiere una reorganización desde abajo que socialice los medios de producción para planificar democrática y racionalmente la economía en función de estos objetivos. Estas medidas sólo se podrán conquistar con la más amplia movilización y la lucha de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud. En esa perspectiva se inscribe el programa del Frente de Izquierda de Myriam Bregman y Nicolás del Caño.
Pablo Anino
Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.