El dolar bordea los mil pesos encendiendo las alarmas en los mercados. Las proyecciones positivas del ministerio de hacienda respecto al crecimiento económico para el año 2024 parecen alejarse tras un 2023 de recesión. El saqueo imperialista impacta directamente en los bolsillos de los trabajadores y en esta nota te explicamos por que.
Martes 27 de febrero
Desde hace algunas semanas, el país ha observado cómo la divisa norteamericana ha venido escalando, alcanzando los $990 durante el lunes, para luego cerrar en 987 pesos al finalizar la jornada. Incluso, los denominados expertos han señalado que esta semana la divisa norteamericana podría superar los $1000 pesos, acelerando así la depreciación de la moneda nacional, siendo una de las monedas que más rápido se ha devaluado en el continente.
Para explicar este fenómeno, los economistas nacionales señalan que el principal factor del alza del dólar obedece a tres factores: la diferencia de tasas entre el Banco Central Chileno y la Reserva Federal Norteamericana, la caída del consumo minorista en Estados Unidos debido a la inflación y la guerra comercial entre China y EEUU. Intentaremos relacionar estos acontecimientos para entender el alza del dólar.
Comencemos por el más general de dichos factores. Desde el gobierno de Trump, EEUU ha implementado una política agresiva de sanciones, principalmente en el sector tecnológico, con el fin de limitar el desarrollo de la economía China, que se perfila como el gran contendiente estratégico de la hegemonía norteamericana.
Este proceso de sanciones y restricciones comerciales se ha visto agravado con la guerra entre Rusia y Ucrania, y la pandemia, que ha generado un proceso denominado “desglobalización”, en el cual las principales economías han vuelto a instalar mecanismos proteccionistas para favorecer la industria nacional y satisfacer el consumo interno. Este fenómeno, conocido como “relocalización”, ha significado un creciente incentivo para que industrias que actualmente producen en China debido al bajo costo de su mano de obra, vuelvan a producir en EEUU o en países aledaños como México (que se ha visto particularmente favorecido por esta política imperialista).
Durante los gobiernos de la Concertación y la derecha, la política exterior chilena, pese a tener un marcado alineamiento con los EEUU, ha optado por tener una orientación abierta a todos los países, favorecida por la ubicación de Chile como punto de conexión hacia el Pacífico. Países como China se han convertido en nuestro principal comprador de cobre, siendo esta compra un factor determinante para calcular la cantidad de divisas extranjeras que ingresan a la economía.
Las restricciones de EEUU impuestas a China, sumadas al rezago de la pandemia, han generado que la economía de dicho país se vea resentida, impactando directamente en las arcas fiscales. La caída de la actividad del sector de la construcción en China, uno de sus grandes motores, ha generado una reducción en la proyección de consumo de cobre para el año 2024, lo que hace que, a pesar de que la libra de cobre se transa en un nivel estable (3,31 - 3,80 dólares la libra), la disminución progresiva del consumo genere una reducción en la cantidad de dólares que ingresan a nuestra economía, impactando así en el alza de la divisa en el mercado chileno.
En cuanto a la caída del consumo minorista en EEUU, durante el mes de enero, el Departamento de Comercio dio a conocer una cifra que señalaba una baja del 0,8 % en las compras en el comercio minorista. Aunque los economistas indican que este dato no impacta necesariamente en la medición de la inflación norteamericana, la contracción podría indicar que existe una inflación subyacente que sigue afectando a los salarios de la clase media y trabajadora en EEUU.
El dato del comercio minorista es observado con especial atención por los economistas chilenos, dado que en ese mercado se transa una parte importante de los productos que se exportan a Chile por parte de grandes y pequeñas empresas nacionales, que exportan principalmente vinos y alimentos. Esto estaría generando también una caída en el ingreso de divisas norteamericanas a nuestra economía, lo que eleva su precio.
En cuanto al diferencial de tasas entre la Reserva Federal y el Banco Central, este es el último factor y el principal que están utilizando los economistas chilenos para explicar la imparable racha alcista del dólar. El fenómeno de la inflación después de la pandemia se explicó por dos factores: el encarecimiento de los costos de producción y transporte debido a las restricciones del COVID-19 y las políticas proteccionistas, así como el aumento del dinero circulante debido a las ayudas sociales que los estados debieron desembolsar para contener los efectos de la pandemia.
Esta explicación llegó al extremo de que, pese a que las ganancias de los súper millonarios se incrementaron estratosféricamente en estos años, toda la política monetaria se orientó a políticas que restringen el consumo de la población, trasladando los costos de la crisis a los trabajadores mediante el alza de precios y la consecuente caída del salario, sin entrar en una batalla abierta.
El Banco Central chileno, en línea con los dictámenes del FMI y de la Reserva Federal de los EEUU, aplicó una política de alza agresiva de la tasa de interés para "contener la inflación" mediante un ajuste al consumo. Esto generó una caída del salario de los trabajadores durante 20 meses y una reducción de la capacidad de consumo de las familias. Esta política además generó un encarecimiento de los créditos, instrumento utilizado por las familias trabajadoras debido a los bajos salarios, aumentando el endeudamiento y la dependencia de la clase obrera del capital financiero.
Esta política de alza de la tasa de interés se detuvo durante el 2023 debido a que la caída del consumo interno impactó negativamente en el crecimiento económico. Sin embargo, la baja de la tasa de interés, pese a ser sostenida en los últimos meses, no se ha traducido en una disminución en la tasa de los créditos de consumo, que, como mencionamos, es un instrumento del que las familias deben valerse para sostener un consumo acorde a sus necesidades debido a los bajos salarios.
Pero ¿por qué esto impacta en el precio de la divisa? Se debe a otro factor. A pesar de que el Banco Central ha bajado sus tasas, la Reserva Federal se ha resistido a seguir el mismo camino, manteniendo así sus políticas restrictivas en línea
con la política norteamericana de reducir la cantidad de dólares circulando en el mundo y atraer los capitales de vuelta a los EEUU. Esta diferencia de tasas además genera otro fenómeno, y es que a los grandes capitales financieros les conviene efectuar sus operaciones a un tipo de cambio más conveniente y adquirir créditos a tasas más elevadas. Por tanto, el diferencial de tasas entre el Banco Central y la Reserva Federal genera un estímulo para que la riqueza generada en el país sea fugada y transada en dólares en el exterior, lo que impacta en una disminución de las divisas en el mercado interno, junto con el crecimiento económico.
De esta manera, nuestra economía, fuertemente dependiente de los vaivenes de la geopolítica mundial, se ve profundamente afectada, al igual que gran parte de los países del denominado “sur global”. Mientras los importadores se ven favorecidos, aumentando el costo de las operaciones industriales en Chile y desincentivando la producción local.
Esto genera una presión importante sobre el precio de diferentes bienes de consumo como la tecnología y los alimentos, en particular porque Chile debe importar gran parte de los alimentos que consume su población, ya que al no existir estímulo para invertir en el campo, gran parte del territorio se conserva improductivo o dedicado a satisfacer productos para el mercado internacional.
De esta manera, se estima que el crecimiento económico continuará rezagado, como ya se observa en las crecientes cifras de desempleo o en el hecho de que los salarios continúan rezagados respecto a la inflación, pese a las políticas del Banco Central.
El saqueo de nuestros recursos naturales y el saqueo generado por la fuga de capitales han generado que los millones de dólares que produce nuestra economía no se queden en las arcas fiscales, generando una enorme presión fiscal que el gobierno de Boric ha intentado subsanar mediante despidos, precarización de servicios públicos y un nulo avance en derechos sociales.
Toda discusión respecto al estancamiento y crisis de la economía chilena no puede obviar el factor de la dependencia del país de las potencias imperialistas. Pese a que el Frente Amplio y el Partido Comunista han decidido sacar de la agenda cualquier discusión sobre los tratados internacionales de libre comercio o la propiedad de las materias primas producidas en aras de una política realista, las consecuencias de esta omisión continúan generando un enorme impacto en los bolsillos de la clase trabajadora.
Tal es así que incluso la CUT, dirigida por el oficialismo, se ha visto empujada a convocar a un paro este 11 de abril para intentar descomprimir el descontento que se siente en innumerables gremios.
Para acabar con esta situación de saqueo y depreciación del salario, es necesario discutir nuevamente medidas que ataquen realmente los problemas de fondo, tales como la nacionalización del comercio exterior para evitar la fuga de capitales y utilizar las riquezas generadas en un plan de industrialización y fortalecimiento de la economía local que permita elevar los salarios y combatir el desempleo. De lo contrario, lentamente las clases trabajadoras se irán viendo empujadas a la miseria y a la degradación social, algo contra lo cual cualquier proyecto que siquiera se considere de izquierda debería combatir.
Ιωαχειν
Editor y columnista de la Izquierda Diario