A días del balotaje donde se juega la continuidad en la presidencia, el kirchnerismo intenta nombrar dos jueces en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Sábado 31 de octubre de 2015
La Corte, máximo órgano del poder judicial en Argentina, viene de perder varios miembros en el último año. Luego de la renuncia del juez Zaffaroni quedó integrada con cuatro miembros, y ya está anunciada la dimisión del centenario Fayt, un día después del cambio de gobierno.
Ante esto, el gobierno propuso a Domingo Sesín y Eugenio Sarrabayrouse para añadirse al tribunal. El primero es actual miembro del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Córdoba, corte conocida por su conservadurismo y especialmente por su antiobrerismo. Pero hay más: hoy se rememoró una solicitada, firmada durante el último golpe militar, donde "académicos" alababan públicamente al golpe genocida. Entre los firmantes se encuentra el actual juez. Muchos profesores de la UNC, incluso publicaron doctrina a su nombre con teorías justificativas del golpe de Estado. Esto motivó en 2013 una intensa campaña por parte del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), con denuncias a Jueces y profesores de la Facultad de Derecho que aun hoy siguen en sus cargos.
Ayer, en su primera aparición pública después de las elecciones, la presidenta se reivindicó como "parte del partido defensor de la democracia, el único proscrito por más de 10 años, el único que no tiene relaciones con los dictadores. El que no se relaciona ni siquiera con los que se decían Derechos y Humanos". Justamente este era el título de aquel documento firmado por el actual presidente del TSJ, “Los argentinos somos Derechos y Humanos. Carta Abierta al embajador de los EEUU"
Las relaciones del actual gobierno con la dictadura son tan múltiples como los de la casta judicial. Por nombrar un ejemplo emblemático, recordemos la renuncia del ex jefe del ejército Julio César Milani, nombrado a pesar de tener dos causas abiertas por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, donde ya ejercía funciones militares.
La propuesta de la misma Cristina Fernández perfectamente pudo haber sido del PRO. Nos explica de manera elocuente dos cosas: por un lado, las pocas diferencias que hay entre ambos sectores. Por otro, la razonabilidad de la propuesta de la izquierda de votar en blanco en las próximas elecciones, como forma de rechazo a estos gobiernos que nada tienen para ofrecer al pueblo trabajador, más que ajuste y represión.