Un domingo para leer libros. Las columnas de los principales medios se ponen extremadamente aburridas. Giustozzi, Fayt, el Congreso del PJ y Santoro, los temas del día. Al final, una recomendación de lectura.
Domingo 10 de mayo de 2015
El debate sobre el salario, la clase trabajadora y el ajuste que viene en la economía. La pelea con la Corte y la salud de Fayt. El llanto progresista por la candidatura de Santoro. Massa, Macri y Scioli con Tinelli pero con problemas en el frente interno.
Progresismo gorila
En el diario Pagina12, intentando una vez más justificar el techo que el gobierno quiere imponer en las paritarias, Alfredo Zaiat escribe que “en este año la negociación por el nivel de los salarios está comenzado a adquirir otros matices más vinculados con la especulación política en un año electoral en el contexto del permanente conflicto mediático. Sindicatos, empresarios y analistas ya no discuten entonces cifras en función a cuidar sus intereses”.
Resulta admirable el intento de engañar a los lectores. Uno de los primeros gremios en poner en cuestión el techo del gobierno fue la UOM, dirigida por el ultra-oficialista Antonio Caló, que ya declaró su apoyo a Scioli. Además es evidente el acuerdo entre patronales y gobierno para poner un techo alrededor del 25%. De allí que al segundo de la UIA no le haya temblado la pera a la hora de pedir aumento por decreto.
Zaiat agregara que “es insólito que ese impuesto (Ganancias), que alcanza a una minoría, se haya convertido en el centro de debate tributario y salarial. Refleja que es una pieza más de la disputa política (…) Gran parte de los trabajadores piensa que paga Ganancias o puede hacerlo cuando ni cerca está de ser alcanzado. No pocos creen que los aportes previsionales, de obra social y cuota sindical que se descuentan del salario bruto son por Ganancias”.
Dejando de lado los argumentos gorilas sobre como los trabajadores no saben leer su recibo de sueldo, la discusión de Ganancias refleja los problemas de fondo de amplias capas de la clase trabajadora que se hallan en oposición al gobierno nacional.
Lo que no quiere ver este progresismo gorila son las tendencias que se vienen expresando desde el 20N de 2012, donde franjas crecientes de los trabajadores avanzan en un proceso de distanciamiento y ruptura con el gobierno nacional. Ese proceso tuvo expresión en los cuatro paros nacionales ocurridos hasta el momento y, en el terreno electoral, en la enorme votación a Massa en el 2013.
La importante votación al FIT en ese mismo año evidencia el mismo proceso de ruptura, pero por izquierda, en el terreno político. Un análisis pormenorizado mostraría los altos porcentajes electorales en las grandes concentraciones industriales del país.
Esa tendencia a la confluencia entre sectores de los trabajadores y el Frente de Izquierda se sigue manifestando, como lo vienen mostrando las elecciones de este 2015, donde la izquierda sostiene el peso electoral conquistado y logra una mayor participación de sectores obreros en cada campaña.
Contornos del futuro
Hasta cierto punto, tiene razón Zaiat cuando afirma que “pareciera que sindicatos y empresarios han empezado a estrujarlas (a las paritarias) pensando en condicionar a la próxima administración enviando mensajes sobre su poder relativo”.
Estas paritarias están reflejando los contornos que tendrá el país a partir de 2016. El fin del kirchnerismo implica también el fin de un gobierno que estuvo signado por el permanente equilibrio entre su rol como “partido de la contención” y “partido del orden”. Esa dinámica contradictoria, cuyo objetivo estratégico fue la reconstitución del régimen político nacional, llega a su fin y se abre la necesidad de reacomodar variables económicas.
Como señala Alejandro Bonvecchi en el último número de la revista El Estadista, hablando sobre las opciones de un hipotético gobierno de Scioli, “los actores privados locales y extranjeros esperan un ajuste (…) el ajuste no es fácil de implementar: para bajar la inflación y recuperar la competitividad, el empleo y el crecimiento sin profundizar la recesión ni generar una corrida cambiaria, Scioli tendría que tomar deuda, para lo cual debería optar entre un programa con el FMI, y el consiguiente costo político de negociar sus condiciones, o los mercados internacionales de capitales, de los cuales necesitaría obtener tasas razonables para no caer en una nueva espiral de endeudamiento. Descartado el FMI, para obtener tasas razonables de los mercados Scioli necesitaría al menos mostrar disposición a salir de la cesación de pagos”.
El 2016 aparece ante los analistas de la política como un año marcado por tensiones que será difícil resolver. Los márgenes de Scioli, Massa o Macri para implementar ese ajuste están en el centro del análisis.
¿Camino al éxito?
Julio Blanck señala en Clarín que “con Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa como estrellas invitadas, el primer capítulo fuerte de la campaña electoral que definirá al próximo presidente se pondrá en escena mañana, cuando comience el ciclo 2015 de ShowMatch”. Luego lamentará que “la importancia que los tres principales candidatos a la presidencia otorgan a su presentación en ese espacio de entretenimiento y humor habla de ellos, pero también de la calidad de la política en la Argentina y en algún modo de todos nosotros como sociedad”.
Pero el baño de “popularidad” que todos buscan no resuelve las contradicciones electorales en curso. La política real depende, además de la aparición mediática, de la militancia y de los aparatos. Esas roscas aún no cierran. Hoy se conoció el alejamiento de Dario Guistozzi del FR. Según Clarín “no es el primer dirigente que abandona el Frente Renovador pero su caso podría ser, acaso, el más traumático”.
Tengo “un millón de votos para ofrecer” se ufanó Giustozzi, ofreciéndose al mejor postor. Esto es un golpe importante al massismo que, después del acto del 1° de mayo y del acuerdo con De la Sota, aparecía en recuperación.
Por su parte, el FpV también tiene sus problemitas. En el Congreso que sesionó hace dos días en Parque Norte, todos meditaron y acordaron con las palabras de la presidenta sobre la necesidad de reducir el número de candidaturas a presidente y gobernador de Buenos Aires. Pero todos parecen seguir en carrera. Los que miden y los que no.
“Sé que vas a estar muy triste y así te vas a quedar…”
Horacio Verbitsky dedica su columna principal a denostar a Leandro Santoro, jefe de “Los Irrompibles” y flamante candidato a vicejefe de gobierno de la ciudad por el FpV. No es el primero ni será el último, pero parece el más enojado.
Escribe que “Leandro Santoro (…) fue incluido en la tumultuosa comitiva del último viaje presidencial al Vaticano, cuando su amigo Andrés Larroque le entregó una camiseta de La Cámpora al sonriente Papa Francisco, al regreso fue designado como subsecretario para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia y se convirtió en habitué del programa 6,7,8 (…) varios portales de noticias republicaron una catarata de tweets denigrantes contra Juan Perón, Néstor Kirchner, CFK, La Cámpora y el proceso político de la última década, firmados por Leandro Santoro en los últimos años. Peor que esas ramplonerías es la defensa que ensayó Santoro: en Twitter un desconocido pone cualquier pavada sin pensarlo dos veces, porque sólo le interesa la repercusión inmediata y no se imagina que alguna vez llegará a algún lugar importante y se los recordarán (…) si hubiera sabido que sería candidato a la vicejefatura de gobierno no los habría escrito. Es decir, ése era su pensamiento, y lo que lamenta es que lo hayan descubierto”.
Después de la ofuscación vienen las conclusiones, que asombran por su sencillez. “La elección de los candidatos ha sido siempre un flanco débil del kirchnerismo” dirá y se referirá largamente a Scioli. Nombrar a Boudou sería mucho para el público de Página. Más abajo dirá que “las candidaturas de figuras conocidas en actividades más populares que la política (como Scioli, Carlos Reutemann, Palito Ortega, Nito Artaza, el Colorado Mac Alister, Héctor Bidonde, Susana Rinaldi, Del Sel, el fallido aspirante presidencial Carlos Bilardo o la Coneja Baldassi, por no hablar de Maurizio Macri (…) son parte de una tendencia mundial”. Una suerte de “esto pasa en todos lados” corona el análisis político de Verbitsky.
De la denuncia a la rosca
De las lágrimas se pasa al realismo. Sobre la discusión que atraviesa la política en relación a la Corte Suprema, dice Verbitsky en otra nota que “desde el oficialismo se planteó el análisis médico de Fayt y se designó a la camporista mendocina Anabel Fernández Sagasti como presidente de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados. Esto es inconducente dado que no cuenta con los 2/3 necesarios para impulsarlo, y también provocativo, porque exacerba los ánimos. Lorenzetti promovió una declaración de apoyo de la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, la Asociación Empresaria, Coninagro, IDEA, el Colegio de Abogados de la City de Buenos Aires, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, la Comisión de Propietarios de Medios de Comunicación (CEMCI), la Cámara de Comercio estadounidense y otras cámaras patronales, en una demostración esplendente de los intereses contramayoritarios que la Corte representa. El barro judicial se volverá más espeso cuanto más tarden el gobierno, la oposición y Lorenzetti en entender que la única forma de rescatar a la Corte de una vía muerta tan peligrosa es la indispensable negociación política, que no se puede realizar por los diarios ni en las comisiones del Congreso”.
“Negociemos, Don Inodoro” hubiera escrito el gran Fontanarrosa.
Don Carlos
Carlos Fayt se convirtió en el centro del “debate” en la política argentina en esta semana. Joaquín Morales Solá, para no faltar a su deber de vocero de los valores “republicanos”, dice que “el caso Fayt develó uno de los proyectos más ambiciosos del cristinismo, pero también reveló hasta dónde está dispuesto a llegar para lograr sus propósitos. Hasta la tortura psicológica de un hombre anciano. Perseguido, acosado y humillado, Fayt, que tiene 97 años, es sometido a niveles excesivos de un estrés inútil. Su vida podría correr peligro”. Su vida “corre peligro” por el solo hecho de tener 97 años, sea o no magistrado de la Corte Suprema.
Morales Solá agrega que “el cristinismo dispara a veces contra el espejo. La mayor objeción que hicieron a Fayt es que habría firmado en su casa el acta del acuerdo que reeligió a Lorenzetti como presidente por tres años más (…) si se aplicara el rígido criterio cristinista al Estado en general, todos los decretos de necesidad y urgencia de Néstor y Cristina Kirchner serían nulos (…) esos decretos, dice textualmente la Constitución, "serán decididos en acuerdo general de ministros, que deberán refrendarlo conjuntamente con el jefe de Gabinete" (…) es decir, en reunión de todo el gabinete”. El mismo argumento había utilizado ayer Carlos Pagni contra Aníbal Fernández. Vienen repetidos los guiones en La Nación.
Por su parte, Mario Wainfeld en Página12 denuncia la lentitud y desentendimiento de la Corte Suprema en los casos de torturas a los conscriptos en la guerra de Malvinas por parte de sus superiores. En ese marco el periodista hace una serie de breves reflexiones. Señala, por ejemplo, que “Las planchas son muy habituales en la práctica cotidiana de la Corte. Desechan recursos que pueden ser infundados pero no dan cuenta de por qué. La práctica está bendecida por la tradición, que a veces es valiosa y otras no: la elusión impositiva o la connivencia con los golpes de estado son ejemplos conspicuos”. Luego agrega que “queda para otro día discutir si la condición vitalicia del cargo de juez supremo es compatible con la idea republicana de que los cargos son renovables. Era justo que Fayt no fuera jubilado de oficio por la Constitución de 1994. Es mucho más controvertible que eso le permita desafiar la regla sensata que ahí se establece por veinte años más”.
Notables reflexiones a 12 años de iniciado el kirchnerismo y después de decenas de discursos contra las corporaciones y contra la casta judicial en particular. Después del 18F y el 1M, hubo paz hasta ahora. Pero ahora tampoco hay guerra o, en todo caso, hay guerra fría.
Ideas de izquierda
Decíamos al inicio de esa columna que es un domingo para dedicarse a los libros. Dejamos una recomendación que va en el mismo sentido. Ya circula el nuevo número de la revista Ideas de Izquierda. Desde los debates acerca del FIT y los resultados electorales hasta el análisis de las tendencias en la clase obrera de EEUU y los límites de los llamados populismos latinoamericanos, entre muchos otros interesantes temas, vienen en este número.
Una forma de aprovechar un domingo de lectura cuando los medios hegemónicos no traen nada que ayuda a elevar un poco el pensamiento o salir de la coyuntura política electoral. Aquí la presentación de la revista.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.