Con su gabinete de acaudalados empresarios y funcionarios reclutados de transnacionales como la petrolera Exxon, las perspectivas ambientales apuntan al relanzamiento de la industria petrolera y gasera con técnicas devastadoras como el "fracking".
Axomalli Villanueva @1quiahuitl
Lunes 20 de febrero de 2017
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, se abre una situación en la que se agudizan las contradicciones entre la urgencia de la cúpula capitalista para salir el estancamiento post 2008 y el modelo de dominación basado en la globalización y el "libre comercio", con fuerte repercusión en las masas estadounidenses y la mano de obra migrante en dicho país.
A casi un mes de que ocupara su puesto en la Casa Blanca, ha sido peculiar su manera de gobernar, casi a diario con la firma de órdenes ejecutivas, como el veto a la entrada de inmigrantes de varios países musulmanes. Resalta su falta de estabilidad mediática y la decreciente aceptación dentro de la sociedad estadounidense; como quedó demostrada en la masiva marcha de mujeres el 21 de enero, y el hecho de que su gabinete aún no está del todo estable definido, con renuncias, despidos y dimisiones precoces.
Cabe mencionar que este gabinete es conocido por ser el más rico en cuanto a sus integrantes en la historia de este país, pues está conformado por grandes empresarios.
Uno de ellos, Rex W. Tillerson, quien funge como secretario de estado y segundo al mando del gobierno de E.U., fue CEO de la petrolera EXXON Mobil, y por tanto uno de los principales defensores de los combustibles fósiles. Sin mencionar que la misma compañía EXXON tiene múltiples demandas dentro y fuera del país por daños al medio ambiente y fue responsable del desastre del buque petrolero Exxon Valdez, uno de los peores derrames petroleros de la historia.
Ambos, Trump y Tillerson, son abiertamente negacionistas, es decir que niegan que el aumento de temperatura en la Tierra tenga algo que ver con la actividad humana.
Han sido criticados por la comunidad científica, pues no sólo está en juego la autonomía de los estudios científicos que corren el riesgo de ser sometidas a la aprobación del gobierno para poder ser publicados, sino los riesgos ambientales que nos amenazan, resultado de la anárquica producción capitalista.
Todo esto además de las crecientes muestras de resistencia que se han manifestado al interior de Estados Unidos, como las manifestaciones propuesta del “Día sin latinos” en Milwaukee, y la resistencia del Pueblo Sioux contra el oleoducto en Dakota.
Previsión ambiental o negocios contaminantes
Justamente a los pocos días de la llegada al poder de Donald Trump, la información Web sobre cambio climático en la casa blanca fue retirada, todo esto ha sido denunciado por la comunidad científica, que ya ha llamado a una marcha el próximo 22 de abril, Día de la Tierra, para frenar los ataques a la ciencia y a la educación.
Lo anterior nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Qué le espera a la lucha por disminuir los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero sobre contra el cambio climático?, ¿Realmente las perspectivas son tan negativas?
Si bien Trump ha amenazado con sacar a Estados Unidos de los acuerdos de la Conferencia sobre el Cambio Climático de París (mejor conocida como COP21), este país ya tiene un largo historial de romper con los acuerdos internacionales en relación al medio ambiente. Por ejemplo, el Estatuto de Biotecnología e Ingeniería Genética, los Convenios sobre Protección, Agua y Lagos Fronterizos (1978), de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), el de Basilea sobre Control de Movimientos Transfronterizos de Desechos Peligrosos (1990), los Protocolos de Estocolmo sobre Contaminantes Persistentes (2001), el de Kyoto (2005), el de Nagoya sobre Biodiversidad y Acceso a Recursos Genéticos (2014).
En materia de cambio climático, Estados Unidos ha tenido una postura conservadora en cuanto a sus políticas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Según Simone Lucatello, director de vinculación del Instituto Mora: “El principal argumento del actual gobierno de Estados Unidos, es que las políticas ambientales están fuera de control y las regulaciones representan un freno a la economía estadounidense”.
Esta línea ideológica tiene fundamentos tanto políticos y principalmente económicos, afirma Fausto Quintana, doctor en ciencias políticas de la UNAM. “A pesar de la evidencia científica que se ha generado alrededor del mundo sobre los efectos perjudiciales del cambio climático, la corriente negacionista ideológico-corporativista, revela que existe un grupo empresarial que ha estado detrás de la salida de los Estados Unidos de tratados multilaterales a favor del medio ambiente por cuestiones personales”, señaló.
Más que "personales", en el fondo de este argumento está el interés de las empresas estadounidenses y las trasnacionales de garantizar las inversiones y las ganancias de las mismas. Es por eso que acuerdos pasados, como el Protocolo de Kioto, han fracasado, pues si bien el objetivo es que las emisiones de GEI se mantengan estables, tanto Estados Unidos como China, quienes son los mayores emisores del mundo, se muestran renuentes a implementarlos.
Fracking Trump
En cuanto a Trump, su política va en sentido contrario a la COP21, dijo que: “adoptará la revolución del petróleo y el gas para traer empleos y prosperidad a millones de estadounidenses” y pregona “la reactivación de la industria petrolífera de Estados Unidos". En ese sentido, ya anunció que va a paralizar las medidas ambientales contra el cambio climático de Obama y a facilitar la inversión en "fracking", la nociva actividad petrolera, y la industria minera.
Hay medidas que ha prometido implementar, que resultan peligrosas para la lucha contra el cambio climático, entre ellas:
- Sacar a EE.UU. del Acuerdo sobre el clima de París. Su plan energético es muy dañino para el medio ambiente. No quiere que “burócratas extranjeros” controlen la producción de energía sucia de su país.
- Liquidar el plan de acción sobre el clima de Obama.
- Eliminar el plan de energía limpia.
- Aprobar el permiso del oleoducto Keystone (Canadá – Golfo de México).
- Levantar las restricciones sobre los combustibles fósiles.
- Potenciar la producción de petróleo y de gas natural con el método de "fracking"
- Eliminar la financiación que ahora mismo ofrece su país a los programas de la ONU para luchar contra el calentamiento global.
- Reducir la financiación de la Agencia de Protección Ambiental.
Trump encarna poderosos intereses, en especial los de las industrias más contaminantes. Luchar contra los negadores del cambio climático es una tarea política clave. Querer hacer invisible o manipular la opinión pública para que no ocupe un lugar importante la lucha por frenar la contaminación es un peligro. Los tres años anteriores, es decir 2014, 2015 y 2016 ha sido registrados como los años consecutivos más calientes de los que se tienen registro, los peligros que corremos como especie se agudizan.
El gran reto que tenemos para los próximos años es precisamente enfrentar la catástrofe ambiental que provocó el modo de producción capitalista, y quienes más la padecemos en mayor medida somos los explotados y oprimidos, la gran mayoría de la población del mundo.
Somos nosotros quienes tenemos la tarea tomar el control de nuestro destino, desplazando a las voraces cúpulas capitalistas del mundo y así heredar un mejor planeta para las siguientes generaciones, en un mundo sin explotados ni oprimidos, donde éstos se autoorganicen y tomen en sus manos los medios de producción y sean quienes establezcan los criterios de producción planificada, eficiente y responsable con el medio ambiente.
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