Borrón y cuenta nueva dijeron Taiana, Navarro y Pérsico, que aplaudieron a Scioli mientras este les prometía un futuro ministerio. Sin embargo, el grueso del movimiento no estaba presente y la pregunta flotaba en el aire: ¿están dispuestos sus militantes a darle el voto a uno de los hijos políticos de Menem?.
Sábado 1ro de agosto de 2015
Hace poco tiempo atrás, a ningún militante del Evita se le hubiese apenas ocurrido la idea de que sus dirigentes iban a encontrarse en pleno julio formando parte del operativo “izquierdizar a Daniel”, fase en ejecución de la campaña -ya en marcha- “Scioli para la Victoria”. Y no sólo porque hasta hace poco (14 de mayo, día en el que el Evita publica su decisión de declinar la precandidatura de Jorge Taiana y de Fernando “Chino” Navarro -a la Presidencia y a la Gobernación de Buenos Aires, respectivamente-) eran devotos de su candidato propio. Tampoco solo porque hasta hace menos tiempo aún -ante el pedido de Cristina de bajar candidaturas para que pasen dos a la final-, los referentes del Evita acompañaban en cenas y actos de campaña al otrora en carrera presidencial Florencia Randazzo.
Si no, principalmente, porque el Movimiento Evita se ubicó durante todos estos años a la izquierda de Cristina Fernández en el terreno del discurso, aunque se hayan subordinado siempre en el terreno de la política, llegando a aportar el voto de sus diputados para la sanción, a pedido de Washington, de la Ley Antiterrorista, o a defender con un barnizado de argumentos de izquierda, un nuevo pago de la deuda al FMI. Pero, pese a esos “detalles”, en el afán de sostener el discurso sus dirigentes siempre pusieron un límite. Y ese límite se llamaba Scioli.
Haciendo trabajo barrial, poniendo el énfasis discursivo en la precarización y la informalidad laboral, apoyando ciertas experiencias de fábricas recuperadas, o movilizándose anualmente en memoria de Maxi y Darío Santillán, el Evita creó un “estilo propio” dentro del variopinto Frente para la Victoria. Un estilo que parece volar por los aires con el total encolumnamiento tras el buque Scioli Presidente, que mostraron sus principales referentes el lunes pasado en el IMPA.
En una paradoja espacio temporal, se pudo ver allí a la primera línea del Evita (Emilio Pérsico, Navarro y Taiana) escuchando atentamente y desde el escenario el discurso de campaña de Scioli. Mientras, a pocos kilómetros de allí, los trabajadores de la Línea 60 seguían su huelga contra los despidos, resistiendo las provocaciones y la brutal represión de la bonaerense y la Gendarmería. Más hablaba Scioli, más se alejaba el recuerdo de hacía apenas un año, cuando el Chino Navarro se apersonaba, junto al diputado Christian Castillo en la multinacional Lear para repudiar la represión y los despidos.
Agradecido ante tanta cordialidad, Scioli - que reparte ministerios tanto como Macri globos- prometió “proyectar un ministerio de la Economía Popular para cumplir el sueño del Papa Francisco”.
Más se acercaba el sueño del Ministerio, más se alejaba ese tono esquivo y distante con el que hablaba Navarro sobre Scioli hace muy poco tiempo. Muy distinta fue la reacción de Florencio Randazzo, que dijo horas después, en alusión a una símil idea de Scioli para hacerlo formar parte de su staff: “Me parece una falta de respeto hablar hoy del nuevo gabinete cuando todavía ni siquiera se hicieron las primarias". Y con esa frase, aún con la herida abierta, Florencio mostraba un poco más de sangre que su otrora competidor presidencial Taiana, quien se apresuraba para aplaudir a Scioli desde el escenario. Mientras, a su lado -reformulando el dicho- “por ministerios bailaba el Chino”.
Sin embargo, a contramano del rápido reubicamiento de la dirigencia, surgen muchos más interrogantes a la hora de pensar en la militancia de base que todos años consideró que efectivamente Scioli era (como es) la "derecha". ¿Los aplausos del tándem Pérsico-Taiana-Navarro, representan el sentir de la militancia del Movimiento Evita? Es difícil saberlo. Aunque no se los ha visto ni en plazas, esquinas o redes sociales agitando el lema de “Scioli para la Victoria”. Además de que los 7 mil asistentes al acto con Scioli distan mucho de aquellos 50 mil que se movilizaban a Plaza de Mayo hace apenas dos meses atrás.
Sea Macri o Scioli, no hay dudas que vienen tiempos de cambio. Y lo seguro ante tanta incerteza, es que en la Casa Rosada el discurso político girará más hacia la derecha. Sobra decir que es un momento de crisis para toda esta numerosa juventud progresista. Pero crisis es el paso previo a la oportunidad. ¿Habrá llegado la hora de sacar “los pies del plato” para la militancia, mientras sus dirigentes ya acondicionan sus nuevos ministerios? ¿O aceptarán sin rebeldías poner su voto en las PASO para fortalecer a uno de los hijos políticos de Menem? Difícil pronosticarlo. Faltan 8 días para las PASO y las banderas progresistas están lejos de flamear en el Frente para la Victoria.