En un entorno de estabilidad de las principales variables macroeconómicas se anuncian nuevos megaproyectos que con exenciones fiscales y financiamiento estatal aspiran a convertirse en polos de desarrollo capitalista para la región, esto, mientras la economía internacional mantiene signos de desaceleración.
Jueves 21 de septiembre de 2023
La cuenta regresiva que anuncia el último año del gobierno de López Obrador arrancará muy pronto y para beneplácito del gobierno y el empresariado todo indica que salvó que enfrentemos algún suceso extraordinario la economía mexicana crecerá ligeramente por arriba de 3% por segundo año consecutivo. El crecimiento está por debajo del promedio para los países emergentes pero supera las expectativas de crecimiento que pronosticaban los organismos internacionales y las principales calificadoras.
El Indicador trimestral de la actividad económica regional de Banxico muestra que el sector de la construcción fue el más dinámico de la economía durante el último trimestre, al mismo tiempo que se asoman marcadas diferencias entre las regiones Norte y Sur, siendo está última la que experimentó mayor dinamismo impulsada sin lugar a dudas por la masiva inversión pública en las obras insignia de esta administración: el Tren Maya, el aeropuerto de Tulum, la refinería Olmeca y el resto de obras públicas y privadas que siguieron a los principales megaproyectos.
En entrevista radiofónica con el conductor de noticias Óscar Mario Beteta, la titular de la Secretaría de Economía hizo mención de la importancia que el nuevo corredor interoceánico tiene para el gobierno en el cierre del sexenio. Raquel Buenrostro resaltó que para incentivar la inversión en los diez polos de desarrollo alrededor del corredor interoceánico, el gobierno federal ofrece a los inversionistas un programa de depreciación acelerada extendible a 6 años, es decir, que durante ese tiempo se podrá deducir de impuestos el 100% de la inversión anual; así mismo, durante 3 años se tendrá un descuento del 100% sobre el ISR y durante los siguientes 3 años el descuento oscilará entre el 50% y el 90% según el monto de inversión y número de empleos creados; finalmente se exentan del pago de IVA a las transacciones entre polos de inversión, además de poder participar de descuentos de aranceles para productos de exportación dentro del sector automotriz, electrónico y eléctrico.
El corredor interoceánico o transístmico como también se le conoce, apuesta a conectar los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos y con ello los océanos Pacífico y Atlántico a través del Golfo de México, conectando 324 kilómetros de vía férrea, además de construir en las inmediaciones del corredor 10 polos de desarrollo de entre 200 y 500 hectáreas con la intención de que se desarrollen ahí plantas industriales en el marco del nearshoring y de la integración económica con América del Norte vía el T-MEC.
Proyectos al servicio del imperialismo
Mientras el oficialismo presenta este nuevo megaproyecto con bombo y platillo, que desde luego será construido por el ejército y contratistas de las Fuerzas Armadas, lo que no nos dicen es que se repetirá la misma fórmula presente en el resto de megaproyectos. Será con el desplazamiento de las poblaciones originarias y la devastación ambiental como se abrirá paso la construcción del corredor interoceánico.
Si bien es cierto que ha habido otros proyectos insignia en esta administración y algunos cómo el aeropuerto de Santa Lucía o el tren Maya son apuestas de una mayor incertidumbre, abrir una vía de interconexión entre los dos océanos en tiempos de desgaste del canal de Panamá representa un proyecto mucho más viable. La necesidad del capitalismo internacional por blindar de la mejor manera las cadenas de suministros para prever cualquier vulnerabilidad como las que evidenció la pandemia, cobra un doble sentido a la luz de las tensiones geopolíticas que se mantienen.
El corredor además de aparecer como una alternativa para dinamizar la economía mexicana mediante una política industrial que desde hace décadas no existe más allá de la frontera norte, incluye inevitablemente el reforzar la subordinación económica y por tanto política frente al imperialismo. La relocalización industrial en territorio mexicano tiene toda la intención de blindar los intereses del imperialismo norteamericano y mantener a México como su patio trasero. Junto a las millonarias inversiones hechas durante estos años, llega la exigencia de "respetar el estado de derecho" y de garantizar la seguridad pública, o lo que es lo mismo, mantener la militarización del país y el sometimiento en materia de seguridad.
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La política industrial del gobierno se levanta además sobre la oferta de mano de obra a menor costo que el que tiene en los países centrales, eso, pese a los incrementos al salario mínimo que no han llegado al conjunto de los trabajadores ni termina de traducirse en la recuperación del poder adquisitivo. Ni hablar del respeto de los derechos laborales de los trabajadores que en el conjunto de megaproyectos se ha denunciado trabajan bajo duras condiciones laborales y suma precarización.
La realidad amenaza las expectativas
En su "Informe trimestral Abril-Junio 2023", el Banco de México resalta los indicios de desaceleración que muestra la economía internacional y la alta inflación que desde el fin de la pandemia persiste en la mayoría de países, siendo las economías emergentes las que mantienen una política monetaria menos agresiva mientras los países centrales avanzan de manera desigual frente a la suba de tasas.
Los últimos reportes de organismos internacionales para el año que sigue avizoran un comportamiento de la economía internacional similar al que se vivió este año, es decir, una expansión acotada cuyo mayor peligro radica en la inestabilidad frente a las decisiones de política monetaria de los bancos centrales. Así mismo permanece el peligro latente de la desaceleración China mientras la economía de los Estados Unidos tampoco termina de recuperarse, está última presentando en el último trimestre un ligero estancamiento en el sector industrial y la manufacturera. Pese a ello, elementos positivos como la recomposición de las cadenas de suministros y el nearshoring prevén mayor estabilidad en los mercados internacionales, no obstante, permanecen el peligro de las fluctuaciones con la guerra en Ucrania y una eventual alza de los preciosos del gas, además de factores internos en los países centrales que podrían ser fuente de volatilidad en el sector financiero.
Un entorno con tantas variables y el peligro de factores extraeconómicos son mala combinación para garantizar el buen puerto de las inversiones. Si bien es cierto que las condiciones geopolíticas empujan a muchas industrias a garantizar sus cadenas de suministros en zonas alejadas de conflicto y eso supone una ventaja para México en tanto que la cercanía y subordinación a los EE.UU. garantiza esos elementos, también es cierto que una baja en el consumo y la posibilidad de desaceleración o estancamiento de las principales economías amenazan que la producción se sostenga y el ritmo de las inversiones fluya hacia el corredor interoceánico de la manera que el gobierno espera.