Con la media sanción en Diputados del acuerdo con el FMI, el gobierno y Juntos sellaron un especie de Pacto de Olivos con sede directa en Washington. Consensos abiertos y un sí camuflajeado de sectores críticos del oficialismo. Una movilización multitudinaria en el Congreso y el tic tac del descontento por abajo.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 13 de marzo de 2022 11:43
De 1994 a 2022
El acuerdo con el FMI consiguió media sanción en Diputados el viernes por la madrugada. El resultado ya estaba cantado desde el miércoles, cuando se anunció el consenso alcanzado entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio para llegar con una redacción común al recinto que permita aprobar el cogobierno con el FMI. Crónica de una rosca de furia para someter a la Argentina a la bota del organismo internacional.
Presenciamos un especie de Pacto de Olivos, pero con sede directa en Washington, Estados Unidos. Si aquel pacto firmado en 1994 entre Carlos Menem y Raúl Alfonsín, consolidó un régimen político de entrega al imperialismo y las privatizaciones, hoy presenciamos un nuevo consenso político de las dos fuerzas mayoritarias para dar un nuevo paso en el sometimiento del país con el FMI, convalidando la estafa de Macri a costa del hambre del pueblo trabajador. Los poderes económicos concentrados de la UIA y el agro, desfilaron por el Congreso empujando este acuerdo. La CGT hizo el mismo triste papel que los grandes empresarios.
Sergio Massa del peronismo y Gerardo Morales del radicalismo encabezaron las negociaciones acuerdistas, aunque fue una tarea en la que colaboraron también los extremos de las dos coaliciones. El caballito de batalla de esa unidad gestada en las sombras de la negociación del palacio, fue un discurso extorsivo: subordinarse al FMI o el caos del default. La bancada de diputados y diputadas del Frente de Izquierda, que rechazaron este pacto en el Congreso y en la calle, enfrentaron este argumento. Myriam Bregman sostuvo que es el cogobierno con el FMI el que deja “cada tres meses a la Argentina a tiro de default, y que el Fondo sea el que decide qué se hace y qué no en el país”. Pablo Anino en el semanario Ideas de Izquierda, lo reafirma desmenuzando lo que vendrá con el acuerdo: “el caos es el FMI porque el saqueo que impone empuja a la crisis social en todos los lugares del planeta donde se practican sus políticas”.
Diego Genoud en El DiarioAr destaca la hipótesis que circula en los dos partidos mayoritarios “de un regreso al bipartidismo de centro, que pueda prescindir tanto de Macri como de Cristina. A nivel de la elite política, el acuerdo con el Fondo es un primer paso en esa dirección”. Aunque agrega que “todavía tiene que superar la prueba más difícil: el aval de una sociedad que acumula años de caída en el poder adquisitivo”.
En Clarín, Eduardo Van Der Kooy destaca el “innegable el apoyo político” que recibió Alberto Fernández para el acuerdo con el FMI. A su manera, Joaquín Morales Solá en La Nación, describe este consenso, cuando señala que el presidente “le debe ahora a Juntos por el Cambio (y, entre varios más, a su detestado Mauricio Macri) haber evitado el default”.
Es que el 55% de los votos afirmativos los aportó la coalición del ex presidente, y casi el 38% el Frente de Todos. La composición de los votos afirmativos es un hecho. Del lado de Juntos por el Cambio lograron su objetivo de darle legitimidad en el Congreso a la estafa de una deuda que contrajo su propio gobierno, sumida en múltiples irregularidades y con destino a la fuga de capitales. Por eso Mauricio Macri está feliz, y lo hizo notar el mismo jueves en su paso por la ExpoAgro, cuando felicitó a su coalición por el trabajo realizado. Ricardo Carpena en Infobae, señala que la redacción del texto que se votó en Diputados, fue destacada con picardía por un referente de JxC que interpretó que “´liquida´ la causa penal contra Macri y sus funcionarios por el endeudamiento”.
La oposición de Juntos también festeja porque el debate alrededor del acuerdo con el FMI, les dio un mayor protagonismo para sus propuestas económicas de “reformas estructurales” y más ajuste como rezaron en sus intervenciones del debate parlamentario para quien quiera escucharlas. Este renovado protagonismo de sus programas, que analizamos el domingo pasado, es una preocupación que señala Mario Wainfeld en Página 12. “Estos días fueron gratos, hasta de jolgorio, para el establishment y sus aliados políticos (…) La soberbia de la derecha, su ambición, el modo en que avanza deberían interpelar al conjunto del oficialismo”, advierte.
En el Frente de Todos reinó la división del voto (76 a favor, 28 negativos y 13 abstenciones). Luego se conoció una carta de 15 páginas de buena parte de las y los diputados que no acompañaron la votación. Con críticas centradas en la negociación que encabezó el ministro Martín Guzmán, y reconociendo el ajuste que viene con el FMI. Los cruces continuaron vía twitter a raíz del video que publicó Cristina Fernández con imágenes de su despacho dañado luego de incidentes y represión frente al Congreso. Andrés “Cuervo” Larroque inició las sospechas por el “silencio y la parsimonia del gobierno frente al ataque al despacho de la Vicepresidenta”. Le contestaron la vocera Gabriela Cerruti y Aníbal Fernández. El ministro de Seguridad detalló que “cuidó a la presidenta” pero “sin que se diera cuenta, con personal de civil”. Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna prende la alarma sobre esta confesión: “De ser cierto sería ilegal y, más que en la categoría de cuidado entraría en la de seguimiento y/o espionaje”. Aníbal Fernández tendrá que dar explicaciones.
Nuevos capítulos de la interna oficialista que pasó por distintos formatos. De intercambios epistolares, en escenarios, a las redes sociales.
Desde el albertismo deslizan otra lectura. Pablo Ibáñez en El DiarioAr cita las palabras de su entorno que festeja que "Dos tercios del bloque del FdT acompañó y hubo más de 200 votos positivos. Alberto está satisfecho porque fue a buscar un apoyo contundente de las fuerzas políticas y lo consiguió". Hicieron trascender la conclusión de que “La Cámpora es una expresión dentro del frente, demostró que no es hegemónica, ni mayoritaria”, según confiaron a Santiago Dapelo de La Nación. El presidente prefiere la bandera del apoyo transversal del sistema político tradicional al Pacto de Washington. Al igual que Sergio Massa, que también se postula para ese “centro político”.
Quedarse solo en los votos de Diputados de la coalición oficial, sin embargo, es engañoso. Hubo una colaboración activa de parte de todos los socios y socias del Frente de Todos para alcanzar este resultado en el acuerdo con el FMI. Massa no se cansó de destacar esta colaboración. Que oiga quien quiera oír. Y los hechos le dan la razón.
Dime que no (planeando la estrategia para un si)
“Dime que no y lánzame un sí camuflajeado”, sintetiza el juego del sector crítico del Frente de Todos con el acuerdo con el FMI. La licencia de la cita, coincide con el momento tan desastroso de ajuste sobre el ajuste que pesa sobre las mayorías.
La especulación que construyeron hasta último momento sobre su voto La Cámpora, el Frente Patria Grande, los sindicalistas, y el resto de quienes no acompañaron, sólo puede explicarse a partir de la intención de no obstaculizar la aprobación del acuerdo. Esperaron, en silencio o con ambigüedad calculada, que el gobierno obtenga el apoyo necesario para que salga. Por eso también cedieron sus lugares en la Comisión de Presupuesto La Cámpora, Itai Hagman y Palazzo: de nuevo, no obstruir el Pacto de Olivos-Washington.
En el caso de La Cámpora (que aportó 18 votos negativos), eligieron además no hablar en el recinto mientras se debatía. Con los hechos consumados de la aprobación del acuerdo con el FMI, publicaron la carta que tenían preparada, pero optaron por no defender ninguno de sus argumentos.
El video de la vicepresidenta, también fue calculado para que salga después de la media sanción, a eso de las 7am. Cuenta los detalles de cómo se gestó Pablo Ibáñez en El DiarioAr. “No me van a usar para enquilombar la sesión de Diputados” habría dicho Cristina Fernández. Ibañez lo entiende como “una contribución de Cristina a que la sesión no se desmadrara y, al final, el proyecto fuese aprobado”.
El Senado, presidido por Cristina Fernández, se encamina a concluir el tratamiento parlamentario y de forma exprés. Algo que, por el reglamento de la Cámara Alta, solo es posible consiguiendo dos tercios de las voluntades. La vicepresidenta dio luz verde para agilizar los tiempos, y el lunes a las 15 horas comienza el debate en comisión. Todos dan por descontado que este miércoles o jueves se hará la sesión y contará con los votos necesarios. Brenda Struminger en Infobae, dice que el oficialismo calcula que podría cosechar 55 votos afirmativos en el segundo round parlamentario: estiman 20 del Frente de Todos, 27 de Juntos por el Cambio, y el resto de aliados.
Estas muestras de buena voluntad con el acuerdo con el FMI no son solo de ahora. Se vienen construyendo desde el inicio del gobierno del Frente de Todos. La última vez que habló Máximo Kirchner en el Congreso, fue para defender el Presupuesto 2022 del gobierno (que terminó naufragando). En ese presupuesto ya estaban incluidos gran parte de los lineamientos centrales de ajuste que Martín Guzmán terminó plasmando en la letra chica del acuerdo con el FMI. Lo mismo hizo Itai Hagman. Otro de los pedidos clásicos del Fondo es en materia previsional, y el gobierno hizo la tarea con antelación. Previo a la pandemia, los diputados y diputadas del Frente de Todos que ahora votaron negativo o abstención, levantaron la mano en aquel momento para cambiar la movilidad que ajustó otra vez a jubilados y jubiladas.
Otra de las señales de activa colaboración se expresa en el renovado rol del ministro del interior, “Wado” de Pedro. Pieza clave de La Cámpora, fue el designado para hablar a favor de aprobar el acuerdo con el FMI días antes del tratamiento en Diputados. Martín Rodríguez Yebra en La Nación cuenta que desde el Instituto Patria aseguran que “Wado actúa como garante de nuestra continuidad”.
Diego Genoud en LetraP, compara los movimientos simultáneos de Sergio Massa como “nombre de consenso” y el perfil cada vez más elevado del ministro de Interior, que “exhibe una llegada inigualable a los altos mandos del establishment”.
Ibáñez en El DiarioAr ve en el voto no positivo de Máximo Kirchner, una táctica de Cristina “para generar un anticuerpo que pueda contener a descontentos con el gobierno que, en 2023, con una PASO grande, podrían estar adentro”. Juan Grabois del Frente Patria Grande se ubicó en esta misma táctica cuando sostuvo en la conferencia de prensa del miércoles que seguirán apoyando al gobierno de Alberto Fernández y que el destino del Frente de Todos se defina en una PASO en el 2023.
El horizonte de los “críticos” oficialistas es electoral. Hasta ahora, todas las señales apuntan a sostener al gobierno del Frente de Todos, con ajuste y todo. ¿Aguantar hasta el 2023 aún con sus propias previsiones del infierno del FMI?
Entre los consensos abiertos y los camuflados, el 2023 le abre paso a un protagonismo estelar de “colectoras del FMI”, como dijo Nicolás del Caño.
El comienzo
La movilización que protagonizaron más de 200 organizaciones frente al Congreso el día de la votación fue multitudinaria, a pesar de las maniobras mediáticas que intentaron ocultarla. Rechazaron el acuerdo con el FMI y el ajuste bajo el lema “las estafas no se pagan”. Fue la tercer jornada de protesta convocada por ese espacio, que inició un camino de resistencia y promete ser una referencia al malestar social para dar pelea a lo que viene.
Con el visto bueno del Congreso, el acuerdo con el FMI vendrá con más inflación, que ya está siendo agravada por la guerra en Ucrania, y un cronograma para implementar los ajustes tarifarios y “revisión” del sistema previsional que busca elevar la edad para jubilarse, como repasa Claudio Mardones en Tiempo Argentino. “El gran drama es el carácter inflacionario y recesivo de las medidas que tendrá que aplicar Guzmán o quien lo suceda para cumplir con las metas y superar las revisiones trimestrales que destraban las cuotas del nuevo préstamo”, resume Rodríguez Yebra como preocupación tanto del oficialismo como de Juntos.
Será el comienzo de una nueva etapa en la Argentina. Las dos coaliciones que tejieron este pacto con el FMI se pusieron en carrera presidencial.
Pero el tic tac de la crisis social y económica, tiene otras reglas. Ahí están las recientes revueltas en Latinoamérica para recordar que una chispa puede desatar fuerzas imparables de un malestar latente. Y que hablan el idioma de la lucha de clases.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.