Publicada la "letra chica" del acuerdo con el FMI, se debatirá esta semana en el Congreso. Entre crisis internas y de gobernabilidad, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio negocian alternativas. Las mentiras y el show mediático que se construyen como relatos para obturar cualquier salida favorable a las mayorías trabajadoras. Camino a la resistencia al ajuste, habrá movilización para rechazar el acuerdo.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 6 de marzo de 2022 11:42
Una vela en el infierno: el caos del FMI
El acuerdo con el FMI llega finalmente al Congreso y se conoce “la letra chica”, tras dos años de gobierno del Frente de Todos. Después de idas y venidas en la negociación, derrota electoral, cartas y renuncias de por medio, pagos religiosos de una estafa aun con la excepcionalidad de la pandemia, una guerra en Europa que patea el tablero mundial, y un ajuste que llegó hace rato.
La “letra chica” del acuerdo que alcanzó el gobierno con el FMI es la esperable. Con recetas clásicas, como siempre, de un organismo de larga trayectoria en someter países y hundirlos en la pobreza, aunque el presidente y sus aliados se esmeren en presentarlo como “el mejor posible”.
Buceando en las páginas del acuerdo que ingresó el jueves a la Cámara de Diputados, saltan todas las inconsistencias del discurso presidencial en la Apertura de sesiones de la Asamblea Legislativa del pasado martes. “Es un acuerdo sin políticas de ajuste”, “El nuevo acuerdo no acumulará nueva deuda”, “En la Argentina se acabaron los tarifazos”, “No habrá reforma previsional ni laboral”, “Podemos reducir la inflación”, “La aprobación del acuerdo es para darle previsibilidad a los argentinos y argentinas”. Son algunas de las frases que rezó Alberto Fernández en su discurso, que se contradicen con el acuerdo presentado. El presidente miente o niega la realidad.
El periodista y economista Alejandro Bercovich, entrevistado por La Izquierda Diario, fue categórico respecto a un punto sensible que afecta los bolsillos populares: el acuerdo con el FMI no funciona sin alta inflación. “Si la inflación bajara de 50 % al 35 % en un año, este acuerdo vuela por el aire”, explicó. No solo porque los gastos están indexados a la inflación pasada, sino que ahora también se indexan las tarifas. Si en estos dos años no se recuperó lo perdido con Macri, y los asalariados siguen perdiendo, lo que viene con el FMI promete ser peor. El ataque a los bolsillos se profundizará por la vía de licuarlos con la inflación, y también por devaluaciones. Aunque Alfredo Zaiat en Página 12 defiende como un “hito” que la devaluación fue “descartada como opción” en el acuerdo, el anexo aclara que habrá un “deslizamiento cambiario”, lo que significa que el Banco Central ajustará el dólar oficial de manera gradual como explicó Mónica Arancibia en La Izquierda Diario.
Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna repasa “la letra chica” y recuerda las palabras de Martín Guzmán: esta refinanciación consiste en “el repago de los vencimientos con nuevos fondos prestados por el mismo FMI”. Nuevos fondos, es nueva deuda. Con respecto a las tarifas, que el gobierno había anunciado que los aumentos no superarían el 20%, ahora sabemos que serán más altos. Para la gran mayoría de los usuarios, los aumentos pueden ser de entre el 40% y 50%.
Verbitsky agrega que “El actual gobierno repite que sólo se puede pagar con crecimiento, pero la letra del acuerdo con el Fondo dice lo contrario”. Alejandro Rebossio en El DiarioAr lo ratifica con las previsiones de un estancamiento de la economía que hacen tanto desde el cristinismo como del PRO. Coinciden en que “el dólar oficial deberá subir a la par de la inflación y dañará el consumo, la suba de tasas de interés es recesiva, el Gobierno carecerá de margen fiscal para repartir subsidios, también se acotará la emisión monetaria y los salarios correrán por detrás del índice de precios al consumidor (IPC)”.
¿Qué decir de la previsibilidad cuando habrá revisiones permanentes del Fondo que condicionarán los desembolsos? Como dijo Myriam Bregman del Frente de Izquierda: “el co gobierno no es una frase, cada tres meses se va a revisar el acuerdo”. Abre la puerta a nuevos condicionamientos a punta de pistola, con el fantasma del default, si no se hace lo que el Fondo quiere.
Que no habrá reforma previsional no lo defiende ni la propia CGT. Andrés Rodríguez, que lidera el gremio estatal de UPCN, dijo en una entrevista radial sobre la extensión “voluntaria” de la edad jubilatoria: “me parece que no es una mala idea que puede ser debatida”. Imponiendo jubilaciones de hambre con la reforma ya hecha por Macri y el cambio de la movilidad del Frente de Todos, lo “voluntario” se impone como una necesidad de supervivencia. Ricardo Carpena en Infobae describe el doble discurso cegetista: aunque festejen el acuerdo, “están muy preocupados por los alcances del entendimiento con el FMI” y el ajuste económico que aparece más cercano y puede desmadrar el descontento social.
El discurso oficialista que defiende este acuerdo cae en saco roto. “Sin acuerdo, lo que viene es caos”, bombardean día y noche para convalidar una estafa y hacerla digerible. Pero el acuerdo con el FMI es garantía de caos con este combo. Las palabras del presidente se parecen más a un rezo, prendiendo una vela en el infierno del FMI.
El caos de la gobernabilidad y los caminos del mal menor
Las aguas agitadas de las internas en el Frente de Todos y en Juntos por el Cambio a raíz de la votación que deberá hacer el Congreso sobre el acuerdo con el FMI, añaden más caos al cuadro. Como si no alcanzaran las malas previsiones económicas y los indicadores sociales que amenazan con un descontento por abajo latente, el bicoalicionsmo expone sus fisuras y debilidades. Todos huelen que lo que viene es peor. Máximo Kirchner “se cubre” con videos en redes sociales con compilados de discursos contra el FMI. El PRO se queja por el peso y el caos que se le va a dejar al próximo gobierno, y preferiría un shock de ajuste más duro y más temprano.
El resultado de la votación en el Congreso aparece incierto. Más por la debilidad en la que puede quedar el acuerdo: con pocos apoyos, muchos cuestionamientos y votaciones divididas. Aunque salga “afirmativo”, no es descartable que las abstenciones sumen más.
El oficialismo trabaja a contrarreloj para una “salida salomónica” en el Congreso, tomando los consejos de Elisa Carrió: desdoblar los artículos del acuerdo en uno que le de la autorización al ejecutivo para acordar con el FMI, y en otro donde estén los condicionamientos de la “letra chica” que guiarán la política económica. Al decir de Diego Genoud en El DiarioAr, “la cláusula Carrió puede ser una válvula de escape para la tropa propia y la oposición. Eso al menos piensan en Casa Rosada: que se apruebe el artículo 1 y que las abstenciones se hagan oír en el artículo 2”. El gobierno se juega a mostrar más consenso con la aprobación del artículo 1. Una maniobra de patas cortas: significaría igualmente convalidar la estafa de Macri, e indirectamente también la “letra chica” que viene adosada al acuerdo de todas formas. Verbitsky refuerza esta idea con las palabras de Martín Guzmán en una reciente aparición pública: “Algunos dicen ‘yo quiero el financiamiento, pero no me hagas votar las políticas’. No existe. A ver si se entiende. El financiamiento está asociado a un acuerdo de políticas económicas y financieras. Es una sola cosa”. De consumarse esta opción, para que las internas de las dos coaliciones hagan su show de roles, dejaría igualmente un acuerdo débil y cuestionado desde distintos ángulos.
El cálculo es buscar la opción menos mala, peor es que el acuerdo caiga (que implicaría caer en default con el vencimiento impagable que dejó Macri del 22 de marzo), o que las abstenciones sean mayoritarias. El infierno de la lógica del mal menor que va corriendo el arco para ir consumando desastres al compás de bajar las expectativas por el subsuelo.
Las consecuencias del malmenoristas se palpan hasta en el renovado protagonismo que cobra el ex presidente Mauricio Macri, y en las previsiones electorales del 2023 que auguran la vuelta de Juntos por el Cambio a la Casa Rosada. Lo que algunos calificaron como “jugada maestra” de Cristina Fernández armando la unidad del peronismo “para enfrentar a Macri”, puede terminar como una experiencia que catapulte nuevamente al poder a los responsables de un endeudamiento y ajuste fenomenal. Diego Genoud en Letra P, sostiene que “la centralidad que hoy tiene el expresidente tampoco se hubiera dado si la alianza panperonista no hubiera sufrido los trastornos que sufre ni se hubiera dividido en temas cruciales”. No faltan análisis, incluso dentro del Frente de Todos, que se quejan de que la actitud de Máximo Kirchner le abre la puerta al “endurecimiento” del PRO. Las implicancias no son solo hacia la votación en el Congreso, sino que da lugar a una agenda abiertamente de ajuste y reformas estructurales que pide el poder económico y financiero más concentrado, con el ex presidente como vocero. Así reconoce esta aspiración Joaquín Morales Solá en La Nación: “los que esperaban que el Fondo Monetario llevara al Gobierno a un ajuste en serio del gasto público se sienten defraudados”.
Consecuencias de no enfrentar a la derecha, ni al Fondo, ni a esos poderes más concentrados. Y aunque Máximo Kirchner haya renunciado como jefe de la bancada oficialista en Diputados y difunda videos en redes sociales contra el FMI, no muestra ni un atisbo de buscar modificar esa perversa retroalimentación. Horacio Verbitsky hace explícitos los tres mandamientos del líder de La Cámpora: 1- no promueve el voto negativo del acuerdo, 2- no mostrará posiciones divergentes en el recinto, 3-no participará de ninguna movilización. Aunque algunos interpreten este accionar como una cualidad “institucional”, se acerca más a especulaciones electorales que le hablen a la tribuna, dejando correr el acuerdo.
Carlos Pagni en La Nación analiza ese doble juego: Cristina y Máximo no quieren aprobar el acuerdo pero quieren que salga. “Quieren que Alberto Fernández consiga los votos de la oposición. Porque no tienen otro camino para proponer. Si no hay un programa de estabilización de la economía, no es que pierden las elecciones de 2023: no llegan a las elecciones de 2023".
Por eso las señales de La Cámpora son a dos bandas y se complementan. No es casual que este sábado Wado De Pedro habló desde su viaje a España para decir que “El acuerdo es el comienzo de la solución. Evita una catástrofe en lo inmediato”. Otra señal de unidad fue la de Axel Kicillof y el "Cuervo" Larroque, subiendo fotos con Alberto Fernández el mismo día que se conoció la “letra chica”, como repasa Brenda Struminger en Infobae. Nicolás del Caño del Frente de Izquierda, lo resumió con un “el kirchnerismo pone un huevo en cada canasta”.
Juntos por el Cambio tiene sus propias complicaciones y encrucijadas. Morales Solá les hace una advertencia desde La Nación: “Se juega, además, la reputación de la oposición ante el Fondo y ante Estados Unidos, si fuera Juntos por el Cambio el responsable de un fracaso parlamentario”. Gabriel Ziblat en Perfil es más directo y cuenta que la coalición cambiemita reconoce que están “haciendo un chequeo con el FMI, para ver cómo leerían ellos la posibilidad de que se apruebe el financiamiento, pero no el programa”. Más fondistas que el Fondo.
Este domingo tendrán un encuentro virtual para hacer definiciones sobre la táctica parlamentaria, aunque no se descarta que voten divididos como el oficialismo. Ziblat cuenta que, desde el PRO especialmente, analizan armar un dictamen propio (para la Comisión de Presupuesto que inicia el lunes), que contenga solo el artículo 1 del proyecto, que establece el acuerdo por el financiamiento de la deuda. “Eso implicaría votar en contra del dictamen de mayoría que se prevé que conseguirá firmar el Frente de Todos este miércoles” aclara. ¿Qué harán los diputados de La Cámpora? ¿Acompañarán el dictamen de JxC que separa la votación? ¿Votarán por convalidar la estafa de Macri o directamente se opondrán a darle las facultades a su propio gobierno para acordar con el FMI?
Esta semana veremos en el Congreso un nuevo capítulo del infierno del FMI. El resultado de la votación dará que hablar: se juega sobre todo el aval a una deuda ilegal que se fue a la fuga, que pretende condenar el presente y el futuro de las mayorías trabajadoras. Sacando todo el show mediático, mostrará también las contradicciones y crisis de liderazgo en las dos coaliciones principales, y las dificultades que tendrá que afrontar el oficialismo con las exigencias del FMI en la nuca buscando una gobernabilidad difícil entre el ajuste y las aspiraciones del 2023.
Camino a la resistencia
El jueves cuando se lleve el acuerdo con el FMI al Congreso, habrá movilizaciones en todo el país y en las afueras del recinto para rechazar este acuerdo de ajuste. "Las estafas no se pagan" dice la convocatoria del Frente de Izquierda y más de 200 organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, ambientales, que plantean otro camino. Uno que empieza con el desconocimiento soberano de esta estafa y se entrelaza con una serie de medidas para terminar con la fuga y el saqueo, la especulación, la inflación y los tarifazos, y defender las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares. Y sí, implica ir contra los intereses del poder económico: ¿cuántas pruebas más de la historia se necesitan para reafirmar que no hacerlo significa ir contra los intereses de las mayorías? Y sí, implica una fuerza organizada y movilizada en las calles, que despliegue el poder de quienes mueven todos los días los principales resortes del país y pueden paralizarlo. Por eso, desde este espacio que se viene movilizando, convocan a impulsar un amplio debate en los sindicatos y lugares de trabajo para preparar acciones de lucha. Apuntan tanto a la CGT como a la CTA: defender los intereses de los trabajadores y rechazar el acuerdo implica poner fin a la tregua con el gobierno que ya eligió un camino atado al caos del FMI.
Las mentiras alrededor del acuerdo con el FMI se construyen como relatos para obturar cualquier salida que sea favorable a las mayorías trabajadoras. Buscan imponer un encerrona entre opciones que traerán más desastre. Default o rematar el país a costa de las mayorías. Ajuste abierto y rápido o ajuste dibujado y con algo más de tiempo. La crisis de las dos coaliciones graficadas con sus internas, son la demostración de que sus alternativas ya vienen fracasando. Hunden al país. O ni siquiera son alternativas, están encerradas en un pasado de un Estado con recursos por una excepcionalidad de la economía mundial. Con la administración de la escasez, no tienen plan y no están dispuestos a afectar intereses. Mario Wainfeld define este mismo problema, en términos electorales: “La interna del FdT concuerda con malos momentos: la victoria cohesiona, la derrota centrifuga”.
Los representantes del “no hay otra opción” tienen sus motivos: las consecuencias electorales en 2023. Otro signo de la decadencia del sistema político. De quienes aspiran a representar a sectores populares, sobre tierra arrasada con las manos vacías. De quienes aspiran a una viabilidad de negocios que necesitaría “sacarse de encima” a 20 millones de precarios, monotributistas, desocupados.
El futuro se define en la lucha del presente. Todo lo demás, es palabrerío que le despeja el camino al ajuste.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.