Es curioso pero el virus ha logrado lo que el SEN no: comenzar a unir a docentes y familias, quienes tienen la posibilidad de crear una verdadera Nueva Escuela Mexicana como base de un sistema educativo organizado y gestionado democráticamente desde las propias comunidades escolares y en interés de los sectores populares, no de los empresarios.
Viernes 24 de abril de 2020
Prendo un cigarrillo, al fondo escucho el álbum “Animals” de Pink Floyd, la retórica de sus letras me hacen retorcer mis ideas, llamé y escribí a mis colegas, les pregunté cómo les ha ido trabajando a distancia, muchos se rieron, otros no pudieron ordenar sus ideas; borré y volví a borrar este texto más de cien veces, traigo un dolor de estómago que nada cura, un dolor que me dice que deje de hacerme la fuerte y me permita sentir todo lo que esta cuarentena me-nos está causando.
Querido lector: espero estas líneas no sean duras y que al final comprendas que pese a todo lo malo, aún hay un hilo de optimismo en esta autora, ojalá en ti también lo haya.
El domingo 15 de marzo, se hizo un largo silencio mientras el secretario de educación pública Esteban Moctezuma Barragán, con las manos entrelazadas y con la seriedad característica de un personaje que nunca se sabe lo que está pensando, anunció que se suspenden las clases a partir del 23 de marzo, no dio detalles y no respondió con claridad a las preguntas que le hicieron.
Comprendí por qué su nerviosismo: como estrategia improvisada, la SEP emitió un formatillo que permitiría observar si los alumnos presentaban síntomas de COVID-19, obviamente los encargados de implementar dicha estrategia fuimos los maestros. Inmediatamente nos comenzamos a comunicar con nuestros directivos, quienes ejecutaban órdenes que tampoco ellos comprendían, entre ellas: el ingreso de los alumnos a los planteles.
¿Cuál fue el resultado? Histeria colectiva, la SEP había olvidado que existen escuelas con matrículas de 800 a 1,500 alumnos; al implementar la “estrategia” los alumnos lograron ingresar al plantel, después de una hora o más de gritos, reclamos y tos; esto como augurio de lo que estaba por venir. El “formatillo” inauguró la primera forma de exclusión ante esta pandemia, dejando ver que pese a decirse que el 75% de los mexicanos tiene acceso a televisión y radio, las familias demostraron lo contrario al manifestar su completo desconocimiento sobre lo ocurrido durante el fin de semana.
Para el lunes 23 de marzo, la SEP convocó a una sesión de Consejo Técnico Emergente para determinar las estrategias a implementar con el objetivo de dar respuesta educativa a los alumnos; entre el ruido de los tacones, la cafetera a todo lo que da, la zozobra y la inconformidad, en algunas escuelas se llevaron a cabo las reuniones; después de ver por tercera vez a Esteban Moctezuma en vídeos sobre cómo lavarse las manos, los docentes entendimos que ante la emergencia de salud pública y la inminente crisis educativa, la SEP no solo se lavaría las manos, incluso usaría gel antibacterial.
Después de escuchar estrategias y buenas intenciones, algunas escuelas optaron por mandar una lista de tareas diarias, a través de los grupos de WhatsApp, algunos compañeros tuvieron la iniciativa de usar Classroom de Google, Zoom o Skype. Pero, no pocos notamos que se había excluido del plan a un sector importantísimo: alumnos vulnerables, alumnos con discapacidad, en situación de calle, maltratados, los que no tienen internet, los que no tienen siquiera que comer y su único alimento es el desayuno del DIF. Quienes optaron por una lista de tareas y actividades pidieron apoyo a sus especialistas -maestros de UDEEI, educación física e inglés- claro, que las escuelas que desde hace tres ciclos no tienen especialistas, no tuvieron a dónde voltear.
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La teoría vs la práctica
La teoría como siempre, fue maravillosa, “no dejar a nadie afuera, no dejar a nadie atrás”, como slogan empresarial suena bien, como slogan educativo, dista mucho de la realidad.
La educación a distancia expuso la precariedad laboral de los docentes pertenecientes al sector privado; las escuelas que ya tenían plataformas hechas para esto fluyeron con tropiezos y con la exigencia de respuestas inmediatas a las que el internet nos ha sometido y acostumbrado. Menos grave para quienes tienen a su familia como apoyo; catastrófico para quienes son madre y padre, además de seguir yendo a trabajar, pagar una escuela privada en México tiene detrás al menos 9 horas de trabajo.
Para el sector público vino un reto mayor, en Educación Especial, los Centros de Atención Múltiple (CAM) y los alumnos con seguimiento por parte de las Unidades de Educación Especial y Educación Inclusiva (UDEEI) se cuestionaron, ¿cómo organizar trabajo en línea para alumnos con discapacidad, problemas de aprendizaje o que enfrentan barreras para el aprendizaje y la participación?, la pregunta sigue flotando en el aire, sin respuesta de parte de las autoridades educativas.
Algunos colegas implementaron estrategias como mandar trabajo extra; esto a sabiendas de que para su efectiva ejecución se requiere de un especialista que
trabaje mano a mano con la familia, maestro frente a grupo y escuela, pues lleva un proceso y un seguimiento que encuentra baches pero que se busca cubrir a pesar de las limitaciones que impone la SEP (ese es tema de otro artículo).
La inclusión educativa también implica al docente, sin embargo ¿estamos incluidos o solo somos un empleado más? La precariedad laboral en México es un foco rojo en la actualidad y los maestros no somos la excepción ya que el sector privado más que pugnar por la educación, la ha transformado en una empresa y en un negocio. El subsecretario de salud Hugo López Gatell, ha anunciado la extensión de la jornada nacional de sana distancia hasta el 30 de mayo, lo cual inicia un festival de despidos, amenazas y exigencias laborales absurdas.
Algunos maestros han sido despedidos, a otros tantos les han pedido dejar hecho el trabajo de todo el ciclo escolar sin respetarles sus vacaciones de Semana Santa y a otros se les ha dicho que les suspenderán pagos hasta nuevo aviso (eso sí, no perderán su trabajo). Apenas hace dos semanas manifestábamos desacuerdo social porque el grupo ALSEA mandó a sus empleados a casa sin goce de sueldo, pues algo similar está pasando con los compañeros que trabajan en escuelas privadas.
En cuanto a la educación pública, llama la atención el contrato millonario que pagará la SEP a Google como el agente que conducirá el trabajo en línea, así como las capacitaciones a los docentes.
¿Por qué continúa la SEP aliándose con la iniciativa privada, acaso no se ha percatado de que cuenta con el personal necesario en todas sus áreas para desarrollar un verdadero programa educativo?
La SEP, ahora aliada con Google, ha olvidado y relegado la educación inclusiva que prometió y de la que tanto alardea; ha dejado a los grupos vulnerables aún más inseguros y olvidados; el slogan de la Nueva Escuela Mexicana está desmoronándose. ¿Es culpa del COVID- 19? No, el coronavirus solo sacó a flote todo lo que muchos habían ignorado y las autoridades querido tapar con un dedo: desigualdad, precariedad, inequidad y negligencia; los empresarios con sus colmillos afilados por el pánico y sus pactos con los políticos del momento han perpetuado su dominio sobre la educación y economía del país, ¿y como no van a hacerlo? Entre ellos existen fuertes lazos de amistad, negocio, complicidad y engaño.
La educación en línea y a distancia, tal como está planteada oficialmente y más allá de sus supuestas “buenas intenciones”, se torna excluyente para docentes, alumnos en situaciones vulnerables y familias que están más preocupadas por comer, trabajar y tener al menos, un cuarto donde vivir sin que haya corrientes de aire y goteras.
La Nueva Escuela Mexicana por parte de la SEP es una promesa que solo se queda en eso: ilusión y simulación. La crisis puede y debe unir más a familias y maestros con el objetivo de lograr aprendizajes en los alumnos; muestra de la disposición a ello fue la maestra rural que llevó a sus alumnos tareas asignadas y dosificadas hasta la puerta de sus casas, con un propósito loable pero que en muchos lugares no puede replicarse sin asumir un gran riesgo. Si los alumnos dispusieran de todo lo necesario y estuvieran en mejores condiciones, no tendría que haber maestros que se pongan en riesgo para poderles hacer llegar los materiales.
Es curioso pero el virus ha logrado lo que el SEN no: comenzar a unir a docentes y familias, quienes tienen la posibilidad de crear una verdadera Nueva Escuela Mexicana como base de un sistema educativo organizado y gestionado democráticamente desde las propias comunidades escolares y en interés de los sectores populares, no de los empresarios.
La NEM somos nosotros
Nota: La autora es maestra de educación especial, integrante del colectivo Educación Especial Hoy