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Red Internacional
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SUFRAGIO FEMENINO. Un derecho conquistado con años de lucha

El 11 de noviembre de 1951, por primera vez en la historia argentina, las mujeres concurrieron a las urnas de acuerdo a la ley 13.010, sancionada en 1947. La misma fue mostrada por el peronismo como uno de los grandes avances que ese gobierno habría representado para la clase trabajadora. Esto opaca la pelea que durante años libraron las mujeres y, especialmente, las militantes feministas y socialistas. Hablar del sufragio femenino es, también, hablar de su historia.

Miércoles 12 de noviembre de 2014

“Recibo en este instante, de manos del gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos”, había declarado Eva Perón cuando anunció la legalización del voto para las mujeres. Efectivamente, aquel 11 de noviembre de hace sesenta y cuatro años marcó un hito. Ese día, el 90,32% de las 4.225.467 mujeres que figuraban en el padrón y que nunca habían participado electoralmente (a pesar de representar casi la mitad de los votantes) colocaron su boleta en las urnas.

Pero la realidad es que el sufragio femenino no fue una conquista del peronismo ni expresó una voluntad política del gobierno por la igualdad de las mujeres. Por el contrario, la medida no cayó desde el Ejecutivo como un “rayo en cielo sereno”. Ésta se dio en un contexto político, económico y social particular, y en el marco de una continua y larga lucha que venían dando, desde comienzos del siglo XX, militantes socialistas y feministas.

En este sentido, si hablamos de la lucha por los derechos de las mujeres, surgen nombres que no podemos pasar por alto. Tal es el caso de la militante socialista Alicia Moreau de Justo, quien se destacó entre las sufragistas del siglo pasado. Ya para 1907 participó del Comité Pro-Sufragio Femenino y en 1910 formó parte del primer Congreso Femenino Internacional que tuvo lugar el Buenos Aires, donde se encargó de introducir la discusión en torno al voto femenino.

También intervino en la creación de proyecto presentado por Mario Bravo en 1932, el cual no prosperó al ser rechazado en el Senado por los conservadores. En materia del sufragio femenino, Moreau de Justo fue una precursora. En este punto se vio acompañada por personajes de la época que, por fuera de la militancia socialista, también se sumaron a esa exigencia fundamental, como es el caso de las feministas Raquel Camaña y Elvira Rawson.

Julieta Lanteri es otra gran representante del activismo por la igualdad de las mujeres. Ella no sólo bregó incansablemente por el voto femenino sino que enfrentó la discriminación en el ámbito laboral y académico para las mujeres, luego de sufrir en carne propia los obstáculos para entrar a la carrera de Medicina y desarrollarse como docente. En una fecha tan temprana como 1910, Lanteri organizó el Congreso Femenino Internacional, donde se presentaron trabajos ligados al género y los derechos civiles y políticos.

Intentó votar en diferentes elecciones (lo cual llegó a conseguir debido a su obstinación) y en 1919, incluso, se propuso como candidata a diputada, convirtiéndose en una pionera en la materia. Además, cuando el Congreso vetó su postulación, montó un mitín de más de dos mil personas en la Plaza Flores, donde ejerció un simulacro público de votación que causó revuelo. En 1924 fundó el Partido Feminista Nacional, espacio desde donde siguió su lucha por los derechos de las mujeres, que continuaría hasta su muerte.

Lanteri forma parte de las indomables militantes de comienzos del siglo pasado que, combatiendo todos los prejuicios de la época, dedicó su vida a perseguir la conquista de derechos para las mujeres y los trabajadores. Personalidades como ellas encarnan individualmente el clima social de un época marcada por la movilización. Esta luchadora pasó a la historia como una de las más destacadas representantes de la pelea por el sufragio femenino, que también involucró a centenares de mujeres anónimas que levantaron la cabeza por éste y otros reclamos.

Los aniversarios son una ocasión para reflexionar. Sobre todo cuando involucran jalones como la primera votación de las mujeres, debemos hacerlo de manera crítica, de manera de sacar lecciones en vista del camino que queda por recorrer. El sufragio femenino no fue un regalo del peronismo, sino que fue una respuesta a las necesidades de un gobierno de fortalecer su base social al tiempo que se apropiaba de una reivindicación que históricamente las mujeres llevaron a las calles. En palabras de Julieta Lanteri: ¡los derechos no se mendigan… se conquistan!